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Crítica 'American Vandal' (T2): Peter y Sam abordan la sobreexposición en redes desde el humor escatológico

El segundo acto vandálico abordado por la serie de Netflix logra comprender las inquietudes de una generación al mismo tiempo que bromea con diarreas masivas.

Por Alejandro RoderaPublicado: Viernes 21 Septiembre 2018 11:37 | Última actualización: Viernes 21 Septiembre 2018 11:43

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American Vandal

American Vandal

2017 - 2018

Estados Unidos 2 temporadas 16 capítulos

ComediaAcción

5,7

Popularidad: #1.527 de 3.524 Ranking American Vandal

El entretenimiento contemporáneo sufre para atraer la dispersa concentración de una generación para la que el teléfono móvil es una extensión de su cuerpo. A menudo nos topamos con dramas adolescentes tan inverosímiles como irrisorios, que en vez de representar una realidad la caricaturizan o parodian. Por eso las series capaces de hablar de tú a tú con el público adolescente tienen tanto valor, y en ese terreno podemos encuadrar a 'American Vandal'. La irreverente producción original de Netflix ha regresado con un nuevo misterio que desentrañar, y sus creadores nos han enganchado tanto como con su adictiva primera temporada.

Tyler Alvarez y Travis Tope en 'American Vandal'

Tyler Alvarez y Travis Tope en 'American Vandal'

El secreto de St. Bernardine

Después de resolver el crimen del aparcamiento plagado de grafitis de penes, Peter y Sam reciben cientos de mensajes de gente que solicita su ayuda para investigar diversos actos vandálicos. Hay que recordar que 'American Vandal' juega con el meta de la propia serie, por lo que sus protagonistas están contratados por Netflix hasta en la propia ficción. Y tras el gran éxito de su primera iteración como realizadores, los dos jóvenes cineastas deciden adentrarse en las entrañas del instituto St. Bernardine en el estado de Washington, donde un vándalo de lo más sucio está sembrando el pánico entre los estudiantes.

En el episodio inicial se nos muestra la debacle causada por un delincuente que anuncia y refleja sus crímenes en Instagram. El primero de ellos fue la alteración de la composición de la limonada del colegio, y el resultado fue una diarrea masiva que impregnó pasillos, baños y cualquier rincón del campus de heces. Al tratarse de una serie documental, aunque sea un mockumentary, todas estas imágenes que sirven para recomponer los hechos proceden de las propias redes sociales de los alumnos o son dramatizaciones creadas por sus directores. Tras sentar las bases de lo sucedido en St. Bernardine, a lo largo del resto de la temporada se busca dilucidar si el estudiante que confesó los crímenes, Kevin McClain, es realmente el autor de los múltiples actos vandálicos.

Como sucediera en su primera temporada con Dylan, Kevin cobra una importancia mayúscula, ya que su testimonio es crucial para avanzar en la investigación, pero al mismo tiempo su inocencia no se puede dar por sentada. Los auténticos creadores de la serie, Tony Yacenda y Dan Perrault, han recurrido a unos mecanismos similares a los de la temporada previa, diseñada al milímetro para ser devorada en una o dos sentadas. Los giros de guion, descubrimientos impactantes y virajes continuos en la trama están a la orden del día, y funcionan como la seda al contar con un excepcional reparto y un montaje de lo más efectivo.

Tyler Alvarez, Melvin Gregg y DeRon Horton en 'American Vandal'

Tyler Alvarez, Melvin Gregg y DeRon Horton en 'American Vandal'

El zurullo escurridizo

En esta ocasión, el criminal actúa con un proceso mucho más complejo y elaborado, y la amenaza sigue latente a lo largo de la temporada. De hecho, el nombre de este enigmático gamberro, "Zurullo Vengador" (o "Turd Burglar" en la versión original), dice mucho del tono de la serie por si solo. Esa es una de las principales virtudes de 'American Vandal', aunar la comedia con la intensidad de documentales sobre crímenes del calibre de 'Making a Murderer' o 'The Jinx'. Por esa fina línea camina con éxito la serie, que logra introducir el humor de manera orgánica gracias a la naturaleza de los crímenes y a la espontaneidad de sus personajes, que no rompen la máxima de parecer un verdadero instituto.

Ese humor que podría parecer burdo y vulgar a primera vista cobra un valor diferente por cómo es mostrado. En primera instancia puede que choquen las escenas escatológicas, pero no son más que un simple vehículo para reflexionar sobre cuestiones más profundas. En esos momentos es cuando 'American Vandal' realmente trasciende, y es que aunque parezca que la serie no se toma en serio a sí misma, su ingenio y audacia a la hora de hablar de redes sociales, cyberbullying y privilegios jerárquicos en el instituto no está reñido con el uso de un humor más dirigido al público adolescente. Esta dualidad le permite llegar a una audiencia más amplia, que se sentirá interpelada por diferentes inquietudes.

La principal diferencia entre esta temporada y la anterior es la implicación emocional de sus dos protagonistas, Peter y Sam. Cuando investigaban lo sucedido en su propio instituto, las tramas vinculadas con ellos mismos le otorgaban a la serie un encanto especial. En cambio, en los nuevos episodios, a pesar de entablar una relación cercana con Kevin, se nota que están en un ambiente ajeno y que su presencia es mucho más coyuntural, como si se tratara de un encargo. Esto también tiene sus ventajas, porque al final el único foco de atención es la revelación de la identidad del criminal y los estudiantes de St. Bernardine dan el suficiente juego como para no echar de menos las propias intrigas de Peter y Sam.

Melvin Gregg en 'American Vandal'

Melvin Gregg en 'American Vandal'

Conectados 24/7

En el avance de las pesquisas subyace el verdadero alegato de la temporada, referido a la vida -paralela o superpuesta- que despliega la generación postmillennial a través de sus móviles. A la hora de mostrar esa realidad, 'American Vandal' acierta al no tratar con condescendencia a los jóvenes, sino que intenta comprender a qué se debe ese internamiento en las redes sociales. No se juzga como algo negativo, pero sí que se muestran las consecuencias que puede llegar a acarrear paliar la soledad con chutes de artificialidad.

En definitiva, Perrault y Yacenda hilvanan un adictivo y relevante falso documental, en el que cada espectador se adentrará con la profundidad que desee, pero del que no podrá escapar una vez que comience a verlo.

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