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Mariano Barroso y Alejandro Hernández han creado 'Los Farad', la ficción de Amazon Prime Video estrenada en diciembre de 2023 que trata sobre el tráfico de armas en la jet set de Marbella en plena Guerra Fría. Los creativos han desgranado el final de la serie en esta entrevista, en donde explican las principales tramas finales y ahondan en las motivaciones que tiene cada uno de los personajes.
Juntos revelan hasta dónde está dispuesto Óskar (Miguel Herrán) por ver cumplidos sus deseos de ambición y qué es lo que le lleva a casi convertirse en el verdugo de su tío (Fernando Tejero), su único pariente vivo. Toda la significación que gira en torno a Hugo (Adam Jezierski) respecto a tu homosexualidad y lo que supone Praga para él o el paralelismo entre la Guerra Fría y la familia Farad son otros de los temas sobre los que hemos podido charlar con ellos.'Los Farad'
Tengo la percepción de que la serie tiene una división en dos partes. Hay un salto del cuarto al quinto episodio que divide la llegada de Óskar a la familia con todo lo que ocurre en la recta final.
Alejandro Hernández: La primera parte es la entrada a ese mundo, que es también la entrada del espectador para conocer cómo funciona esa familia. Hay un momento en el que todo eso comienza a oscurecerse porque si no te quedas con algo que podría ser muy simplón, en el sentido de que el tráfico de armas es buena vida y riqueza. En el episodio 5, el personaje comienza a ver los lados más oscuros de eso, con el secuestro con el que estamos en un caso clásico de terrorismo. Las armas que tú has escondido tienen una consecuencia en la vida de la gente. Luego se van de viaje a África, donde ven lo que es una guerra por primera vez y entonces es un viaje completo en el que va pasando de la fascinación a la perplejidad y al descoloque de cómo entro yo y cómo asumo esto, y esa es la parte final del viaje de él. Está muy motivado porque le gusta lo que ve, pero eso conlleva una parte oscura y con eso tienes que vivir también.
'Los Farad' muestra esa ambición desmedida que tienen los personajes. Cuando al final deciden volver a formar parte del negocio, ¿han aprendido algo?
Mariano Barroso: Cuando entras en una rueda ya es muy difícil parar. Hay una primera parte de ingenuidad e inocencia, por parte sobre todo de Óskar, que entra desde esa ambición pura y honesta. A medida que se va metiendo, ya no tiene escapatoria, entonces ya no sabes hacer otra cosa, ya eres parte de ese entramado y aunque quieras cambiar no puedes. Ni se lo plantea porque ha pasado a ser un eslabón imprescindible de ese engranaje y no sabe ya hacer otra cosa. ¿Cómo te retiras a trabajar ocho horas diarias dando clases y a sudar cuando de la otra manera tienes acceso a todo ese mundo que estaba tan lejos de ti? Es la ambición, pero también es la realidad de la vida. Ingenuamente buscaba una familia o un vínculo o lugar al que pertenecer y lo que pasa, como comentaba antes Alejandro, es que eso tiene un precio de salida. Vendes tu alma y ya estás ahí metido. Además todo es legal en este negocio.
A. H.: Cuando uno vive en ese nivel de intensidad en el que vive él, sobre todo al final cuando te vas a negociar unos cañones a Irak, a un frente de combate en África..., la adrenalina que te genera todo eso es muy parecido a la droga. Pararlo todo y decir que te vas a dedicar a dar clases de aeróbic no funciona. Hay una parte de ti que dice que esto no es bueno y te puede hacer daño, pero es como la droga, necesitas esa adrenalina y subidón y por eso vuelves a caer. Es como lo que dicen los drogadictos: "Esta vez lo voy a controlar, esta vez lo voy a hacer mejor". Pero la vida es como es.
Óskar buscaba una familia a la que pertenecer y lo que pasa es que eso tiene un precio de salida
Óskar le asegura a Leo que su guerra con Mawad no le pertenece y que tanto él como Sara son muy distintos a Leo. Sin embargo, no lo son tanto.
M. B.: Óskar va buscando una justificación todo el rato y hay una parte de inocencia que él sí cree que va a poder cambiar. Cree que va a ser capaz de hacer un nuevo planteamiento en ese statu quo en el que entra, y realmente lo cree y lo hace. Tiene una visión más abierta y moderna y también Sara. Simplemente el hecho de que Sara, como mujer, entre en el comercio de armas como una agente importante, ya te está dando dimensión y te está modernizando ese mundo. Él sí lo cree, lo que pasa es que la vorágine lo arrastra y al final lo esencial sigue siendo lo mismo. Lo importante para él es permanecer y eso lo consigue, él encuentra un sitio al que permanecer y lo que pasa es que aspira a algo creyendo que cuando lo consiga se van a resolver todos los problemas. Lo que no sabe es que empiezan los problemas de verdad y tiene que manejarse en ese laberinto familiar de gente tan complicada.
Hugo es un personaje que lo dinamita todo en varias ocasiones, aunque sea por una buena intención. ¿Qué supone para él Praga?
