OPINIÓN

Crítica de 'Big Little Lies' (T2): Meryl Streep llega a Monterey para agitar el avispero de las mentiras

El merecido éxito de la miniserie de HBO ha promovido esta continuación, cuyo reparto vuelve a opositar como el mejor de la pequeña pequeña.

Por Alejandro Rodera El 31 de Mayo 2019 | 17:46

Ha pasado un verano desde que las protagonistas de 'Big Little Lies' se quitaran de encima la abusiva presencia de Perry. Fuera de la ficción, la espera ha sido ostensiblemente más larga, de dos años. A lo largo de todo este tiempo, la mayor preocupación siempre ha sido la misma: ¿es necesaria una segunda temporada? Y una vez vistos los tres primeros episodios de esta nueva entrega, la respuesta a esa cuestión tiene tantos matices como la propia serie.

Las cinco madres mantienen su secreto bajo llave

La respuesta rápida sería que no. Los siete capítulos de la primera temporada de 'Big Little Lies' conformaban un todo redondo, imprescindible por su madura y pasional mezcla de thriller y drama, que latía al ritmo marcado por su impresionante elenco. La sintonía entre el material del guionista David E. Kelley y la destreza del director Jean-Marc Vallée estuvo a la altura de la exhibida por Nic Pizzolatto y Cary Fukunaga en los albores de 'True Detective'. Al funcionar en conjunto, todas estas virtudes dieron lugar a una de las propuestas más aclamadas de la temporada y, por tanto, a una forzosa renovación que cuesta justificar más allá de la inercia de la industria.

Sin embargo, no por innecesaria en términos narrativos, la segunda temporada de 'Big Little Lies' deja de ser imprescindible. Superado un primer capítulo menos estimulante, la serie despega con un tono renovado. La incorporación de la oscarizada directora Andrea Arnold, conocida por merodear por los márgenes de la sociedad con "American Honey" o "Fish Tank", no supone una revolución en el estilo visual de la serie, que se mantiene intacto, pero sí que dobla la apuesta dramática al desprenderse totalmente del componente de intriga. Ya no estamos ante un drama encubierto de thriller, así que la estructura transita por un cauce más convencional, sin perder los ramalazos experimentales, y lo realmente intrigante es la evolución emocional de las protagonistas.

Mary Louise recuerda a su hijo junto a su nuera y sus nietos

Los fantasmas del pasado

Si la primera temporada finalizaba con una idílica secuencia de las cinco madres en la playa, esta segunda no tarda en dislocar ese espejismo. Cada una de ellas tiene que lidiar con problemas ligados o no con la muerte de Perry (Alexander Skarsgard): Celeste (Nicole Kidman) siente una tóxica dependencia por su fallecido y maltratador marido; Madeline (Reese Witherspoon) proyecta sus miedos en su hija y su matrimonio está en horas bajas; Bonnie (Zoë Kravitz) está terriblemente traumatizada por haber matado a alguien; Renata (Laura Dern) ve amenazada su opulenta vida; y Jane (Shailene Woodley) tiene que seguir adelante tras haber resuelto su enigma personal.

Por si todo esto no fuera suficiente, Meryl Streep irrumpe para alterar el ínfimo orden existencial del quinteto protagonista. La veterana actriz encarna a Mary Louise, suegra de Celeste que acude a Monterey a recabar información sobre la irresoluta muerte de su hijo. En primera instancia, los duelos interpretativos de Streep tienen como contraparte principal a Kidman, pero Woodley y, sobre todo, Witherspoon también se llevan su parte. A pesar de ser reducidas, en las apariciones de Streep hay suficiente profundidad como para que la actriz se luzca y se convierta en el fiel reflejo de una sociedad escéptica ante las víctimas de violencia de género.

Jane emprende una nueva vida

Máscaras caídas

La búsqueda de la verdad es toda una quimera en un entorno en el que la mentira es la nota dominante, y cuando los secretos comienzan a salir a flote, cada personaje vive su detonante personal, sin olvidar el impacto que todas estas revelaciones tienen en sus hijos e hijas. Asimismo, las estigmatizadas protagonistas siguen inmersas en la superficial, pero frágil, atmósfera de Monterey, que es ideal para lapidar sus secretos inconfesables, pero no lo es tanto cuando estos salen a la luz.

En definitiva, esta segunda temporada tan solo tiene sentido como evolución orgánica del relato que nos fascinó hace dos años, elevado una vez más por un elenco impecable. Porque 'Big Little Lies' ya no trata sobre quién ha muerto y cuál es la verdadera identidad de la nueva vecina, sino sobre algo más humano: cómo retomar las riendas de tu vida cuando sientes que has perdido el control.