Crítica de 'Caminantes': Orange se pierde en el bosque de la producción original

Quien piense que lo peor que te puede pasar en el Camino de Santiago es compartir habitación de albergue con un roncador nato, no ha visto 'Caminantes'. El debut de Orange en el terreno de la producción original en nuestro país apuesta por un género inusual en la pequeña pantalla: el terror. Y no lo hace con timidez, ya que trata de destacar al emplear el recurso del found footage, instaurado por "Holocausto caníbal" y popularizado por "El proyecto de la bruja de Blair". Como esos títulos de culto, 'Caminantes' trata de fundirse con la naturaleza, donde residen amenazas espeluznantes, y lo hace, literalmente, a través de la perpleja mirada de cinco jóvenes peregrinos.

Ese grupo de amigos viaja al norte para emprender el Camino de Santiago, una experiencia reservada para el descubrimiento personal, que se trunca cuando quedan atrapados en la selva de Irati (Navarra). La elección de esa ambientación es seguramente el punto más acertado de la serie, que retrata el paraje a través del punto de vista subjetivo de los protagonistas, ya que todo lo que vemos ha sido grabado por los propios personajes con sus teléfonos móviles. El material gráfico es descubierto al comienzo de la ficción y a lo largo de sus ocho episodios descubrimos qué les llevo a desaparecer.

La propia serie ha sido rodada con móviles para lograr una estética coherente con su relato, aunque el realismo pierde consistencia cuando el formato elegido hace menos creíbles las decisiones de los personajes. El empleo del found footage por parte del director Koldo Serra ('La Casa de Papel') da lugar a un resultado irregular, con cierta personalidad por su innegable dinamismo, pero que sufre para mantener al espectador que no sea fan acérrimo de las producciones de género inmerso en su mundo. Dicho esto, quien ame el terror por encima de todas las cosas, puede encontrar en 'Caminantes' una experiencia que respeta y se sumerge de lleno en la genética del género.

Violencia con filtros

Esa inmersión interrumpida se debe a que, al apostar plenamente por la subjetividad del punto de vista, la cámara se convierte en un personaje más, cuyos actos y comportamiento son susceptibles de ser juzgados por el espectador. Aunque, en primera instancia, se puede comprar el discurso de que todos nos hemos convertido en cineastas con las redes sociales y los móviles de última generación, hay momentos en los que la tensión se frustra por lo improbable del razonamiento de los protagonistas. Y si hay un género que decae especialmente al diluirse su atmósfera es el terror, ya que sin ese gancho el miedo se puede convertir en una parodia de sí mismo.

En ese sentido, los mejores momentos de 'Caminantes' llegan cuando las escenas tienen espacio para respirar. Ahí es cuando el guion de José A. Pérez Ledo y el desempeño de Serra tras la cámara casan mejor, al igual que cuando se muestra la violencia de manera tétrica jugando con filtros realmente macabros. Sin embargo, la brevedad de los capítulos, que rondan el cuarto de hora de metraje, supone un arma de doble filo, ya que algunos saben a muy poco y otros dan mejor con la tecla y aprovechan mucho mejor esa condensación. Como sucede con 'Servant' o 'Homecoming', aquí el formato reducido se reivindica como una opción óptima para concentrar la intriga, pero en este caso el impacto se ve mermado por la desigualdad entre las entregas.

En cuanto al elenco, cabe destacar la labor de casting, que acierta al apoyarse en el talento de jóvenes con gran potencial, como Alexandra Pino, Daniel Ibáñez, Carlos Suárez, Songa Park y Lucas Miramón. Todos ellos se enfrentan a un desafío muy físico y salen airosos en el proceso, llevando al extremo a unos personajes que no gozan de una gran profundidad, pero que están muy definidos desde el comienzo. Y, en definitiva, eso es 'Caminantes': una serie con buenas intenciones, en la que el esfuerzo invertido y las ganas de hacer algo diferente son más que evidentes, pero que no logra destacar como una experiencia indispensable.