Trasladar un anime a una serie con actores reales siempre supone un reto. Los diseños disparatados, las personalidades histriónicas y los elementos de fantasía o ciencia ficción que suelen estar presentes en estas producciones, entre otras cosas, hacen muy difícil la traducción entre medios y resulta complicado encontrar un ejemplo que haya estado a la altura de la versión original, ya sea en Japón o en occidente. En el caso de 'Cowboy Bebop', toda una leyenda de la animación japonesa, el reto es doble, puesto que la ficción juega con su estilo innovador y su fusión musical para proponerse ser un nuevo género en sí mismo.
Para superar este reto, la adaptación de Netflix ha contado con el asesoramiento del creador original, Shinichiro Watanabe, y ha puesto a los mandos a Christopher Yost, que ha trabajado para Marvel como guionista de cómics, de sus adaptaciones animadas e incluso de las películas con actores reales, por lo que conoce los mecanismos de cada género. La experiencia conjunta de esta alianza ha dado ciertos frutos, produciendo una adaptación disfrutable y correcta que queda lejos del desastre de otras adaptaciones occidentales de anime, pero que también está a la misma distancia del logro singular y carismático que supuso la original.
Jet Black y Spike Spiegel, interpretados por Mustafa Shakir y John Cho en 'Cowboy Bebop'
La acción se sitúa en un futuro no muy lejano en el que la humanidad se ha expandido más allá de la Tierra, por todo el sistema solar. Con todo el espacio para huir, los criminales suelen escapar de la policía interplanetaria, la ISSP, por lo que son habituales los cazarrecompensas, agentes libres que ayudan en esta tarea. Dos de los más hábiles pero con más mala suerte son Spike (John Cho) y Jet (Mustafa Shakir), que tratan de subsistir en su peligroso negocio mientras su tortuosa vida pasada les persigue. Pronto se unen a la tripulación de su nave, la Bebop, la peligrosa y extrovertida Faye Valentine (Daniella Pineda) y el perro de laboratorio Ein, quienes también arrastran consigo sus propios secretos.
Aterrizaje en lo raro
Jet y Spike contra Teddy Bomber en 'Cowboy Bebop'
Para aquellos espectadores que desconozcan el anime original, esta nueva versión es una perfecta inmersión en el estilo de aquel universo tan particular. Sus personajes atípicos, que mezclan tópicos de anime con otros propios del género negro, junto a la divertida acción, que oscila entre lo ridículo y las espectaculares coreografías de artes marciales, dan como resultado una ficción con mucha personalidad. Eso sin mencionar la banda sonora, que discurre fundamentalmente por el jazz, así como por otros estilos de música a los que se hace continuas referencias.
Mención especial merece la ambientación futurista y retro a un tiempo, que nos presenta un universo en el que conviven hologramas y reproductores VHS. Hay modelos de armas clásicas al tiempo que se producen saltos de fase entre puntos diferentes del espacio. No hay un gran despliegue de CGI que resulte espectacular y, de hecho, cuando se usa en ocasiones canta demasiado. Se trata de un tipo de ciencia ficción sucia, en la que las naves no son brillantes ingenios de diseño, sino carracas que pueden calarse y dejarte tirado en Ganímedes. Además, en lugar de inventar una cultura futurista que haya superado a las demás, se intuyen las particularidades de las culturas heredadas de la Tierra, que se mezclan sin complejos en los nuevos territorios colonizados lo que, junto a la mencionada tecnología, da lugar a una ambientación única.
