En plena era de esplendor de la ficción televisiva, ninguna plataforma o cadena había tenido la osadía de explorar los límites un género con tanto potencial como el drama adolescente. Al menos hasta ahora, ya que HBO ha revivido el espíritu pasional y directo de 'Skins' con 'Euphoria', que no entiende de tabúes ni de complejos. Al igual que sucedía con la serie británica, un paradigma absoluto del género, la producción estadounidense apoya sus provocaciones en un irresistible plantel de personajes, que transitan por una adolescencia empañada por las drogas, el sexo, el alcohol y la incertidumbre personal.
Jules (Hunter Schafer) y Rue (Zendaya) en 'Euphoria'
En el caso de 'Euphoria', esas inquietudes están ligadas al pasado de su creador, Sam Levinson, que también tuvo que lidiar con una adolescencia conflictiva. Sus experiencias personales cobran vida a través de Rue (Zendaya), que regresa a su hogar en los suburbios justo a tiempo para el inicio del nuevo curso. Viene de pasar la mayor parte del verano ingresada en un centro de rehabilitación, donde ha tratado de mitigar su sistemática adicción a todo tipo de narcóticos. Sin embargo, la adicción tiene unas raíces mucho más profundas que la mera recreación festiva, ya que es la única vía de escape que le permite sentir algo.
Y es que 'Euphoria' nace al mismo tiempo que Rue, mostrando en su primera escena el parto de su protagonista, para después ahondar en su creciente sentimiento de distancia con respecto al mundo en el que habita. A lo largo de los cuatro episodios a los que hemos tenido acceso, Rue sirve de hilo conductor del amplio elenco que compone la serie, pero cada capítulo está centrado en un personaje diferente. A través de este surtido crisol de adolescentes, Levinson aborda temas tan variados como la transexualidad, el body-shaming, la homosexualidad, la vigorexia, la comunicación a través de fotografías íntimas, la reclusión y los potenciales peligros de las redes sociales y las diferentes dinámicas sexuales. Una amplia gama de cuestiones que va de la mano de un potente estilo visual y de unas interpretaciones que huyen de caricaturizar a sus personajes.
Rue pierde la mirada en el horizonte
El valor de enseñarlo todo
Seguramente la característica más chocante en primera instancia sea la explicitud con la que se muestran las prácticas sexuales, tanto entre los protagonistas como a la hora de manifestar el estrecho vínculo con la pornografía que se exhibe a través de la interfaz de portales digitales. Los desnudos integrales masculinos y femeninos, no necesariamente vinculados con secuencias sexuales, están a la orden del día. Esta naturalidad con la que se exhiben cuerpos desnudos sirve para enfatizar en el realismo del que pretende presumir 'Euphoria', sin que esa intención orgánica suponga el descarte del drama y el thriller más puros.
En ese sentido, la labor del elenco es encombiable, sobre todo el trabajo realizado por Zendaya. La que fuera chica Disney a comienzos de década se consagra en 'Euphoria' como un talento interpretativo a tener muy en cuenta. En grandes producciones como "El gran showman" y "Spider-Man: Homecoming" ya pudimos comprobar su variedad de facetas, desde la comedia al musical, pero en la serie de HBO juega un papel mucho más complejo e íntimo, tanto como aguda narradora del relato como su protagonista. De hecho, es evidente el esfuerzo de Zendaya por desprenderse de esa caduca etiqueta de "niña buena" de sus comienzos, con escenas tan inspiradas como en la que imparte una clase sobre los diferentes tipos de dick pics.
Jules y Rue comparten bicicleta e inquietudes
La ambición visual y musical
Para mantener el ritmo y la atención del espectador en sus capítulos de una hora de duración, la selección musical desempeña un rol vital. Beyoncé, Kanye West o Drake -que ejerce de productor de la serie-, son algunas de las estrellas contemporáneas que se alinean con el tono de 'Euphoria', abrazando así la ficción los propios referentes de la generación a la que representa. No obstante, la ambición formal es la verdadera estrella de la serie, ya que, partiendo de un estilo muy videoclipero, la cámara cobra vida y con sus arremetidas y movimientos artificiales saca a relucir las emociones de los personajes.
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Habitualmente, los dramas adolescentes suelen acusar sus menores presupuestos y terminan recurriendo a un mayor volumen de diálogos y un montaje más acelerado, pero en el caso de 'Euphoria', el ambiente también cobra protagonismo y se hace una sugerente apuesta por el estilo visual. En el cuarto episodio se alcanza la cima de esa intencionalidad formal, con un desenlace más propio de una película de Max Ophüls. Al fin y al cabo, 'Euphoria' es un viaje por la época en la que nos toca encontrar nuestro lugar en el mundo, y Levinson logra trasmitir el vértigo y la vorágine de emociones inherentes a esa travesía. La arriesgada propuesta no calará entre todo el público, pero aquellos que se sumerjan en esta odisea adolescente tendrán ante sí un viaje desgarrador y profundamente adictivo.