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'Élite' ha muerto. Al menos, tal y como la conocemos. Atrás ha quedado aquel guilty pleasure que nos enganchó con su superficialidad, su mamarrachismo, sus glamurosas y surrealistas fiestas, sus frases inolvidables, sus ardientes secuencias o sus forzados misterios. La nueva era de Las Encinas viene cargada de dramatismo, pero no por sus clásicos asesinatos, ahora apuestan por los problemas de nuestra sociedad que son tan reales como duros. Los tres primeros episodios de la temporada 6, a los que ha tenido acceso FormulaTV, poco tienen que ver con lo que conocemos como 'Élite'. De hecho, los recientes fichajes se convierten en los veteranos, ya que no hay ni un solo miembro del elenco original.
Pero comencemos por el principio. La sexta temporada arranca con el inicio de un nuevo curso académico, donde el centro de estudios debe lavar su imagen tapando desastres del pasado. Sin embargo, el conflicto en sus aulas no cesa y viene marcado por casos de racismo, sexismo, violencia machista, abusos sexuales y LGTBIfobia, entre otros. Ante la falta de soluciones, los propios alumnos de Las Encinas deciden tomar cartas en el asunto.Álvaro de Juana y Ana Bokesa, fichajes de 'Élite 6'
Un drama social
Como podéis observar, 'Élite' se vuelve mucho más emocional y reivindicativa, frenando casi en seco sus tramas eróticofestivas y minimizando su lado más hedonista. Y eso que el primer avance se vendió como el teaser censurado de la serie. El resultado: un extraño cóctel que se queda en tierra de nadie. Sí, la serie siempre ha mezclado dramatismo con mamarrachismo, pero era un drama irreal. Los asesinatos en Las Encinas eran algo anecdótico y artificial dentro de la trama, que no conmocionaban al espectador (ni casi a los protagonistas). Como ocurre en esta temporada, nos da igual el desenlace del misterio o descubrir quién es el asesino o la víctima. Y eso que, en esta ocasión, el personaje implicado es adorable. Pero los conflictos que abordan ahora son tan complejos y reales que causan rechazo dentro de una serie tan fantasiosa y petarda como 'Élite'. Lamentablemente, son historias que vemos cada día en los informativos o en nuestro entorno. Son historias que la ficción debe retratar para visibilizarlas y/o denunciarlas, tal y como hacen 'HIT' o 'Euphoria', pero aquí suenan forzadas y fuera del tono de la serie.
Carisma en crisis
Tampoco ayuda el relevo generacional de los alumnos de Las Encinas, que se hace a marchas forzadas y fulmina de un plumazo a prácticamente todo su elenco original. Itzan Escamilla (Samuel), Omar Ayuso (Omar), Georgina Amorós (Cayetana), Claudia Salas (Rebeca) y Pol Granch desaparecen de 'Élite' a la francesa (y no solo el príncipe Phillippe), como si sus personajes nunca hubiesen existido. La serie no se esfuerza por justificar o despedir a sus rostros clásicos, directamente los omite y hace una vaga referencia al decir que empieza un nuevo curso y que los anteriores alumnos ya terminaron. Curiosamente, en los tres primeros capítulos no se hace alusión alguna al fallecimiento de Samu, que quedó un poco en el aire en el desenlace de la temporada 5 y cuya resolución solo conocemos (por ahora) a través de una nota de prensa de Netflix. ¿Cómo acaba una relación tan bonita como la de Mencía (Martina Cariddi) y Rebe? Spoiler: No tiene final ni se le espera.
Ander Puig y Valentina Zenere, en una secuencia de 'Élite 6'
A diferencia de las últimas oleadas de fichajes, con grandes personajes como Patrick (Manu Ríos), Ari (Carla Díaz) e Iván (André Lamoglia), la temporada 6 se vuelve menos orgánica en este aspecto. La presentación de algunos alumnos resulta forzada y en otras nos intentan engañar como si llevasen varios cursos en Las Encinas, pero casi todo acaba resultando un pegote. Además, no hay ninguno que esté a la altura del carisma de Lu (Danna Paola), Carla (Ester Expósito) o Rebe (Salas), que protagonizaron la época dorada de la serie española. Incluso Ari, uno de los pocos personajes con esencia 'Élite', se desdibuja por su forma de reaccionar al nuevo personaje trans, Nico (Ander Puig).
Desde su estreno, hemos reivindicado 'Élite' como un placer culpable que da lo que promete, sin trampa ni cartón, y al que no le exigimos verosimilitud ni coherencia. Pero cada vez resulta más complicado defender lo indefendible. La reinvención de la sexta temporada no funciona y no entretiene, el drama social se come a la comedia para ofrecer un resultado descafeinado y poco adictivo. Ojalá los cinco episodios que no hemos visto nos hagan cambiar de opinión. Por el momento, creo que la serie necesita encontrarse a sí misma y decidir qué quiere ser. Ojalá lo consiga. Desde luego, yo me quedo con la 'Élite' más petarda.