La nostalgia cada vez nos pilla más cerca. El regreso de las franquicias más queridas de los ochenta y los noventa se ha convertido en un hábito para la industria del entretenimiento, siempre necesitada de ideas, nuevas o recicladas, para no detener su maquinaria. En España tampoco nos libramos de esa tendencia, que se acerca peligrosamente a tiempos muy cercanos, como bien ha demostrado Atresmedia anunciando el regreso de varias de sus ficciones. 'El internado', 'Los protegidos' y 'Los hombres de Paco' renacerán ante los ojos de los millennials que crecieron con ellas, apelando a un público nostálgico por naturaleza y, prácticamente, por imposición, ya que estos eventos excepcionales ya son el pan de cada día. Y aun así, a pesar de lo poco novedoso de su propuesta, la primera de estas resurrecciones, 'FoQ: El reencuentro', resulta muy apetecible si en su momento recorriste los pasillos del Zurbarán.
Jan, Cova, Gorka, David, Cabano, Yoli, Alma y Paula en 'FoQ: El reencuentro'
Porque al fin y al cabo esa es la clave: si te gustó (insertar título) hace x años, te va a seguir gustando a día de hoy. Y 'Física o química' no es la excepción. De hecho, la serie creada por Carlos Montero es idónea para este tipo de reapariciones, ya que atrajo a una considerable masa de seguidores adolescentes que se sentían atraídos (y quizá representados salvando muchas distancias) por los líos de Yoli, Cabano, Gorka y compañía, y que ahora, al igual que esos personajes, rozan la treintena. En ese sentido, es todo un acierto mostrar a aquellos adolescentes desbocados en un momento completamente diferente de sus vidas, en el que las decisiones cada vez tienen más peso, hasta sentirse algunas como verdaderas losas.
¿Y qué evento te puede cambiar la vida a los treinta años? Pues una boda, claro. De ahí que la excusa para reunir a los compañeros del Zurbarán, y a algunos de sus profesores, sea el enlace matrimonial de Yoli con Oriol, el médico aparentemente perfecto interpretado por José Lamuño. Como es habitual, los protagonistas de 'Física o química' han perdido el contacto, ya que cuando te lanzan al mundo real tras las intensas experiencias del instituto las amistades más tempranas suelen ponerse a prueba, llegando a desvanecerse en muchas ocasiones. De esta manera, los personajes están a la misma altura que los espectadores, porque ambos descubren qué ha pasado con sus amigos durante todo este tiempo.
Cabano y Yoli se abrazan antes de la boda
Una verdad a medias
El vacío entre 2011, cuando acabó 'Física o química', y 2020 se rellena rápidamente con varias secuencias individuales, en las que descubrimos qué ha sido de Yoli, que ha sepultado el mote de "zorra poligonera" y ahora es empresaria del año, y también se muestra a qué se dedican Cabano, Alma, Cova, David, Gorka y Paula. La columna vertebral de este reencuentro es el personaje de Andrea Duro, tanto por la boda como por el desarrollo que vive a lo largo del episodio al que hemos tenido acceso, el primero de los dos que integran 'FoQ: El reencuentro'. Una década después, Yoli es Yolanda, y la reunión con sus amigos le provoca una crisis de identidad pareja a la crisis inherente a los treinta años. Ahí entran en juego la aparición de Javier Calvo -de la que no vamos a decir nada para no arruinarla- y un misterio que añade el elemento de tensión e intriga en la miniserie.
A lo largo del primer episodio también se suman otros personajes clásicos como Jan, Olimpia o Irene, que tienen sus particulares momentos para brillar, al igual que el resto de protagonistas. Este meritorio encaje de bolillos, plagado de guiños para los fans, ha sido hilvanado por un debutante en el mundo de 'Física o química' como Carlos García Miranda y filmado por un veterano del mismo, Juanma Pachón. Quienes no han vuelto han sido Montero, que recientemente ha estrenado 'El desorden que dejas' en Netflix y también está preparando 'Feria' junto a la plataforma, ni el guionista Jaime Vaca, que está al frente de la sala de guionistas de 'Élite'. Sin embargo, el cambio de autores no resta credibilidad al reencuentro, cuyo cambio de tono, dirigido a unos problemas más adultos, resulta coherente con la evolución de los personajes.
Lo que no es tan convincente es la representación de la generación millennial que propone la ficción original de Atresplayer Premium, demasiado idealizada en el ámbito laboral como para ser un reflejo de la realidad que viven los jóvenes a día de hoy. Si en su momento 'Física o química' destacó por llevar al extremo la etapa adolescente, 'FoQ: El reencuentro' no está tan a la altura en el retrato de un momento más adulto. Donde sí centra los esfuerzos este regreso es en la vida sentimental de los protagonistas, mucho menos fantasiosa al exponer vaivenes emocionales mucho más interesantes y complejos que los profesionales, que pecan de una superficialidad que se podría haber resuelto con una longitud mayor en el contador de episodios.
Yoli y Oriol demuestran que no todo son alegrías en 'FoQ: El reencuentro'
¿El germen de algo mayor?
El principal problema de 'FoQ: El reencuentro' es precisamente la extensión, ya que, aun a falta de ver el segundo capítulo, es más que evidente que el regreso de 'Física o química' podría haber dado para mucho más. Un formato tan limitado resulta demasiado tímido para una ficción tan coral, y a esta reunión no le habría sentado nada mal una estructura similar a la de la última temporada de 'Cómo conocí a vuestra madre', aprovechando el hilo conductor de la boda para saltar entre presente, pasado y futuro para componer un entramado más elaborado. A pesar de esa ambición más reducida, el hecho de que 'FoQ: El reencuentro' nos deje con ganas de más también tiene su lado positivo y, si todo va bien, puede ser la posible puerta de entrada a un regreso más contundente.
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A falta de conocer ese futuro y juzgándolo como un retorno con entidad propia, hay que reconocer que 'FoQ: El reencuentro' es una estupenda dosis de nostalgia, creada expresa y exclusivamente para todos aquellos que disfrutaran de la ficción original. Quizá no da para lecturas especialmente profundas, pero sí para emocionar a todo ese público que vivió como suyas las tramas que inundaban el Zurbarán semana tras semana.