M. B.: Praga es la liberación, lo ve como su liberación, que va paralela al proceso de liberación de la propia sociedad del Este en esos años. Para él es encontrar un espejo en el que se ve reflejado y donde descubre que a partir de ahí va a ser feliz. Descubre lo importante del valor que tiene, se cree capaz de mucho más de lo que realmente es porque tiene una visión muy distorsionada de la realidad. Está muy falto de amor, como todos en esta serie, pero quizá él más que nadie. Está muy perdido, confundido, muy repudiado de forma tácita por el padre y muy sobreprotegido por la madre. Es una especie de barco a la deriva a 200 millas por horas. Es un tipo que es una caja de bombas y tiene una distorsión brutal.
A. H.: Siempre hemos tenido un paralelismo entre lo que pasa en la familia y lo que es la Guerra Fría. La familia Farad vive su propia guerra fría, su guerra interna en la que hay traiciones y apoyos. Cuando Hugo llega a Praga se encuentra un país que está a punto de cambiar porque va a caer el viejo orden. Con eso se identifica él, con ser la nueva savia de los Farad. Cuando ve esa imagen de Brézhnev besándose con Honecker, representa a su padre y esa manera antigua de hacer las cosas y ahí falta una mirada de atrevimiento para derribar, que es lo que acabará pasando en todo el campo socialista. De ese modo, Praga lo anima a decir que hay que echarle huevos y que esto va de echarle huevos, tomar el toro por los cuernos y atreverse. Y es lo que a continuación se desata.
Fernando Tejero y Miguel Herrán en 'Los Farad'
M. B.: Es lo que hace cuando se lían a tiros contra Mawad él y el personaje de Fernando Tejero. Toma la iniciativa y, como siempre, lo hace de una manera disparatada y sin ninguna discreción ni prudencia, completamente a lo loco en ese ataque de locura total que tiene y que empieza a arrasar el coche. Desata todas las furias y desencadena y precipita el final con la muerte de Leo.
A. H.: Hay una escena que me encanta en la serie y es cuando están en el yate bailando y Sara los sorprende y él, que está muy colocado, le dice que van a crear una nueva especie de Farad. Ese es el nivel al que ha llegado él en su baile y su locura.
M. B.: Es una de mis escenas favoritas también. Es muy difícil hacer eso, es de las que más orgulloso estoy. Tienen un colocón tan grande y lo hacen tan bien que, además, contrasta mucho con la mirada que tiene Sara de ellos. Lo ves y piensas que van a despegar hacia la Luna en cualquier momento.
A. H.: Se ve muy bien el nivel de intimidad que han creado Manuel y él cuando Hugo no encuentra la palabra al hablar con su hermana y el otro le dice: "darwiniano". Qué nivel de locura hay entre estos dos.
Praga supone la liberación para Hugo, que va paralela al proceso de liberación de la propia sociedad del Este en esos años
También ahí se produce el cambio en mostrar su relación porque hasta Praga toda la homosexualidad de Hugo estaba escondida.
A. H.: La relación con Manuel lo ayuda a eso porque es alguien que necesita salir fuera. El apoyo que se dan mutuamente los lleva a asumir la condición sexual que tienen y tirar adelante. Esa unión entre un chico joven y ambicioso y uno mayor golpeado, pero que ya viene de vuelta de todo, los anima a hacer cosas así.
M. B.: La droga los ayuda también a salir de eso.
Siguiendo con Manuel, vamos a hablar de esa escena en la que Óskar está a punto de matar a su tío. El protagonista excusa su intención en salvar a su familia y que, si no lo mata, acabarán con ellos. ¿Esta es la verdadera motivación para acabar con la única persona que es realmente su familia?
M. B.: Es el único hilo que tiene con su origen y su pasado, con quién es él. A él le cuesta mucho y querría hacerlo, pero es una duda para la que no encuentra solución. Por una parte, le están pidiendo que lo haga para salvar a la nueva familia, pero, por otra, tiene que matar literalmente a su vieja familia, al único representante, con todo lo que lo ha ayudado. Lo vive como un tormento, quiere buscar una solución y no es capaz de resolver eso.
A. H.: A lo largo de toda la serie, él va pasando como pequeños tests de hasta dónde es capaz de llegar por la presión de querer pertenecer a esa familia. Desde el momento en el que ve un tío rompiendo una pared, secuestrado, y no lo denuncia y se calla y luego lo siguiente es ponerse con su tío a fabricar napalm sabiendo las consecuencias que tiene, es capaz de tragar con lo del tío Khalid, que es un terrorista; eres capaz de irte a África... Y lo último es: ¿serías capaz de matar a alguien de tu propia familia por proteger a la que tienes ahora? Y ese es el dilema final que tiene él porque se ve arrastrado y te pone frente al espejo último de todos, que es si sería capaz de ser un asesino y matar a alguien de los tuyos.
M. B.: Discutimos mucho esa escena. Tuvo muchas formas y desarrollos posibles.