OPINIÓN

Crítica de 'Devs': La razón y los sentimientos como estados cuánticos de la naturaleza humana

El creador de "Ex Machina", Alex Garland, vuelve a sorprender con sus planteamientos estéticos y filosóficos en otra historia de ciencia ficción existencialista.

Por Óscar Arenas El 12 de Marzo 2020 | 09:30

Desde que en 2015 estrenase su ópera prima, "Ex-Machina", Alex Garland se ha convertido, junto a Denis Villeneuve, en el gran renovador de la ciencia ficción en el audiovisual. Por lo tanto, los fans del género estaban expectantes ante cómo llevaría sus originales planteamientos estéticos y sesudas premisas a un formato seriado en 'Devs', la serie que dirige y escribe para Hulu y que en España se emite por HBO desde el 5 de marzo. El resultado será más que satisfactorio para quienes hayan seguido su progresión en anteriores películas.

La trama gira en torno a una gran empresa tecnológica llamada Amaya, que está especializada en computación cuántica. Para ella trabajan Sergei y Lily (Karl Glasman y Sonoya Mizuno), una pareja de brillantes ingenieros informáticos que se ve separada cuando a él lo destinan a Devs. En esta división de la corporación se desarrolla un proyecto en el más alto secreto que acaba teniendo un impacto decisivo para Sergei, iniciando en Lily la necesidad de conseguir respuestas sobre asuntos confidenciales que van mucho más allá de lo que ella cree.

Forest observa una imagen de su hija Amaya en 'Devs'

Nuevos formatos y desafíos

Es cierto que el episodio piloto, uno de los dos que hemos podido ver, puede parecer demasiado similar a "Ex Machina", como si Garland estuviera repitiendo viejos trucos. La tecnología vanguardista, el secretismo ante un revolucionario proyecto o la relación entre Sergei y su jefe, Forest (Nick Offerman), pueden apuntar hacia esa dirección. Sin embargo, según avanza la trama va encontrando su propio lugar, colocando el centro de la acción en torno a Lily y presentando a otros personajes secundarios que amplían el mundo y llevan el argumento hacia otros derroteros más complejos que en aquella película.

Además, parece que el director se ha adaptado fácilmente a una narrativa episódica, puesto que en 'Devs' cada capítulo mantiene una estructura bien orquestada que juega muy inteligentemente con revelaciones, cambios del punto de vista y giros de guion. Este dominio del ritmo se evidencia especialmente al construir el misterio en torno a lo que se hace en el complejo de Devs. El goteo inconstante de información transmite perfectamente al espectador la intriga y fascinación que los propios personajes sienten por el proyecto. Una pena que, si la respuesta a esa pregunta es la que parece quedar clara tras este inicio de la serie, resulte un tanto decepcionante por lo previsible. Un daño colateral de engrandecer las incógnitas de la historia.

Forest le enseña las instalaciones de Devs a Serguei en 'Devs'

Un elenco que salva cualquier error

Y es que esta ficción puede adolecer por momentos de regodearse en su premisa y su apartado técnico. No es que acabe cansando, pues ambos son más que destacables, pero por el camino descuida explicaciones menores o justificaciones para el arco de sus personajes que están resueltas de una forma un tanto perezosa desde el guion. Son apenas algunos diálogos expositivos y revelaciones del trasfondo de algunos personajes que resultan simplistas, pero que, a decir verdad, no resultan difíciles de aceptar puesto que el argumento general te atrapa por encima de lo que esto pueda llegar a molestar.

Por otra parte, por mucho que el guion a veces se esfuerce poco en el desarrollo de los personajes, bien lo pueden compensar las actuaciones. Como corresponde al tono independiente que gusta de usar Garland y a este frío mundo tecnológico en que se ambienta, no se trata de grandes alardes pasionales, pero, por ejemplo, los estados de felicidad, duelo y obsesión que recorren a Sonoya Mizuno en su papel de Lily son casi palpables. Mención especial merece también el despiadado Kenan al que interpreta Zach Grenier y, sobre todo, la torturada interpretación de Nick Offerman dando vida a un Forest que es mucho más que un excéntrico villano del mundo empresarial tecnológico y que tiene un potencial de evolución de los más interesantes.

Sonoya Mizuno frente a Nick Offerman en 'Devs'

Derroche estético audiovisual

Como ya sucediera con las asépticas salas de pruebas de "Ex Machina" o con las coloridas formas de vida de 'Aniquilación', Alex Garland vuelve a demostrar que, ante todo, sus historias suponen una inmersión en un universo estético particular y desafiante. Algo que se explora todavía más profundamente en esta serie al hacerla suceder bajo bosques de divina iluminación, estatuas de niñas gigantes que se tornan siniestras o el propio complejo dorado de Devs. Siempre jugando con el contraste entre unos colores crepusculares y ambientaciones oscuras repletas de sombra, el conjunto se armoniza como uno de sus mejores trabajos en lo que a fotografía respecta.

Esta creación de imágenes impactantes se refuerza por el significado que adquieren para la historia. Por ejemplo, la elección de numerosos planos que duplican la imagen de los actores refuerza las constantes referencias a la teoría cuántica y las diferentes posibilidades que conviven de acuerdo a ella para los personajes. Del mismo modo, el creador demuestra que es capaz de manejar el ritmo prodigiosamente con otros elementos como el uso de la banda sonora, que acentúa momentos dramáticos ajustándose a ellos como un guante. Quizá se pueda acusar al director de recrearse excesivamente en estos aspectos técnicos, pero si el resultado es tan preciosista al final no hay reproche posible.

Las instalaciones de Amaya, con la estatua desafiante de la hija de Forest, en 'Devs'

Ciencia ficción que habla de personas corrientes

Apoyándose en ese argumento a ratos bien ejecutado y a ratos descuidado, en sus aspectos técnicos y, sobre todo, en su premisa de ciencia ficción, 'Devs' nos traslada en última instancia el conflicto de la dualidad del ser humano. Sus personajes luchan constantemente entre una fría lógica, muchas veces científica, y un pasional sentimentalismo dictado por su corazón, enfrentados a despejar la duda cuántica entre un polo y su opuesto mientras que el determinismo del proyecto que esconde Devs afirma que los dos son posibles a un tiempo. Esto le pasa a la protagonista, Lily, pero se transmite de forma mucho más directa mediante el profundo monólogo que protagoniza Forest a inicios del segundo episodio, en donde se condensa el trasfondo de la serie.

Lo que vaya a decir Alex Garland con estos elementos es pronto todavía para decirlo con una muestra de apenas dos episodios, de los ocho que conformarán el total. Sí que se puede afirmar que 'Devs' es una serie a la que merece la pena seguir, en la que su creador lleva el deleite técnico y estético de sus anteriores trabajos en el cine a un nuevo nivel al explorar las posibilidades que ofrece la construcción de un universo más amplio mediante la ficción seriada. Todo ello para explorar ese terreno que tanto le gusta, repleto de todos esos debates morales y posibilidades existencialistas que ofrece la ciencia ficción, y en el que tiene posibilidades de alcanzar nuevos e interesantes territorios.