'Juego de Tronos' ha sobrevivido a su regreso. La abrumadora expectación, seguramente sin precedentes, posada sobre el primer episodio de la octava temporada de la serie de HBO era un arma de doble filo. Por un lado, queríamos que se sentaran las bases lo más rápido posible para pasar a la acción, y por el otro estábamos deseando que la ficción recuperara su ritmo más sosegado, que se había perdido con la frenética séptima temporada. Y el resultado ha satisfecho ambas exigencias, ya que, en 50 minutos, se han dispuesto todas las piezas necesarias para desarrollar un desenlace de lo más trepidante.
Desde la nueva mutación de la cabecera, que apenas incorpora dos localizaciones principales, se firma una declaración de intenciones: no esperéis que el foco se distraiga de Invernalia y Desembarco del Rey. A diferencia de las temporadas anteriores, en las que la atención se diversificaba por toda la península y más allá, en esta indagaremos a fondo en las dos localizaciones principales de la serie. No obstante, la verdadera protagonista de este 8x01 ha sido la casa de los Stark, que se encuentra más abarrotada que nunca.
La conflictiva llegada
Sansa se mantiene implacable ante la llegada de Daenerys
Esta sobrepoblación se debe a la llegada del ejército de Daenerys. Los Inmaculados y los Dothraki han atravesado el sendero hacia Invernalia ante la atenta e incrédula mirada de los habitantes norteños, que no daban crédito a que su rey se hubiera doblegado ante una forastera. Toda esta cabalgata de personajes más habituados a la calidez del sur ha sido mostrada a través de los ojos de Arya, que ha juzgado de manera clara a cada uno de los jinetes protagonistas. Como si de una pasarela se tratara, la Stark más indomable ha mostrado un gesto cariñoso al apreciar la incursión de Jon y Gendry, mientras que a Daenerys y El Perro no les ha recibido con tal entusiasmo.
Esa dinámica se repite cuando la recién llegada reina mantiene su primera conversación con su cuñada Sansa, que le dedica un poco creíble: "Invernalia es vuestra". A partir de ahí, la tensión escala debido al empeño de Sansa por que su apellido y tradiciones no se diluyan con la llegada de Daenerys, que se muestra más obcecada que nunca a la hora de defender su posición de superioridad. Todo esto está aderezado por continuos ecos al piloto de la serie, con claras referencias a la inquietud de Bran ante la llegada de los Lannister y los Baratheon, que conducen a un cierre totalmente redondo y cargado de recuerdos.
Antes de llegar a ese final, han tenido lugar todo tipo de conflictos. El principal seguramente sea el protagonizado por las casas norteñas que no se han mostrado conformes con la decisión de Jon de rendir pleitesía a Daenerys. A pesar del discurso de Tyrion -que precisamente ha sido el primero en pronunciar palabra en el episodio-, han quedado dudas entre los asistentes, que han incentivado esa fricción entre los extranjeros y los aguerridos abanderados de los Stark.
Cómo montar a tu dragón
Daenerys contempla la belleza del Norte
A partir de ese momento, hemos visto un caudal de encuentros, entre los que destaca el protagonizado por Tyrion y Sansa, en el que tanto su (¿ex?)marido como los espectadores nos vemos obligados a atisbar la tremenda evolución de Sansa, que más adelante es definida por su hermana como "la persona más inteligente que ha conocido". Precisamente Arya es otro de los ejes del episodio, ya que su reencuentro con Jon está cargado de emotividad, enfatizando en las similitudes entre ambos, convertidos en guerreros y supervivientes. Además, Arya también tiene oportunidad de levantar chispas con El Perro y Gendry, solo que con el primero son de tensión y con el segundo puede que de pasión, ya que se revive la química que ambos conjuraron durante la segunda y la tercera temporada.
Entre tanta dosis de emoción, damos el salto a Desembarco del Rey, donde Cersei recibe finalmente a la Compañía Dorada, aunque lamentablemente no ha podido conseguir los elefantes que tanto quería. Una pena, porque ver un Espectro elefante podría haber sido un espectáculo realmente épico. Tras incorporar a esos 20.000 nuevos rostros a su ejército, la (otra) reina decide sucumbir a las demandas sexuales de Euron Greyjoy, cuya arrogancia probablemente termine siendo su perdición. Además, a este lado del mapa, Theon consigue liberar a Yara, cabezazo incluido, aunque los férreos hermanos no tardan en volver a bifurcar sus caminos. Él buscará la redención en la Gran Guerra y ella establecerá una base de emergencia en las Islas de Hierro.
De esta manera, la serie se desprende de un par de tramas más inocuas, que afortunadamente no se arrastrarán en los siguientes episodios, para después embarcarnos en el momento más épico del capítulo: el primer viaje de Jon en dragón. En una secuencia diseñada para indagar en la verdadera naturaleza de este héroe, vemos cómo Jon sube a lomos de Rhaegal y, una vez en tierra, se funde en un sentido beso con Daenerys. Una pasión que se ve levemente interrumpida por una profunda mirada de Drogon, con la que el dragón parece estar avisando de que este nexo amoroso podría estar en peligro.
La revelación más esperada
Jon pasa de bastardo a heredero al trono en cuestión de segundos
Tras ese idílico remanso de pasión, algo impropio de una serie con tan poca cabida para el romanticismo, tiene lugar el mayor punto de inflexión del capítulo. Lo que arrancaba como una agradable conversación entre Samwell Tarly y Daenerys, en la que se intercambiaban palabras positivas y promesas de un futuro mejor, la revelación de que la monarca había ejecutado al padre y al hermano del aprendiz de maestre cayó como una pesada losa. La imagen afable se desdibujaba del rostro de Sam, roto ante la idea de haber perdido a los principales estandartes de su casa, por mucho que le hubieran repudiado en cada paso de su vida.
El cierre del círculo
A Bran no se le escapa una
Por último, no nos podemos olvidar de mencionar a Bran, que a lo largo de todo el episodio ha mantenido el gesto (y la posición) inmutable, como queriendo expresar de manera constante un inquietante "si yo te contara" a cualquier transeúnte. Al ser el Cuervo de Tres Ojos es consciente de la amenaza que se cierne sobre su hogar natal, al igual que vaticina la llegada de un "amigo" a Invernalia. Para cerrar el capítulo y el círculo referencial con el primer episodio, Bran no le quita el ojo de encima a ese recién llegado conocido, que resulta ser Jaime Lannister, quien le lanzara desde el torreón hace ocho años para regalarnos el primer gran giro argumental de la serie.
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En definitiva, con este arranque HBO ha logrado calmar a las bestias del hype, regalando grandes momentos sin destapar muchas sorpresas, ya que gran parte de esos hitos se podían intuir en el tráiler y demás avances. No obstante, de ahora en adelante entraremos en territorio inexplorado, en el que tendremos que desprendernos del cariño ciego hacia algunos personajes, porque la guerra es inminente, y en este momento en 'Juego de Tronos' no hay rincón seguro donde resguardarse del invierno.