Comparaciones odiosas
Alex Hassel y John Cho recrean una escena mítica del anime entre Vicious y Spike
Por supuesto, para quienes ya conocieran el anime y dieran por sentado buena parte de ese estilo, puede haber sensaciones mezcladas. Por un lado, es fácil que estimule su nostalgia, puesto que prácticamente ningún elemento de esta nueva serie es una invención. Los personajes, las situaciones y los lugares siempre tienen al menos alguna referencia al anime, aunque después se desarrollen o se ordenen de forma diferente. Baste ver cómo se ha cambiado el arma biológica conocida como Monkey Bussiness en la versión animada, que tiene un punto similar de disparate pero opera de otra manera para la nueva ficción. En este sentido, Christopher Yost ha sabido aplicar lo que ha aprendido de las adaptaciones de cómics de superhéroes, en donde se suelen recoger elementos característicos y se muestran reminiscencias al material original, pero luego se les da un giro y se los encaja en otro tipo de narrativa.
Por otro lado, los conocedores del anime bien podrían rechazar estas alteraciones de los detalles de la original, especialmente cuando pocas aportan realmente un valor añadido que justifique el cambio. Aunque lo que más se pierde en el camino es su modo único de narrar. Es cierto que la espectacular banda sonora de Yoko Kanno sigue presente, pero no se integra tan bien y se usa de formas más convencionales que en la serie de los 90. Allí, la música, el estilo de la animación y el ritmo de suspense, con sus requeridas pausas, lograron aunarse para dar lugar a piezas audiovisuales únicas, con tramas episódicas que convertían a cada capítulo de la serie en una experiencia individual que se sumaba al conjunto más bien como un collage. Una particularidad muy rara que se ha perdido de cara a esta adaptación.
Nuevas interpretaciones para viejos amigos
También es verdad que esta serie no se propone ser lo que fue la anterior, sino que discurre por senderos más convencionales, y en ese sentido no cabe reprocharle ser lo que no pretende. Por ejemplo, la amistad entre Spike y Jet tiene el componente de masculinidad tóxica y la asfixia por los secretos del pasado del primero que también hay en el anime, pero en este caso se construye como una relación más verdadera y cercana. Del mismo modo, se integra a Faye mucho más en el grupo, y Daniella Pineda construye a su personaje con tanto carisma como la original y un trasfondo más divertido e ingenuo, lo que la convierte en el personaje que más sale ganando en la comparativa.
Daniella Pineda es Faye Valentine en 'Cowboy Bebop'
Otro de los elementos que se desarrolla para bien en la serie desde su original es la trama de los villanos. Todo lo que tiene que ver con El Sindicato se cuenta de una forma más ampliada en lo que en un principio parece un gasto superfluo de tiempo en cada episodio, pero que poco a poco va aportando cada vez más matices de la organización, hasta conseguir momentos impactantes que no habrían sido posibles sin este desarrollo a fuego lento. Con ello, se consigue que Vicious se perciba como una verdadera amenaza, a pesar de que Alex Hassell lo interprete de una forma por momentos todavía más caricaturesca que en la versión animada.
Gracias a esos elementos destacados y al respeto a las bases del universo en que se basa, se ha conseguido salvar lo que podría haber sido un desastre sin consistencia, armando en su lugar una producción que desde luego no repite el hito artístico de la original pero que sabe conformar su personalidad con los ecos de la extravagancia del anime y desarrolla sus tramas de una forma correcta, incluso aportando gran tensión en sus compases finales. El pulso entre respetar los rasgos disparatados de la serie animada y su tratamiento más adecuado a las normas de una serie live-action debe continuar en su hipotética segunda temporada.
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En ella, parece que se uniría a la banda Eduardo Radical, la niña hacker que ponía el punto más humorístico en el anime y que es lo que más se ha echado en falta en esta primera tanda de capítulos. Su extrema personalidad podría desbaratar esta lucha entre las dos almas de la ficción, lanzándose hacia un lugar demasiado humorísitico que quiebre el tono de la serie, pero bien llevada podría encumbrarla a las cotas de calidad que todavía no ha alcanzado. Todo eso está en el aire, por el momento sí podemos disfrutar de este bien llevado inicio que nos catapulta a los rincones más locos del sistema solar, en una rara psicodelia jazzística que no todas las audiencias sabrán apreciar.