Saltó a la fama en 2015 por dar vida al policía Will Gorski en 'Sense8'. Su papel en la exitosa serie de Netflix lo convirtió junto a sus compañeros, como el español Miguel Ángel Silvestre, en todo un icono LGTBI+. Precisamente eso, referentes, fue lo que él echó en falta durante su infancia en un pequeño pueblo de Texas. Ahora, el actor se ha abierto para hablar de su sexualidad, la aceptación personal y los problemas de crecer en una sociedad tan conservadora como la tejana en la década años 80.
"Olvídate de cualquier sindicato o grupo LGBTI+. No había absolutamente nada. Estaba completamente solo", asegura en una entrevista a la revista Attitude, cuya portada del mes de diciembre ocupa. "Nunca podía ser quien era. Estaba continuamente asegurándome de no estar mirando a alguien demasiado tiempo o haciendo a alguien sentirse incómodo". Tristes recuerdos de quien sentía la discriminación y el acoso a cada paso. "Escuché de todo: nenaza, maricón. Tenía que ser muy, muy cuidadoso al decirle a la gente la verdad sobre mí", lamenta Smith.
Por fortuna, ese niño de Texas creció y, tras pequeños papeles en series como 'Gossip Girl' y 'Stargate Universe', consiguió su papel protagonista en 'Sense8'. En su proceso de aceptación personal, asegura, fue clave su papel en la serie de Netflix y el ambiente que se creó en el rodaje. "Recuerdo estar tan relajado... Pensé: 'Por fin puedo simplemente ser yo mismo, no tengo que darme aires de nada con esta gente'".
La reacción de su familia
El actor ha recordado cómo lo apoyó su familia cuando, a punto de cumplir 30 años, les contó que era gay. "Me sorprendió. Cuando salí del armario con mis padres, fueron maravillosos. Dijeron que estaban esperando que yo dijera algo", explica. "Estaban mucho más avanzados de lo que yo esperaba. Creo que fue cuando también me sentí bien por eso, al pensar que el mundo no es tan peligroso como pensaba".
Lo más leído
Una visión que contrasta con el quebradero de cabeza que suponía para él, cuando era niño y adolescente, el simple hecho de ir al colegio. "Frente a un público, desaparecía y me convertía en otra persona. Tenía a 600 estudiantes en el colegio, probablemente todos pensaban que era un idiota, alguien raro, pero sobre el escenario me prestaban atención y veían que tenía algo. Ahí es donde no me sentía solo", ha recordado el actor estadounidense.