A estas alturas del año pasado, la televisión española atravesaba una de las etapas más brillantes de su historia. Movistar+ golpeaba como nunca con 'Antidisturbios', Atresplayer Premium se apuntaba su primer gran tanto con 'Veneno' y HBO España culminaba años de esfuerzo estrenando dos títulos tan diferentes, pero igual de recomendables, como 'Patria' y '30 monedas'. Cuatro producciones que se sumaban a otras joyas como 'Vamos Juan', 'HIT' o 'El último show', que se fueron encadenando para que la relación entre calidad y cantidad alcanzara cotas insólitas de fertilidad.
Corte a noviembre de 2021.
La ficción local sigue sin dar tregua, brindando estrenos constantes sobre todo en el terreno del streaming, pero esa abundancia no se traduce en una constelación similar a la de 2020. Algo lógico si interpretamos aquel festival como una coincidencia irrepetible, aunque eso no exime a la industria de haber perdido en buena medida el gusto por el riesgo. Por más que TNT haya triunfado una vez más con 'Maricón perdido', que Movistar+ se haya mantenido en la cresta de la ola con 'Reyes de la noche' -pese a cancelarla contra todo pronóstico- o que Filmin haya debutado fiel a su esencia con 'Doctor Portuondo', en general se ha respirado un aire conservador, ausente de voces disruptoras. Y por esto se agradece tanto que una serie tan osada como 'Cardo' llegue sin miedo de romper con todo para construir algo nuevo.
Ana Rujas en 'Cardo'
La punzante e inadaptada protagonista a la que alude el título de la ficción de Atresplayer es María. Millennial de pura cepa, esta joven se encuentra en el umbral de la treintena, con el vértigo que eso conlleva, aunque realmente su crisis viene de largo. Desde que dejara atrás su carrera de actriz y modelo, María ha vagado sin rumbo hasta el punto de acabar trabajando en una floristería de su barrio de toda la vida, Carabanchel, donde pretende olvidar la abrasadora luz de los focos.
Aun así, el personaje de Ana Rujas es incapaz de encauzar su existencia: ha roto con su pareja, su cuenta bancaria está bajo mínimos y, para rematar el cóctel, está enganchada a cualquier vicio que le permita desconectar. En ese saco de adicciones están las drogas y el sexo, dos vías de escape de las que abusa para huir del mundo y de ella misma. No obstante, esa labor de autoprestidigitación la deja expuesta a sus mayores vulnerabilidades cuando, tras una humillante cita, culmina una noche de desfase con un accidente revelador.
María, ensangrentada en 'Cardo'
La generación vacía
Tan solo leer la premisa de 'Cardo' no hace justicia a la experiencia que supone verla en pantalla. A primera vista, la trama articulada por la propia Rujas y Claudia Costafreda, guionista de 'Veneno', tiene un desarrollo fácil de sintetizar: una bofetada de realidad despierta a María, que negará sus problemas hasta que la hagan explotar. Entre medias, un romance desaconsejable, un buen puñado de pastillas y alguna que otra fiesta marcan el devenir de la protagonista, aunque el verdadero conflicto se libra en su cabeza, a la cual tenemos acceso.
En vez de dar voz a los pensamientos de María con una molesta narración en off, 'Cardo' demuestra su desparpajo con confesiones totalmente sinceras que se escriben en pantalla. Si en 'Fleabag' se rompía la cuarta pared hablando directamente a cámara, en 'Cardo' se derriba ese muro ilusorio con reflexiones muy bien medidas, que podrían haber sido un fracaso desajustadas, pero que pulsan las teclas correctas al estar introducidas con precisión. Precisamente este es uno de los elementos distintivos de la serie de Atresmedia, que denota un estilo propio y una personalidad patentes desde el primer fotograma hasta el último.
Además, estos característicos rótulos son el mejor ejemplo de la desnudez con la que se muestra 'Cardo', tanto figurada como literal. La secuencia inicial ya deja claro que no nos encontramos ante una serie pulcra y evasiva, sino todo lo contrario. Rujas y Costafreda están más interesadas en expresarse con honestidad y en hablar desde lo real, por chocante que pueda ser en ciertos momentos. Y es que en esa verdad radica su auténtico valor, el de ser una obra despreocupada de aparentar.
Diego Ibáñez en 'Cardo'
La planta se va pudriendo
A medida que avanza la serie, que consta de apenas seis episodios de unos 25 minutos, el drama va pisoteando a la comedia, aunque el sentido del humor se mantenga como un oscuro fantasma. Aquí se nota la implicación de Javier Ambrossi y Javier Calvo como productores ejecutivos, ya que 'Cardo' bebe directamente del espíritu diverso, decadente y emotivo de 'Paquita Salas' o 'Veneno', aunque al mismo tiempo las voces de Rujas y Costafreda consiguen hacerse oír sin quedar lapidadas por las de sus padrinos. Al igual que ellos, sus ahijadas dan la alternativa a actrices emergentes como Clara Sans o Ana Telenti, así como al cantante Diego Ibáñez, de Carolina Durante, que debuta, irónicamente, haciendo de cayetano.
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Los recién llegados construyen una química orgánica y creíble junto a Rujas, que se desmarca como una auténtica estrella dando vida a María. La imperfección de ese personaje se traslada a la propia serie, que, pese a tener como broche un desenlace un tanto desconcertante, en ningún momento se traiciona para gustar. O la tomas o la dejas, así es 'Cardo': una tragicomedia mordaz y valiente que ojalá cause un seísmo en la industria.