A pesar de ser una auténtica piedra angular del género de la ciencia ficción, la obra de Isaac Asimov no ha sido tan adaptada al audiovisual como podría. El autor se prodigaba con una densa documentación científica y elaborados conceptos que probablemente hayan parecido excesivamente complejos para muchos productores con el dinero necesario para llevar a cabo proyectos basados en ellos. Ha tenido que llegar el experto en grandes y espectaculares producciones (aunque de desigual fortuna), David S. Goyer, para capitanear el impensable proyecto de adaptar "Fundación", la más aclamada saga de novelas del estadounidense de origen ruso. El resultado es una serie que respeta algunas premisas y el tono del material original, al tiempo que aligera y moderniza otros aspectos, siempre sacándole a todo el máximo partido visual para dar lugar a un cóctel que cuenta con el sello de aprobación de Robyn Asimov, la hija del legendario escritor, que hace de productora ejecutiva.
Jared Harris como el inspirador y taimado Hari Seldon de 'Fundación'
La ceremoniosa y necesaria presentación
Este punto de partida oculta numerosas ramificaciones y un universo inabarcable repleto de conceptos, habitualmente anclados a una ciencia bien apuntalada. Por ello no es de extrañar que, tras un inicio impactante, se sucedan algunos capítulos más reflexivos y pausados, que tratan de fijar las reglas de este universo y la psicología de los personajes. Es cierto que en algunos de estos puntos la trama se detiene para dejar paso a esta reflexión, e incluso en ocasiones llegan al extremo de regresar a contarnos hechos que se habían sobreentendido por elipsis. Sin embargo, este desarrollo contribuye a presentarnos y ampliar el repertorio de ideas originales y personajes cautivadores del que hace gala la serie, por lo que consigue mantener la atención sin hacerse molesto a pesar de que no se estén produciendo avances significativos.
Un ejemplo claro de estos momentos está en las abundantes disertaciones que se producen en los primeros capítulos entre los tres emperadores. Las tranquilas pero anómalas y frías conversaciones entre estos tres seres únicos pero iguales nos acercan a la particular concepción psicológica que se hace de ellos y a su perspectiva sobre el poder. Todo ello apoyado en el extraordinario talento de sus actores, especialmente de un Lee Pace que, por la naturaleza clónica de estos gobernantes, llega a encarnar a varios emperadores en momentos diferentes de su vida, consiguiendo reflejar con su actuación la personalidad particular de cada uno de ellos sin despeinarse (casi literalmente).
Repensando referentes
Daniel MacPherson y Leah Harvey pertrechados como Hugo y Salvor en 'Fundación'
Probablemente, los lectores acérrimos de "Fundación" debatirán si estas variaciones son preceptivas o pervierten la naturaleza de la saga, pero uno de los cambios más notables que sin duda era necesario es la introducción de una mayor diversidad en el elenco. De un material original que presenta un universo rico y amplio pero, de forma paradójica, abrumadoramente masculino, pasamos a esta producción en la que que hay personajes femeninos determinantes y complejos. El ejemplo más destacado es el de Gaal Dornick, la matemática a la que interpreta con pasión Lou Llobell, que demuestra una gran independencia de los juegos de su mentor, Seldon, y un rico mundo interior lleno de contradicciones e inteligencia. Eso sin desmerecer la excelente actuación de Laura Birn como la sirvienta imperial Demerzel o la dura guardiana Salvor a la que interpreta Leah Harvey, que conforman una galaxia más feminista sin necesidad de mensajes explícitos que desvíen los mensajes de la trama.
Entre lo estético y lo ético
Uno de los esfuerzos más notables que se ha realizado para hacer que una historia tan complicada como ésta funcione en este nuevo formato es el que tiene que ver con los efectos visuales. La tecnología avanzada, las arquitecturas imposibles o la parafernalia del Imperio Galáctico lucen con los signos distintitivos de su universo propio al tiempo que beben de referentes como las sagas Star Trek o Star Wars, a las que igualan en sus logros más recientes, ofreciendo un espectáculo visual de primer nivel que ayuda al espectador a sumergirse en la grandeza de la ficción.
Con esta ambientación tan lograda como catalizador, la trama se va adentrando en reflexiones sobre la ciencia y sus posibilidades que, de forma inesperada, acaban también alcanzando a la religión. Ambos polos, presentados como opuestos en un principio a través de la historia de Gaal, poco a poco se van entrelazando, intercambiando su impacto para diversos personajes y la forma en que se las usa. La fe y el método científico luchan y al tiempo se ayudan en esta ficción, cambiando en ocasiones de bando y mostrando un debate que está lejos de resolverse, igual que la propia historia.
¿Hasta el infinito y más allá...?
Gaal Dornick, interpretada por Lou Llobell en 'Fundación'
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