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Íbamos sobre aviso con la séptima temporada, pero 'Juego de Tronos' lo ha vuelto a hacer. Tras reconocer que la penúltima entrega había apretado el acelerador para favorecer el correcto ritmo de la octava, los creadores de la serie más popular de la historia de HBO han recaído en sus incoherencias narrativas para potenciar el espectáculo en detrimento de la historia. El capítulo 8x05 ha sido la culminación de esta estrategia, que ya fue la nota dominante en la inverosímil Batalla de Invernalia, y que invita a esperar un final poco o nada satisfactorio.
Gusano Gris lidera el ejército por tierra
Los hombres liderados por Harry Strickland estaban dispuestos frente a la capital para enfrentarse a las huestes norteñas y a los Inmaculados, cuando de repente Drogon ha derribado parte de la muralla y ha calcinado a buena parte de estos millares de mercenarios. Los que quedaban en pie no han podido soportar la embestida de unos resucitados Dothraki, cuyo exterminio se había dado por hecho al término de la batalla contra los Caminantes Blancos. Después de esos golpes de efecto, pueriles en lo narrativo aunque efectivos al ojo del espectador, la acción se ha concentrado íntegramente en el interior de una ciudad que albergaba un millón de almas.
Cersei y Jaime se despiden entre ellos y de la vida
Un genocidio histórico
El momento determinante del capítulo ha sido la decisión de Daenerys de arrasar con todo a pesar de la rendición del bando enemigo. A lo largo de la temporada, la khaleesi ha vivido un precipitado proceso de transformación a la villanía, que se ha vuelto irreversible con este capítulo. Finalmente, la Madre de Dragones ha dejado de lado la justicia y la bondad y ha seguido el camino de su padre, en un giro de los acontecimientos que habría resultado más convincente de haber contado con un desarrollo más dilatado. En la otra cara de la moneda se encuentra Jon, incapaz de caer en el incesto ni de traicionar a su reina, y por lo tanto inútil de cara a detener esta masacre. Su relación se ha roto definitivamente, y queda por saber si el hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark recuperará su carácter heroico en el último episodio.
De haber llegado a buen puerto la traición de Varys, se habría evitado este despiadado arrase. No obstante, el maestro de los susurros no ha podido llevar a cabo su último golpe de estado, ya que todo el mundo le ha dado la espalda, y también ha sido reducido a cenizas. El mismo destino podría haber corrido Tyrion, que ha bailado entre la traición y la lealtad, siempre pensando en el bien común de la sociedad, para finalmente no aportar nada a la devastación definitiva. Ha liberado a Jaime para que se produjera su esperado encuentro con Cersei, pero una vez ha estallado el caos, se ha mantenido al margen.
Al mismo tiempo, mientras que El Perro y Arya se adentraban en la Fortaleza Roja, Jaime se quedaba a las puertas, obligado así a dar un rodeo que le ocuparía todo el episodio. Tras vivir un accidentado encuentro con Euron Greyjoy, que se ha saldado con la muerte de este último tras una épica carrera a nado, Jaime se dirigía malherido al encuentro de su amada (y) hermana, para terminar ambos lapidados en su frustrado intento de huída. Se le otorgaba así un agridulce final a la supuesta villana de la temporada, que ha tenido una participación ínfima a lo largo de los cinco episodios, pero que al menos ha podido perecer aferrada a su principal apoyo.
Arya sobrevive a la masacre
Fuego y sangre
Para llegar a ese punto, Cersei no ha tenido que superar ningún obstáculo, ya que El Perro había convencido a Arya previamente de que escapara, y él estaba tan centrado en acabar con su hermano que ha dejado pasar a la reina sin prestarle atención. Ese enfrentamiento épico, con el fuego propagándose de fondo, ha estado a la altura de lo que cabía esperar de esta cebada lucha, que ha consumido una exagerada cantidad de minutos si tenemos en cuenta la cantidad de tramas paralelas que se estaban desarrollando. Mientras tanto Arya, que ha rechazado su naturaleza de guerrera para escapar de la ciudad, ha sobrevivido inexplicablemente a múltiples experiencias cercanas a la muerte. La más descarada de ellas ha sido la última, en la que el fuego alcanzaba a la asesina del Rey de la Noche, pero por alguna razón salía sin una sola quemadura de entre las llamas. La misma suerte corre el caballo blanco al que se aproxima Arya, no sabemos si para regresar a Invernalia o para ejecutar a la nueva tirana de Poniente.
Estaba claro que el final de 'Juego de Tronos' no iba a ser un camino de rosas para sus personajes, porque la propia historia de Poniente anticipaba que la crueldad puede ser inherente al ser humano. Sin embargo, la forma en que Benioff y Weiss han desarrollado esta tesis no ha sido la adecuada, ya que han devastado tanto Desembarco del Rey como la esencia de varios de los personajes protagonistas, mientras que a otros los han reducido a secundarios circunstanciales con poco que contar. A estas alturas, cabe esperar un final decepcionante, porque en este 'Juego de Tronos' solo se reconocen las cenizas de lo que fue hasta la sexta temporada.