'BoJack Horseman' siempre ha ido un paso más allá, y su final no ha sacrificado ese espíritu inconformista. Tras perder la confianza de Netflix, que optó por cancelarla con una sexta entrega más larga de lo habitual y dividida en dos bloques, la obra maestra de Raphael Bob-Waksberg ha aprovechado su desenlace para culminar las valiosas y significativas reflexiones que tanto resuenan en nuestro día a día. Porque, ante todo, 'BoJack Horseman' es un estudio emocional y psicológico, abrazado a una mordaz sátira de las incongruencias de la industria del entretenimiento, cuyo mayor acierto ha sido negarle explícitamente a su problemático protagonista la despedida que deseaba.
Herb inmortaliza a BoJack
El personaje doblado por Will Arnett arranca la temporada en una clínica de desintoxicación, donde consigue amasar la suficiente paz interior como para abandonar los excesos de Hollywoo. Arranca así una nueva etapa como profesor universitario en Connecticut, cerca de su hermanastra Hollyhock y aparentemente lejos de los vicios que amenazaban con destruirle. De hecho, hasta logra ser un modelo a seguir para sus alumnos de arte dramático, dejando atrás aquella época en la que trataba de agotar el vacío a base de alcohol y drogas. Pero, por mucho que se disimulen, las grietas siguen estando ahí. Poco a poco, los errores cometidos a lo largo de su atormentada existencia regresan para ponerle a prueba, para comprobar si realmente es capaz de reconocer su culpa y despojarse de sus privilegios, o si sigue siendo el mismo egoísta ahogado en una piscina de autocompasión.
Diane, Todd y Princess Carolyn se reúnen de nuevo
La vida te jode, ¿y se acaba?
A lo largo de los dieciséis últimos episodios, la contraposición entre Diane y BoJack, que afrontan la depresión y el pánico existencial de maneras distintas, estalla la burbuja de egocentrismo en la que la mayoría de producciones seriadas suelen encerrarse para dar un final impactante a su antihéroe protagonista. De la misma manera, 'BoJack Horseman' rechaza el manido arco de redención que nos ha sido inculcado desde la elevada y fingida moral de los blockbusters, de la que Kylo Ren ha sido la última víctima. Habría sido incoherente barrer la descomposición moral explorada durante años o darle un adiós grandilocuente a BoJack, ya que, como reflexionaba el sabio poeta japonés al final de "Paterson", sería como ducharnos con el impermeable puesto, así que Bob-Waksberg se mantiene fiel a su estilo y nos obliga a desnudarnos antes de entrar.
BoJack se asoma al abismo
El sonido del silencio
Tras sentir en el pecho la presión del vacío entre los créditos del penúltimo y el último episodio, 'BoJack Horseman' procede a despedirse con una sensibilidad que no descuida a uno solo de sus personajes. Una vez más, BoJack es el hilo conductor, que alcanza mayor longitud al anudarse a sus amigos. Cada uno de ellos goza de la oportunidad de despedirse en sus propios términos, aunque eso marque una distancia con el protagonista. Lo importante no es que BoJack sea feliz a toda costa en detrimento de la autorrealización de Todd, Diane y Princess Carolyn, sino que aquellos que le han ayudado durante todos estos años sean capaces de volar libres.
Lo más leído