La Batalla de Invernalia fue un escollo ineludible, un conflicto prometido y cebado desde el inicio de 'Juego de Tronos'. En el tercer episodio de la octava temporada de la serie, sus creadores se quitaron de encima esa cargante promesa con más espectacularidad que coherencia, pero al menos ese cierre ha abierto el camino a un choque mucho más interesante entre los personajes supervivientes. El 8x04 ha sido la antesala de esa apoteosis final y el capítulo más completo de la temporada hasta el momento, ya que ha recuperado la esencia conspiradora de la ficción y nos ha devuelto la sensación de que hay muchos desenlaces posibles.
Para llegar a ese punto de incertidumbre, ha sido clave equilibrar la balanza entre las fuerzas de Daenerys y Cersei. Lo que hace una temporada se antojaba como una empresa sencilla, con tres dragones por banda y un imponente número de soldados, ahora se ha tornado en un mar de posibilidades. Mientras la Rompedora de Cadenas sacrificaba a gran parte de su ejército en la guerra contra los muertos, en Desembarco del Rey se preparaban para su particular batalla. Cersei ha demostrado una vez más que no hay que darla por muerta antes de tiempo, porque está dispuesta a todo con tal de mantener el poder. Y puede que Daenerys también adopte esa posición maquiavélica para alcanzar el ansiado Trono de Hierro.
Daenerys llora la muerte de Jorah Mormont
Sonrisas y lágrimas
El episodio ha arrancado con un previsible y necesario funeral, integrado por enormes piras plagadas de cadáveres. De entre los miles de caídos, los protagonistas han tenido la oportunidad de despedirse de sus grandes pérdidas: Theon Greyjoy, Lyanna y Jorah Mormont, Edd y Beric. Inmediatamente después de esta solemne ceremonia en campo abierto, los supervivientes han celebrado la victoria con un baño de alcohol que ha servido para rebajar la tensión por un momento, aunque no ha tardado en regresar en forma de miradas cruzadas. En medio del jolgorio, mientras todos celebraban con sus seres queridos o con sus compañeros de armas, Daenerys observaba expectante, consciente de que puede contar a sus aliados con los dedos de una mano.
Ante la atenta mirada de la ofuscada Targaryen, Tormund cubría a Jon de gloria; Brienne jugaba con Tyrion, Podrick y Jaime al "Yo nunca"; Sansa recordaba tiempos pasados con El Perro; y Gendry salía de la sala tras ser nombrado Lord Baratheon. En lo que respecta a Brienne, la tensión sexual se ha decantado por el lado de Jaime, con el que ha perdido la virginidad y finalmente se ha despojado de su armadura emocional. Desgraciadamente, tras unas escenas de enamoramiento juvenil, los caminos de ambos se han separado cuando Jaime ha decidido regresar a Desembarco del Rey. Esta súbita elección ha sido impulsada por la amenaza que se cierne sobre Cersei y el fuerte vínculo que le sigue uniendo a ella. ¿Significa su regreso un nuevo cambio de bando para Jaime o tiene otro cometido en mente?
Esa es una de las cuestiones que deja abiertas el capítulo, que por otro lado se esfuerza en cerrar multitud de tramas con sucintas escenas. Entre los cierres más llamativos se encuentra el de Tormund, que parte hacia el Muro junto a Fantasma; el de Sam y Gilly, que esperan un hijo/a juntos; y el de Gendry, que ha sufrido el rechazo de Arya tras proponerle una vida como primera dama de Bastión de Tormentas. Aparentemente la presencia de estos personajes será mínima o nula de ahora en adelante, a diferencia de todos aquellos que han partido hacia la nueva batalla en diferentes facciones: Daenerys encabeza la expedición a Rocadragón, Jon se dirige a caballo junto a sus tropas a la capital y Arya y El Perro han partido por su cuenta.
El Perro y Sansa recuerdan su encuentro en la Batalla del Aguasnegras
Un secreto a voces
La amenaza del Rey de la Noche había detenido la conversación entre Jon y Daenerys acerca de la plausibilidad de su relación. Tras dilatar este momento hasta la extenuación, la tía y el sobrino por fin han encontrado tiempo para valorar el incesto como opción de futuro, aunque el tenso diálogo ha terminado con un ultimátum a Jon que subraya la tiránica actitud que está adquiriendo Daenerys. A pesar de esa restricción, Jon no puede evitar desvelar su verdadera identidad a Arya y Sansa, ya que su estricto código de honor, ese que le impide quebrar su juramento de lealtad a Dany, también le hace imposible ocultarle una verdad tan importante a su familia.
A partir de ahí Sansa comienza a urdir su particular plan para deshacerse de Daenerys. La hija mayor de Ned Stark ha pasado demasiado tiempo con Cersei y Meñique como para no ser una manipuladora en ciernes, y al compartir con Tyrion el verdadero origen de Jon, ha sembrado la semilla del caos que puede derivar en una conspiración determinante. De hecho, la Mano de la Reina no tarda en confesar a Varys esta delicada información. Así se detona una potencial conspiración en contra de Daenerys, cuyo juicio está cada vez más nublado, para favorecer el ascenso de Jon. No obstante, Varys está mucho más predispuesto que Tyrion ha modificar de nuevo su lealtad, por lo que puede que el complot se quede en un mero simulacro.
Pase lo que pase, no cabe duda de que Daenerys está contra las cuerdas. Por si la muerte de Viserion y Jorah y el exterminio de los Dothraki no fueran preocupaciones suficientes, de camino a Rocadragón ha visto cómo Rhaegal era asesinado por Euron Greyjoy. El escorpión diseñado por Qyburn ha mejorado notablemente su alcance, y la flota del pretendiente de Cersei ha incorporado estas ballestas enormes a sus cubiertas. Este anticipo de la batalla final es un recordatorio de que la mente de Cersei es más impredecible que la del Rey de la Noche, y sale muy reforzada de ese rápido choque marítimo al capturar a Missandei.
Cersei escucha desde lo alto las ofertas de paz de Tyrion
Escalada de tensión
Por alguna razón que desconocemos, la consejera de Daenerys es la única capturada de una forma inexplicable. Tras la Batalla de Invernalia vamos sobre aviso de que tendremos que perdonar agujeros de guion si no queremos desconectar de la serie, pero espero que los dos últimos episodios sean más compactos y coherentes. Lo que sí es meridiano es que Cersei ha empujado a Daenerys al vacío de la venganza. Tras rechazar la oferta de la khaleesi, la despiadada Lannister ordena a La Montaña que asesine a Missandei, que emite un ferviente "Dracarys" antes de perder la cabeza.
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A falta de un tercio de la temporada, alrededor de tres horas, el ambiente está más caldeado que nunca. Es complicado anticipar quién prevalecerá en esta guerra, que puede fragmentarse en más de dos bandos si las intrigas no se detienen, y cuyo desenlace es uno de los secretos mejor guardados de la historia de la televisión. Teniendo en cuenta que seguimos con el corazón en un puño tras el cara a cara entre Cersei y Tyrion, no nos podemos imaginar lo que sentiremos la semana que viene, que puede ser muchísimo más fatídica y traumática.