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'Andor' es un necesario punto de inflexión. Nacida del éxito de "Rogue One" (la única victoria de un plan antológico que no tardaría en derrumbarse) y encuadrada en el prolífico universo de 'Star Wars', cuya vertiente televisiva ha terminado cayendo en la misma racanería creativa que la cinematográfica, la serie creada por Tony Gilroy rompe con la rutina de la franquicia para proponer algo más innovador y estimulante de lo habitual: un thriller político que, sin renunciar a la adrenalina, los viajes galácticos y los personajes dignos de figuras de acción, ahonda en la ambigüedad moral imperante en tiempos dictatoriales.
Si '"Rogue One" sometía a sus protagonistas a una misión épica, abocada a una muerte segura y casi inmediata, 'Andor' está mucho más centrada en el proceso, en el viaje existencial que puede transformar a un renegado en un mártir dispuesto a sacrificarse por el bien común. Como delata el título, ese improbable héroe es Cassian Andor, el personaje al que dio vida Diego Luna en la cinta original, y que ahora vuelve a ser encarnado por el actor mexicano; solo que esta vez tiene la oportunidad de doblegar la superficialidad que caracterizó a aquella película para ir mucho más allá.Stellan Skarsgard y Diego Luna en 'Andor'
Y es que la tridimensionalidad es la gran virtud de 'Andor', que en todo momento huye de pintar villanos o héroes simples. De esta manera, se moldean personajes con un trazo más fino y no a brochazos, aportando una mayor gama de matices y claroscuros. La presentación de Cassian en "Rogue One", cuando asesinaba a sangre fría a un confidente, ya dejaba entrever esa intención, pero la búsqueda de los planos de la Estrella de la Muerte se antepuso a todo lo demás. Afortunadamente, Gilroy ha tenido una segunda oportunidad para concretar lo que en aquel momento no fue más que un esbozo... y la ha aprovechado.
Rompiendo el molde
En vez de tropezar con las mismas piedras, Gilroy ha aplicado las enseñanzas aprendidas durante "Rogue One" y en 'Andor' plantea una experiencia diferente, que toma la base política que siempre ha formado parte de 'Star Wars' y la expande como nunca antes. Además, a diferencia de las mediocres y pueriles 'El libro de Boba Fett' y 'Obi-Wan Kenobi', que se sentían como películas parcheadas y trozeadas sin demasiado mimo, 'Andor' abraza la esencia televisiva, comprendiendo los ritmos del medio.
En ese sentido, es especialmente representativo que Disney+ haya dejado de lado su estrategia habitual para lanzar de golpe los tres primeros episodios de la serie, que conforman el prólogo de la historia. De hecho, en conjunto podrían funcionar como una pieza independiente, que presenta a Cassian cinco años antes de los eventos de "Rogue One", además de indagar en sus orígenes indígenas y en la complejidad del conflicto que asola a una galaxia regida por el Imperio, en la que la Alianza Rebelde empieza a emerger como un lejano rayo de esperanza.
Este primer bloque, que se estrena el 21 de septiembre, despliega los fundamentos de toda la serie, presentando a numerosos personajes de ambos bandos. Después, el cuarto episodio (el último al que hemos tenido acceso) crece en escala al incorporar nuevas localizaciones y presentar una misión más definida, demostrando por el camino que, pese a lo que puede indicar el título, 'Andor' es mucho más que Andor. Aunque sea un placer reencontrarse con Luna, también lo es conocer una faceta más personal de Mon Mothma (Genevieve O'Reilly) o descubrir las contradicciones de los nuevos personajes encarnados por Denise Gough, Kyle Soller, Stellan Skarsgard o Adria Arjona.
Cambio de imagen
Aparte de las notables divergencias temáticas y narrativas que la distinguen inmediatamente de la mayoría de producciones de la franquicia, también hay que destacar la llamativa identidad visual de la serie. Aparcando el famoso StageCraft, que prometía revolucionar la saga (y lo ha hecho, al menos en ritmos de producción) cuando fue popularizado por 'The Mandalorian', en 'Andor' se ha optado por reforzar los sets realizados desde cero y la grabación en localizaciones reales. Esa decisión permite huir de la homogeneidad impuesta por la vanguardista tecnología, que había recreado las arenas de Tatooine por encima de sus posibilidades.
El hecho de rechazar la comodidad de esos fondos digitales puede parecer trivial, pero dice mucho de una apuesta que es deliberadamente arriesgada y que aspira a ser más realista y creíble que sus predecesoras. Con esta carta de presentación, no puedo evitar sentir el mismo cosquilleo que me provocó la primera temporada de 'The Mandalorian', ya que 'Andor' (¡finalmente!) busca romper con la monotonía y aportar algo sustancial, una inquietud en peligro de extinción en las grandes franquicias, pero que aquí se enarbola en todo momento, permitiendo madurar a un universo que -para variar- no la reprime, sino que le da alas para rebelarse.