Carla Antonelli, activista de los derechos LGTB en España, concedió una entrevista a 'El intermedio' que fue emitida en la noche del 11 de diciembre. En ella, la defensora del colectivo trans se abría en canal para contarle a Sandra Sabatés su experiencia, en donde destacó el propio rechazo de su familia o cómo era ser mujer trans durante el Franquismo.
Antonelli dejó a su familia en los años finales de la década de los 70 bajo un ambiente que no la aceptaba y justo cuando la Ley de peligrosidad y rehabilitación social del Franquismo estaba vigente. "Esta ley pretendía reeducarte; por tanto, íbamos a granjas agrícolas, a campos de reeducación, te podían someter a electroshock. Esta ley provocó mucho dolor y sufrimiento y, sobre todo, mucha inseguridad y conciencia de sentirte algo malo, de sentirte sucia", relata. Además, según indica, era una ley que ahondaba en los prejuicios familiares, donde los padres decían que preferían tener "un hijo drogadicto, ladrón o puta que maricón".
Carla Antonelli en 'El intermedio'
"La salida para las personas trans era la prostitución o el espectáculo", recuerda la política, quien cuenta uno de los episodios más agresivos que sufrió. "La noche de San Juan de 1977, unos días después de las primeras elecciones democráticas, me detienen, voy a comisaría y me dan una soberana paliza al grito de 'ya estaréis contentos, maricones, ya tenéis democracia' y donde digo: 'no, por la esquina no me verán'". Tras esto, Antonelli comenzó a trabajar en una sala de fiestas de Las Palmas.
Pese a que la Ley de peligrosidad social se derogó en 1979, el colectivo LGTB siguió sufriendo acoso por parte de figuras legales como el escándalo público, que los consideraba inmorales. "Eso estuvo en vigor hasta el año 1987 y es donde muchas personas trans éramos detenidas", comenta. La política, además, rememora cómo varios trans se suicidaron en la cárcel de Carabanchel por culpa de estas medidas.
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La importancia del activismo
"Era necesario entrar dentro de las instituciones y los partidos políticos para poder hablar directamente y (...) cambiar las cosas", cuenta Antonelli. La Ley de identidad de género no entró en vigor hasta 2007, justo un año después de que la política amenazara con realizar una huelga de hambre al no existir: "Veníamos de 1987 con una sentencia del Supremo que permite cambio de sexo y nombre legal, pero siempre bajo una cirugía genital". Con la nueva ley, las personas trans podían modificar sus documentos oficiales para que se reconociera su identidad sin tener que cambiar su sexo. "Todo ha merecido la pena porque al final la victoria siempre ha sido nuestra porque hemos resistido, hemos sobrevivido y estamos aquí para contarlo".