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El 5 de junio de 2019, Hulu estrenaba la tercera temporada de la exitosa serie 'El cuento de la criada', producción que fue renovada por una cuarta tanda de episodios casi dos meses después. Por entonces, ninguno imaginaba que habría que esperar cerca de dos años para descubrir qué sucedería con June Osborne (Elisabeth Moss), después de que la criada y sus compañeras rescataran a más de ochenta niños de las garras de Gilead. Un movimiento que concluyó con la protagonista, herida de bala, siendo recogida por algunas de sus compañeras en el cierre de la tercera temporada.
Una Esposa recibe a June y sus compañeras en la cuarta temporada de 'The Handmaid's Tale'
Comienza así una huida en la que la protagonista solo ve ante sí dos opciones posibles a estas alturas, tras perder la pista de su querida hija Hannah: la libertad o la muerte. Este ligero cambio en el personaje se ve reflejado en la ruptura con respecto a la relativa "calma" y seguridad que la envolvía la temporada anterior, cuando June gozaba de un ambiente un tanto privilegiado, protegida por la seguridad que le otorgaba ser la criada del Comandante Lawrence (Bradley Whitford) y su esposa, Eleanor (Julie Dretzin). Esta nueva etapa para Osborne se inicia de forma un tanto frenética y cargada de acción, aunque continúa manteniendo una cuidada fotografía, grandes escenarios y, en general, impecables interpretaciones que ya se han podido disfrutar en anteriores temporadas. No obstante, de nuevo volvemos a encontrar a June en un intento de rebeldía en el que se ve perseguida por Gilead, despertando así una sensación de déjà vu a veces difícil de ignorar, que genera la irremediable sensación de que la trama no acaba de avanzar.
Una "nueva" June
June, custodiada por dos desconocidos en la cuarta temporada de 'The Handmaid's Tale'
A pesar del descarado y exitoso movimiento de June, la cuarta temporada se embarca en un camino en el que se ve escasa esperanza en el futuro de Osborne y el resto de las criadas que la acompañan, algo que ya supone un primer gancho que va acompañado de esa habitual exploración de la violencia que sufren las mujeres de Gilead, sin importar posición en la escala social. La frustración que generan los nuevos escenarios e historias, encarnada en June, es trasladada con éxito al espectador, mientras la protagonista se ve empujada por dicho sentimiento a hacer algo más que huir. Un paso más hacia la crueldad en el que Osborne, al igual que la dureza de algunas situaciones, seguirá contando con el contrapunto dulce e inocente que aporta el personaje de Madeline Brewer, Janine, quien a veces ejerce de ancla a la cordura y la bondad para la protagonista.
Hasta ahora, además, las acciones de June han tenido sus consecuencias en personas de su entorno, algo que, por fin, parece empezar a pesar de verdad a su protagonista, quien también sufrirá de nuevo en sus carnes la crueldad de Gilead. Un ciclo un tanto repetitivo en el que la producción continúa empujando a Osborne hacia unos límites cada vez más crueles que, de ser sobrepasados y extendidos, podrían acabar yendo en su contra a ojos del espectador. Por suerte, la serie logra mantener cierto equilibrio en el arranque de esta temporada aunque, ¿cuántas muertes podrá soportar June sobre su conciencia, sin que resulte chocante que apenas le afecte? La antigua criada ya ha mostrado momentos de flaqueza, de dudas y dolor, que en esta temporada parecen multiplicarse y que golpean al espectador, hasta un punto que podría incluso considerarse agobiante, pero aparentemente coherente con lo que Osborne está viviendo. Algo que parece ser un avance en cuanto al desarrollo del personaje, dentro de una trama que tiene cierto tinte de repetición.
El "efecto June" continúa en Gilead
Rita habla de June en la cuarta temporada de 'The Handmaid's Tale'
Tras el cambio de rumbo que tomó Serena (Yvonne Strahovski) a lo largo de la tercera temporada, el cual la llevó a traicionar a su propio marido, Fred (Joseph Fiennes), son varios los personajes que comienzan a cuestionarse los ideales de Gilead, gracias al "efecto June", en esta cuarta temporada. De esta forma, aunque tanto Lawrence como Tía Lydia (Ann Dowd) sufren las consecuencias del arriesgado movimiento de Osborne en el final de la tercera temporada, ambos personajes mantienen cierto peso en la trama, mientras la presencia de June continúa minando su determinación y su creencia en el sistema en el que los dos han estado tan involucrados. Mientras que la segunda trata de resistir en su puesto y se convence del bien que hace a sus "niñas", ignorando las dudas que la díscola criada ha plantado en su mente, el primero sigue adelante con un peligroso juego de política y diplomacia en el que conserva ciertos lazos con June.
