HBO ha conseguido que el final de 'Juego de Tronos' no sea más que el comienzo de una nueva etapa. 'Euphoria', 'Succession', 'Chernobyl' o 'Barry' han demostrado que la cadena de pago es mucho más que un nido de dragones e intrigas palaciegas, sin perder por el camino la evidente intención de encontrar otro fenómeno de masas. Con ese empeño, el prestigioso canal de WarnerMedia estrenó en otoño 'Watchmen' y 'La materia oscura', dos ambiciosas propuestas que, tras protagonizar sendos estrepitosos tropiezos en el cine, han tratado de renacer en la pequeña pantalla sin las restricciones inherentes al séptimo arte más industrial.
Iorek Byrnison y Looking Glass en 'La materia oscura' y 'Watchmen'
'Watchmen': La rabia bajo la máscara
'Watchmen' es un revés a las principales manías de la industria. Estamos ante una historia aparentemente cerrada, narrada en nueve episodios que adaptan tangencialmente el material original, expandiendo la mitología creada por Alan Moore y Dave Gibbons sin prescindir de expresar un estilo propio. Es, por tanto, una traslación muy atrevida que consigue ajustarse a los tiempos actuales, en los que el odio y las brechas sociales han alcanzado el estatus de amenaza global que sostuviera la crisis nuclear en los ochenta. Tanto es así que para Damon Lindelof, creador de la serie, el conflicto racial es una bomba de relojería a punto de estallar, y 'Watchmen' es el vehículo ideal para tratar de comprenderla y, en el mejor de los casos, desmantelarla a tiempo.
Looking Glass y Sister Night en 'Watchmen'
De esta manera, la mente creativa detrás de 'The Leftovers' y 'Perdidos' entrelaza su ya de por sí enigmático estilo narrativo a la idiosincrasia de la novela gráfica original, que aprovechaba el formato episódico para completar su rompecabezas desde diversos puntos de vista. Tras un arranque plagado de interrogantes y recursos disfrazados de aleatorios, 'Watchmen' enriquece su mundo capítulo tras capítulo, elaborando apasionantes personajes inéditos, como Angela y Wade, a los que se dota de historias de origen a la altura de las soberbias interpretaciones de Regina King y Tim Blake Nelson. Al mismo tiempo, los personajes clásicos son absorbidos por un relato iconoclasta, centrado en desenmascarar las auténticas frustraciones y fijaciones de aquellos que se enfundan un extravagante disfraz para "salvar el mundo".
Mientras que la película de Zack Snyder contaba con un envoltorio más estilizado y superficial, la versión de Lindelof acierta a la hora de bailar entre diferentes géneros. Una vez superado su desconcertante arranque, 'Watchmen' combina la intriga con el romance y el drama, añadiendo un particular sentido del humor que sirve para engrasar los engranajes. En ese sentido, la cumbre de la serie es su encomiable sexto episodio, que cuenta con una factura fascinante, ligando presente y pasado con una premisa muy atractiva, y una reflexión que vertebra y da sentido al mensaje general de Lindelof y su equipo. Y, contra todo pronóstico, en su recta final 'Watchmen' resuelve la mayoría de sus interrogantes de forma magistral, demostrando que la televisión es el medio ideal para dejar que las historias respiren y alcancen su verdadero potencial.
'La materia oscura': Claroscuros de épica
El caso de 'La materia oscura' es totalmente diferente al de 'Watchmen', ya que afronta su misterio de una manera más tradicional y lineal, que no le impide ser más estimulante que su predecesora cinematográfica. Como adaptación directa de la saga de Philip Pullman, la serie aprovecha la extensión del formato televisivo para indagar en la mitología de los libros. Sin embargo, la reflexión sobre el oscurantismo que imponen las grandes organizaciones, principalmente religiosas, no cobra tanta importancia como en la obra original, ya que la ficción de HBO y BBC tiene preferencia por el espectáculo, exponiendo de forma asequible sus claves para atraer a la mayor cantidad de público posible.
Lyra junto a Pantalaimon en 'La materia oscura'
'La materia oscura' pretende ser una serie para todo el mundo, sirviéndose para ello de unos efectos visuales intachables y un carismático plantel de intérpretes. En ese reparto destaca su principal protagonista, Dafne Keen ("Logan"), que insufla vida a una serie cuya segunda temporada ya está en plena producción, por lo que llegará mucho más lejos que la frustrada franquicia cinematográfica. Sin lugar a dudas, la principal diferencia entre ambas adaptaciones es su forma de abordar desde el artificio o desde el drama personal de los personajes. El segundo caso es el de la serie que, sin ser un alarde de originalidad o narrativa de vanguardia, tiene el corazón que le faltaba a la película.