La animación japonesa continúa abriéndose paso en Netflix, esta vez de la mano de 'Edén', una nueva producción original de la plataforma. La existencia de otras ficciones propias como 'Castlevania' o 'Yasuke' demuestra que la apuesta de la compañía por este género cada vez es mayor, síntoma del gran interés de los suscriptores por este tipo de contenido. Además, han depositado su plena confianza en Yasuhiro Irie, director de 'Fullmetal Alchemist: Brotherhood', una de las adaptaciones animadas más aclamadas y que también se encuentran disponibles en el catálogo de Netflix.
La pequeña Sara protagoniza 'Edén'
Así pues, 'Edén', disponible en Netflix desde el 27 de mayo, nos sumerge en un mundo de fantasía y ciencia ficción a través de un viaje de cuatro episodios de unos veinte minutos de duración en los que los espectadores pueden disfrutar de un futuro distópico en el que los robots han asumido el control. La llegada de Sara, una niña humana, a la ciudad conocida como Edén 3 revoluciona la rutina diaria de dos robots granjeros que, hasta ese momento, veían a las personas como un mito ancestral y un peligro del que alejarse y protegerse. Sin embargo, poco a poco van descubriendo que todo lo que les habían enseñado nada tiene que ver con la realidad y deciden comenzar una nueva vida en un refugio seguro donde poder criar a la pequeña Sara como si fuesen sus padres.
De este modo, ambientada en un mundo en el que los seres humanos han desaparecido y los robots son los encargados de cuidar y proteger la naturaleza haciendo que esta prospere sin contaminación ni agentes dañinos, la ficción reflexiona sobre el papel de la humanidad a través del punto de vista de una niña que no ha conocido otro mundo que ese dominado por robots, mostrando el lado bueno y malo de las personas. El resultado final es un relato optimista que obliga al espectador a reflexionar y que brilla a nivel visual gracias a una animación muy colorida que logra captar nuestra atención.
Un futuro distópico desde un punto de vista diferente
Sara y sus padres robots en 'Edén'
El planteamiento de esta ficción parte de la base de un futuro distópico dominado por robots y en el que los seres humanos son vistos como una amenaza. Además, impera un ambiente en el que los avances tecnológicos y la inteligencia artificial son el motor que mueve todo. Hasta aquí la ficción parece que no aporta nada novedoso en lo que respecta a otras producciones del mismo género, pero su matiz diferenciador radica en el punto de vista que utiliza para narrar los acontecimientos. En este caso nos topamos ante una niña que despierta en ese universo sin comprender nada de lo que sucede a su alrededor y sin conocer cómo era el mundo cuando los seres humanos como ella eran quienes habitaban la Tierra.
El descubrimiento de cómo es la vida en Edén a través de la mirada inocente de Sara se convierte en un aprendizaje continuo en el que los espectadores actuamos como testigos de su crecimiento. Ese viaje hasta la vida adulta se convierte en un interesante camino, sobre todo a nivel emocional de los personajes. Precisamente, los sentimientos juegan un papel importante porque los robots carecen de esta característica y se esfuerzan por comprender cómo funcionan para poder entender mejor a Sara. Algo parecido le sucede a Sara con los robots, pues le cuesta asumir que ella es diferente a pesar de considerar a los robots su familia y de haberse criado en el mismo ambiente.
El valor de la naturaleza
Uno de los paisajes de 'Edén'
El relato narrado en 'Edén' se construye todo el rato alrededor de la importancia de preservar la naturaleza. En la ficción podemos ver cómo en ese futuro distópico se ha conseguido salvar gracias a la eliminación de los seres humanos, quienes actuaban como agentes peligrosos que estaban destruyendo el planeta por culpa de la contaminación y los malos hábitos de su rutina diaria. Tras su ausencia, se paralizó la desertización y la naturaleza logró resurgir y florecer, convirtiendo la ciudad de Edén en un lugar próspero y libre de sustancias tóxicas.
Mediante esta visión del mundo, la serie no solo pone en valor la naturaleza, también nos obliga a reflexionar sobre cómo estamos tratando al planeta. En todo momento se apunta al ser humano como responsable de esa destrucción, algo que concuerda con la realidad que vivimos en la que necesitamos actuar de inmediato para evitar terminar justo como plantea la ficción. No obstante, aunque culpa a la humanidad de ese problema, no todo es negativo en lo que respecta a las personas, también muestra el lado más amable gracias a Sara, que ejerce objeto de esperanza y nos recuerda que en la vida hay que disfrutar de los pequeños detalles y dejarnos llevar por las emociones.
Personajes entrañables y brevedad, sus puntos fuertes
Sara y su padre robot en 'Edén'
Los fondos que dan lugar a los escenarios en los que transcurre la acción destacan visualmente por su belleza, sobre todo cuando se trata de mostrarnos cómo es la ciudad de Edén 3. No obstante, manejan a la perfección los contrastes jugando con las tonalidades y los colores vivos, algo que capta la atención desde el primer momento y que realza la historia que narra la serie. De esta forma, a nivel técnico nos topamos con una animación en la que prima la digitalización, pero que concuerda a la perfección con el universo que se representa en la ficción.
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Además, su visionado resulta bastante ligero, algo a lo que, sin duda alguna, ayuda la brevedad de sus episodios, de unos veinte minutos de duración aproximadamente. Además, el conjunto total de la serie presenta una clara estructura formada por su introducción, su desarrollo y desenlace, configuración propia de una película, por lo que ofrece la sensación de estar viendo un largometraje que simplemente ha sido fraccionado en cuatro entregas diferentes. Asimismo, el último aspecto que hace que te enganches a la serie son sus particulares y entrañables personajes que se mueven entre la emotividad y los momentos cómicos y quienes ponen la nota diferenciadora a ese universo distópico tantas veces visto en pantalla.