Ese sutil y progresivo cambio en ambos personajes supone un gran atractivo de la trama de la nueva temporada, al igual que el efecto que June ha ido provocando paso a paso, de forma inconsciente, en Nick (Max Minghella). Poco se conoce acerca del oscuro pasado del ahora Comandante (algo que los creadores ya adelantaron que se exploraría en esta cuarta temporada), pero está claro que sigue sintiendo algo por Osborne. En consecuencia, cada vez le resulta más complicado conservar su "máscara" en una temporada en la que cobra de nuevo el protagonismo perdido en la tercera. De hecho, tanto él como Lawrence tratan de mantener a salvo a la obstinada y desatada excriada. Una delicada situación en la que cualquier paso en falso podría llevarlos al desastre, lo que genera una potente expectación en el espectador, a la espera de descubrir cuál será su próximo movimiento y si, en algún momento, alguno de los dos llegará a apostar por Osborne y tratará de dinamitar una Gilead golpeada en puntos importantes por una "simple criada". Todo ello de la mano de unos personajes que siguen siendo tan complejos como humanos, con sus miedos, debilidades y fortalezas, tan grises que, a veces, es difícil saber si los odias o les has cogido cariño.
¿Llegará la guerra a Canadá?
Serena, prisionera en Canadá en la cuarta temporada de 'The Handmaid's Tale'
Los movimientos de June no solo tienen efecto en Gilead a lo largo de la cuarta temporada, donde incluso sus compañeras criadas sufren cambios en su condición por su causa. A pesar de la distancia, aquellos que tienen lazos con ella en Canadá, también se ven afectados, para bien o para mal, enriqueciendo así la historia sin tener que recurrir en todo momento a la violencia y la acción: Moira (Samira Wiley) debe lidiar con su propia frustración al ver el efecto que el traslado tiene en los niños de Gilead, mientras su amiga parece darlo todo al otro lado de la frontera; y Luke (O. T. Fagbenle) se verá obligado a luchar contra su propia rabia, cargando con sus dudas y miedos acerca del comportamiento de la que un día fue su mujer y que, como es patente a ojos del espectador, ya no es la misma persona.
La producción deja entrever también los efectos que Gilead tiene fuera de sus fronteras y, especialmente, en aquellos niños que han crecido bajo su yugo, al mismo tiempo que refleja el dolor de las familias rotas que ahora tienen que pelear por recomponerse. El proceso, delicado y tan humano, aporta cierta paz en una trama cruenta, acelerada y despiadada en ciertos sentidos, equilibrando la balanza. Al mismo tiempo, los Waterford deben manejarse en su nueva situación como valiosos prisioneros en Canadá, tras perder el poder que ostentaban en Gilead, mientras lidian con sus propios sentimientos. Todo ello, mientras llegan susurros de lo que ocurre en su país y de lo que June ha desatado, hasta el punto de que la guerra sobrevuela Canadá, país que ha jugado un papel esencial en la huida de los niños que June y sus compañeras lograron salvar de Gilead. Un posible detonante de un potencial conflicto en el que Osborne ha estado cada vez más implicada a pesar de su pequeño e insignificante papel, gracias a unos giros tan interesantes como oportunos.
La ficción añade así una tensión de fondo que podría afectar al destino de una June que se encuentra contra las cuerdas más que nunca y cuya historia, de alargarse más, haría tambalear el interés del espectador. Es evidente que 'The Handmaid's Tale' es todo un drama y Gilead un sistema cruel, pero continuar con la violencia y los dolorosos giros de los nuevos episodios, sin que permitir que la trama avance de verdad, podrían perjudicar a la producción, más que jugar a su favor. De hecho, esta agitada cuarta temporada parece apuntar hacia un posible desenlace para la historia de June que, de tardar en llegar, podría acabar desembocando en una recta final decepcionante e innecesariamente larga, que empañara el resto de una producción que cautivó a tantos fans desde su lanzamiento en abril de 2017.