Atravesar la crisis económica de 2008 provocó un despertar político para gran parte de la población alrededor del globo. Los votantes se volvieron hacia sus responsables políticos y demandaron una mayor transparencia, y la televisión no tardó en responder a las necesidades de la población, aunque fuese a través de la ficción. Por eso la década de 2010 se iniciaba ya con una pequeña ficción producida en Dinamarca, 'Borgen', que retrataba el intrincado ecosistema político desde una perspectiva crítica, mostrando a su protagonista, la presidenta Birgitte Nyborg, navegar entre la corrupción, las conspiraciones de adversarios y compañeros e incluso la influencia determinante de los medios de comunicación, con un pulso sobrio y dramático.
Julia Louis-Dreyfus en 'Veep' y Kevin Spacey en 'House of Cards'
Esta ficción tan local resultaría tener un impacto global en otros proyectos, como 'Veep', la sátira de HBO que toma ese tono crítico y lo lleva al terreno del humor. Con ello, quedan expuestas las intimidades e intrigas de la vida política estadounidense de la forma más ridícula, con la protagonista, Selina Meyer, siendo un exponente tanto del cinismo político como una víctima de un sistema cruel, capaz de generar momentos de vergüenza ajena tanto como otros de verdadera empatía gracias a la interpretación de Julia Louis-Dreyfus.
Equilibrando la despiadada crítica de 'Borgen' con la cercanía y el ritmo ligero de 'Veep' se encuentra la serie más importante de su momento, 'House of Cards', que resultó ser uno de los puntales de la expansión de Netflix por todo el mundo. Aunque con un desarrollo irregular debido al escándalo sexual de Kevin Spacey, a través de los Underwood hemos podido comprobar el lado más deshumanizado de los políticos, reduciendo al mínimo el idealismo y reflejando el poder como el objetivo último y más importante de los representantes de los ciudadanos, sin por ello dejar de parecer aterradoramente real al ser un retrato crudo de Estados Unidos.
Sidse Babett Knudsen y Pilou Asbaek en 'Borgen'
Políticos y, a veces, también personas
También ha habido networks que se han acercado a esta exposición del lado más salvaje e interno de la política. La propia Shonda Rhimes firmaba para ABC 'Scandal', con la que reflejaba la forma en que toda clase de estamentos en el poder tratan de lavar sus trapos sucios o manejar sus problemas de comunicación, sin olvidarse del humanizador acercamiento sentimental propio de la showrunner. También desde ABC se nos presentaba un personaje mucho más empático, que podría cuadrar mejor en el arquetipo de héroe, con 'Designated Survivor'. En esta serie, recogida en su última temporada por Netflix, el contexto era el despiadado, mientras que el protagonista debe tratar de mantener su integridad pese a las múltiples conspiraciones que le rodean. Con un enfoque parecido, resulta más fácil empatizar con la carrera política de Elizabeth McCord, la protagonista de 'Madam Secretary' de CBS, quizás debido a su situación como mujer que debe prosperar en un mundo de hombres. Y es que el feminismo ha avanzado de forma paralela a estas series a lo largo de la década, como se demuestra en el papel creciente de las mujeres en posiciones de poder en la mayoría de ellas, aunque este no se haya correspondido con un avance en el rompimiento de ese techo de cristal en la vida real.
Por suerte, las plataformas todavía se acercan sin prejuicios al circo político de forma muy crítica, como ha hecho Netflix con su primera serie creada por Ryan Murphy, 'The Politician'. De nuevo en un tono de sátira llevada casi al absurdo, aunque de una forma mucho más desenfadada y adolescente, las corruptelas, la lucha por el poder y la incidencia de la comunicación sobre los ideales en la vida política son el foco de esta ficción.
Toby Kebbell prueba una revolucionaria tecnología en 'Black Mirror'
Al otro lado del espejo
Otro impacto que ha alterado de forma determinante la sociedad del siglo XXI y que se ha acrecentado en su segunda década es el desarrollo de la tecnología. En este sentido, resulta imposible no citar 'Black Mirror' como su principal exponente. Creada para la británica Channel 4 en 2011 y recogida posteriormente por Netflix, Charlie Brooker nos relata a través de ella el lado más oscuro de la tecnología, adelantándose a algunos avances posibles, recreando algunos ya existentes o directamente realizando alocadas hipótesis de ciencia ficción. En cada uno de sus capítulos autoconclusivos, los pulidos e imaginativos guiones nos lanzan una reflexión, habitualmente negativa o como poco tenebrosa, de cómo la sociedad, el individuo o ambos resultan afectados por un mundo cada vez más interconectado y artificial, como el nuestro.
La importancia determinante en la década de 'Black Mirror' se comprueba al observar que ha tenido seguidoras en la reflexión desde la ciencia ficción, como es 'Westworld', e incluso en la forma de antología, como sucede con el notable caso de 'Electric Dreams', de Amazon, que está respaldada por el genio de Phillip K. Dick. Sin embargo, estas se sumergen más en escenarios de ciencia ficción que no conectan tan directamente con nuestra sociedad actual. Teniendo en cuenta este aspecto, quizás resulte más interesante el contexto de ambición y codicia y el retrato de los personajes que se mueven tras los avances tecnológicos que realiza desde la comedia 'Silicon Valley', o la visión más luminosa que convierte en héroes de su propio procedimental a los genios y expertos de 'Scorpion'.
Christian Slater y Rami Malek, las dos caras de Elliot en 'Mr. Robot'
Rebeldes con tablet
Aunque en las series mencionadas ya hay cierta hibridación entre estas dos vertientes, la política y la tecnológica, que tan presentes han estado en la sociedad de esta época, quizá sea 'Mr. Robot' la ficción más popular que aúne ambos aspectos. Esta serie de USA Network no solo tiene la virtud de haber presentado a Rami Malek ante el gran público, sino que además muestra una perspectiva rebelde ante una sociedad controlada por grandes compañías y la posibilidad de la tecnología para subvertirlos.
Esta misma perspectiva tiene 'American Vandal', que retrata lo que hay detrás de las gamberradas adolescentes al tiempo que supone una gamberrada en sí misma. Eso sí, quizás refleje mejor el idealismo de la juventud y su choque con la realidad social la alemana 'Somos la Ola', que presenta el avance de un movimiento antisistema con unos revolucionarios ideales que podrían transformar la sociedad para bien, al tiempo que transforma a sus integrantes para mal. Aunque la que más se acerca a la realidad de esta década es, precisamente, la que se dedica a proyectar el futuro de la década que vendrá. 'Years & Years' ha proyectado un futuro repleto de aterradores cambios políticos y tecnológicos a con un brillante equilibrio entre realismo y ficción que no está exento de una mirada esperanzada y reivindicativa.
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Con estas series se muestra el pulso de los tiempos, arrojando perspectivas de lo más diversas sobre una política que parece avanzar continuamente hacia la crisis y la corrupción y una tecnología que tiene el ambivalente poder de mejorar nuestra vida o llevarnos al Apocalipsis. La década de 2010 se ha vuelto hacia sí misma en su ficción televisiva para ahondar en lo que más la ha caracterizado, y así hallar respuestas a nuestros principales dilemas sociales todavía sin resolver, pero que siguen un imparable avance a lo largo de los años sobre el que estas producciones podrían parar a reflexionar.