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'El pueblo' llega a su fin. La ficción de Contubernio, que supuso uno de los primeros proyectos de la alianza entre Mediaset España y Amazon Prime Video, se despedirá de la audiencia el 14 de abril, justo un mes antes de cumplir cuatro años desde su estreno. Esta cuarta tanda se grabó sin conocerse que sería la última. Sin embargo, los peñafrienses están acostumbrados a los finales que bien podrían cerrar la serie.
Uno de los puntos fuertes de 'El pueblo' ha sido siempre la capacidad para mantener su dinámica y su ritmo temporada tras temporada. Eso sí, quizá la cuarta parte sea la más continuista de todas, puesto que ya desde el principio, aunque se abren nuevas tramas, da la impresión de que estás viendo un episodio de la tanda anterior. Consecuencia de ello es también la concepción del proyecto en bloques, y es que hay una clara distinción entre el que forman la primera y segunda temporadas y el que componen la tercera y cuarta.Vicente Gil, Ángel Jodra y Javier Losán en 'El pueblo'
En la cara contraria de la moneda se encuentra su primer episodio, el cual se hace bastante largo por su duración. Al contener el regreso de varios personajes y de situar cuáles serán los puntos por los que tengan que transitar estos, le cuesta arrancar y encontrar la balanza entre esa continuidad que antes mencionábamos y el inicio de una nueva temporada. No obstante, esto se solventa ya en el episodio siguiente y pone sobre la mesa el camino correcto por el que seguir en los siguientes capítulos.
Una mayor denuncia de la España vaciada
El hecho de que se vuelva a vivir el regreso de algunos personajes resulta reiterativo, pues es una fórmula ya vista en otras temporadas. Juanjo, Amaya, Ruth y María vuelven a pasearse por Peñafría movidos por intereses personales, mientras que otros viejos conocidos irán poco a poco sumándose a las tramas que se van abriendo. Por otro lado, Daniel Pérez Prada con su Nacho se ha erigido como uno de los principales protagonistas de esta tanda, dado que de él surgen varias de las tramas de sus vecinos.
Siguiendo con las tramas que protagonizan esta temporada, la reclamación de la prosperidad en la España rural vaciada va a estar más presente que nunca, hasta el punto de alcanzar las altas esferas de la política. Peñafría va a luchar por hacerse un hueco en la agenda española, pero también por continuar saliendo adelante con la ayuda de los urbanitas, que ya no lo son tanto.
Ingrid Rubio, Roque Ruiz y Elena Gallardo en 'El pueblo'
Es aquí donde entra en juego Laura (Ruth Díaz) con una reflexión sobre la constante búsqueda de oportunidades en las tierras altas de Soria a través de sus múltiples empleos y de su desembarco en una de las pymes que surgen en el pueblo. Como demuestra la serie, esta realidad se extiende más allá de lo rural, pues varios personajes se movieron al pueblo para encontrar un futuro mejor.
La parodia vuelve a ser uno de los ingredientes principales de 'El pueblo', siguiendo el nivel de la anterior tanda. Clara y Hugo, encarnados en Elena Gallardo y Roque Ruiz, respectivamente, son dos de los máximos exponentes a través de sus personajes no binarios, pero también tenemos a Ruth (Ingrid Rubio) con el ecofeminismo o a los propios pueblerinos con su descubrimiento del mundo urbano.
El adiós llega antes de tiempo
Vistos los dos episodios de esta cuarta temporada de 'El pueblo', la serie demuestra que sigue a la altura de sus antecesoras. Además, por la experiencia que ya tenemos en este proyecto de los hermanos Alberto y Laura Caballero, según avanzan los episodios el nivel va creciendo. De este modo, todo apunta a que con estas bases ya asentadas, todo seguirá en la correcta dirección, aunque quizá hubiera sido necesario meter un poco de tijera al metraje.
Respecto a la decisión de poner fin a la serie, es una lástima que no hayan querido continuar con ella. 'El pueblo' todavía tenía mucho que ofrecer y da la sensación de que se van a perder numerosas oportunidades de traer personajes nuevos que refresquen el aire soriano de Peñafría. La comedia sigue tan bien llevada como al principio y la serie no muestra ni un solo síntoma de desgaste. En ocasiones, los proyectos se alargan más de lo necesario hasta agonizar y otras veces, como es este caso, acaban con su vida cuando todavía tenían mucho que decir.