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La tecnología avanza a pasos de gigantes y cada año, los usuarios somos más dependientes de estas nuevas tecnologías. En muchos casos, estos avances son positivos: nos permiten estar en contacto con gente que está al otro lado del mundo, nos ofrecen información ilimitada en la palma de nuestra mano, archivan imágenes y recuerdos de nuestra vida para la posteridad y muchas cosas más.
Pero todo aquello que crea dependencia y adicción tiene que tener efectos negativos. A Charlie Brooker, el creador de 'Black Mirror', le gusta explorar temas oscuros y a veces satíricos sobre el declive de la interacción y la empatía humana en relación al crecimiento de las nuevas tecnologías. 'Black Mirror' es una antología de capítulos desconectados que tienen en común un mundo pseudo-futurista en el que las nuevas tecnologías han cambiado nuestra forma de vivir y ver el mundo.'Black Mirror' es una antología de ciencia ficción de Charlie Brooker
Con toques de ciencia ficción, drama, suspense y thriller, Brooker presenta la idea de cómo nuestros mecanismos para relacionarnos con otros están al borde de desmoronarse. A veces nos muestra el lado oscuro de dónde estamos ahora y otras nos ofrece vistazos de a dónde podemos llegar, pero siempre con el tono general e idea subtextual de que de alguna forma somos prisioneros, o hasta incluso esclavos, de lo que estas tecnologías nos ofrecen.
1 Esclavos de las pantallas
La serie recibe su nombre por el aspecto de las pantallas apagadas
'Black Mirror' tiene este nombre porque las pantallas de ordenadores, televisores, móviles, tablets y demás aparatos electrónicos dónde obtenemos todo el torrente de información tienen el aspecto de un espejo negro cuando están apagados. El mismo Brooker afirma que cuando uno se mira en una pantalla apagada y se ve a sí mismo reflejado "hay algo frío y horripilante sobre eso, y es un título muy apropiado para la serie".
Nadie puede negar que la sociedad de hoy en día vivimos enganchados a las pantallas, a estos espejos negros que contienen nuestros datos, imágenes de nuestros recuerdos, y acceso a nuestra vida más privada. Cada poco tiempo surgen estudios de cómo estar "enganchado al móvil" o a cualquier otra pantalla es perjudicial para nuestras habilidades sociales y de desarrollo emocional.
Aún así, cada poco tiempo también surge un móvil con capacidades más intensas (detectar tus facciones, por ejemplo), un televisor más inteligente, o un ordenador con gráficos más realistas. ¿Somos esclavos de esta innovación? ¿Es inevitable que si surge un aparato tecnológicamente más avanzado, como los de 'Black Mirror', acabemos comprándolo para adaptarnos a los tiempos? ¿Y no es irónico que todos y cada uno de nosotros hayamos visto 'Black Mirror' en uno de estos mismos espejos negros y cuando salgan los créditos, nos podamos ver reflejados?
2 Esclavos de las corporaciones
En "Fifteen Million Merits" hacen una referencia a 'Britain's Got Talent'
Sin duda uno de los episodios de 'Black Mirror' que más descaradamente se refiere a la esclavitud es "Fifteen Million Merits". En este, la población de Reino Unido trabaja incansable en unas bicicletas estáticas para generar energía para algo que nunca dejan claro en el episodio. Cada vuelta de los pedales gana méritos y cada servicio y necesidad básica que consumen cuesta méritos... suena familiar. Pero 'Black Mirror' va más allá que una simple metáfora del capitalismo; en este episodio también introduce la idea de la obsesión de la sociedad por la fama y los realities.
Haciendo un claro símil al programa inglés 'Britain's Got Talent', la ficción introduce un concurso en este universo en el que se necesita un gran número de méritos para entrar. El protagonista invierte todo su tiempo y esfuerzo para ganar el número de méritos necesarios conseguir un ticket. Pero lo que ocurre en este universo es que, al igual que en muchos de los talents reales, los jueces no juzgan a los concursantes tanto como les humillan. Ese es el entretenimiento real, al fin y al cabo, y esa es la crítica que 'Black Mirror' hace, concluyendo que no podemos escapar de las corporaciones, ya sean las compañías para las que trabajamos, las que nos inyectan publicidad constantemente, o las de los medios audiovisuales.
3 Esclavos de las redes sociales
En "Nosedive" la puntuación de la gente influye en sus vida
Otro episodio de 'Black Mirror' que refleja la dependencia de la sociedad a las nuevas tecnologías es "Nosedive". En este caso, la tecnología protagonista es las redes sociales, que en la vida real crean una dependencia psicológica y emocional, pero en 'Black Mirror' se le añade además el factor adquisitivo. En esta versión oscura de Instagram, los usuarios se votan entre ellos según haya sido su experiencia con esa persona o lo felices que demuestren ser en sus fotos.
En "Nosedive" la puntuación de una persona determina su poder adquisitivo: desde a qué servicios tiene derecho, hasta en qué vecindarios tiene derecho a vivir. En el universo de Brooker las personas son literalmente esclavos de los "me gusta" de los demás, pero ¿cuál es la verdadera reflexión de este episodio? Brooker propone la idea de que quizás nos preocupamos más de anunciar y hacer propaganda de nuestra felicidad, que de vivir y disfrutar las experiencias en el momento.
4 Esclavos de las fantasías de otros
En "USS Callister" los clones son esclavos del jugador
El mundo virtual de 'Black Mirror' está a años luz del nuestro, pero aun así da que pensar. En el episodio 'USS Callister' aparece un juego online, como muchos otros que existen en el momento, llamado Infinity. Este juego ocurre en el espacio, en un mundo abierto procedimentalmente generado lleno de naves espaciales y planetas por descubrir. Sin embargo su desarrollador es el típico empollón al que siempre le han hecho bullying y que ahora quiere vengarse.
A través de un sistema muy futurista, el villano crea clones con conciencia de aquellos a los que odia y los introduce en una versión especial de su juego, donde los tiene esclavizados para actuar como él desea, hacerle la pelota y dorarle la píldora. Los delirios de grandeza y el complejo de Dios de este hombre recuerda a muchos gamers que hacen de su mundo virtual su dominio y se esconden tras una fachada de anonimato para actuar como les place.
Aunque esta tecnología está lejos todavía, no hay que olvidar que perfeccionadas técnicas de "face-swapping" o lo que es lo mismo, cambiar una cara por otra en vídeos e imágenes, ya están empezando a dar dolores de cabeza. Si las perversas fantasías de algunos han conseguido insertar caras de famosos en vídeos pornográficos, ¿cuánto falta para que se pueda hacer lo mismo con un videojuego?
5 Esclavos de nuestros recuerdos
En "The Entire History of You" el protagonista se obsesiona con sus recuerdos
Siguiendo la idea de que a veces vivimos más en las redes sociales que en nuestras experiencias presentes, ¿quién no se ha perdido con viajes por la memoria a través de fotos de Facebook o Instagram? Esto explora "The Entire History of You", un capítulo de 'Black Mirror' en el que los avances tecnológicos permiten a la humanidad grabar todo lo que ven a tiempo real a través de sus ojos, y reproducirlo frente a sus retinas o en pantallas en cualquier momento.
Si pudiéramos ver momentos mejores de nuestra vida como una película en pantalla ¿cuántas horas malgastaríamos rememorando tiempos mejores? Este concepto es llevado al extremo en la ficción, mostrando incluso a los protagonistas teniendo relaciones sexuales en pilóto automático mientras observan a través de sus retinas los recuerdos de un pasado cuando su relación estaba rebosante de pasión.
El ser humano no está diseñado para recordar toda su vida al detalle. Los traumas, las malas experiencias, los momentos banales, nuestro cerebro está programado para olvidar y bloquear aquellas cosas que no nos benefician. Si la manera en la que conservamos información continuara evolucionando más allá de fotografías y vídeos, es probable que se creara una dependencia y una obsesión que rozaría los límites de la esclavitud.
6 Esclavos de las masas
En "White Bear" hay una tortura psicológica llevada a cabo por las masas
En un mundo tan bien comunicado como el nuestro, en el que cualquier acción tiene una reacción inmediata y una opinión pública que se transmite casi en directo en redes sociales, es difícil no dejarse llevar por lo que piensen las masas. A veces las masas aciertan y otras se equivocan, pero lo que sí es verdad es que en ciertos casos específicos, la llamada a la justicia, a la venganza y al "ojo por ojo" de las masas puede ser desproporcionada.
Esta idea explora el episodio de "White Bear", uno de los más brutales de 'Black Mirror', en el que una mujer que ha cometido un acto terrible (algo en lo que excepcionalmente la mayoría de la sociedad estaría de acuerdo), es castigada y torturada psicológicamente una y otra vez, en un bucle constante. Lo interesante de este capítulo es la opinión que la gente tiene de él: ¿Es excesivo este castigo? ¿Se merece cualquier persona algo así por muy vil que hayan sido sus acciones? ¿Deben las masas juzgar a los criminales? ¿Es justo el "ojo por ojo"?
La idea de ser esclavos de las masas no es nueva, ya que conceptos como "seguir al redil" no se inventaron ayer, ni con la llegada de las nuevas tecnologías; pero a día de hoy, con lo rápido que se difunde información falsa y lo poco que muchos usuarios se preocupan por confirmar sus fuentes, ¿es posible que seamos más esclavos que nunca de la opinión pública?
7 Inteligencias Artificiales: los esclavos del futuro
En "White Christmas" los clones virtuales tienen conciencia propia
La ética de crear robots e inteligencias artificiales ha sido muy explorada en ciencia ficción, desde películas como "Ex Machina", pasando por series como 'Humans', hasta el episodio de 'Black Mirror' llamado "White Christmas". En este especial de navidad, un hombre intenta extraer una confesión de otro acusado de asesinato metiéndose en una fantasía en su cabeza. Pero es en el trasfondo de este capítulo y el universo que nos plantea, donde se plasma la verdadera esclavitud.
La tecnología de este universo es capaz de crear clones de cada uno de nosotros e insertarlos en un pequeño chip. Estos clones son totalmente virtuales pero tienen pensamiento, libre albedrío, sentimientos y razonamiento. Su función, sin embargo, es realizar las tareas banales del original, actuando como una casa inteligente que sabe exactamente lo que desea su dueño. Estos clones son, a todos los niveles, esclavos. No tienen ninguna otra opción o salida más allá de pasar sus días en el mismo espacio, sin necesidad de comer ni beber, sin poder morir nunca, realizando las tareas que se les ordena.
A día de hoy no existe una verdadera inteligencia artificial con conciencia, pero las nuevas tecnologías avanzan a ritmo acelerado. Ya existen muñecas de silicona prácticamente idénticas físicamente a un ser humano, y los robots de este tipo deben estar al caer. ¿Dónde se delimita la línea entre lo que es un robot y lo que se considera un ser consciente? ¿Cuándo deja de ser ético usar a estos robots como esclavos? ¿Y qué pasará si estos esclavos del futuro ganan conciencia?