El fenómeno que supuso el estreno de 'Mr. Robot' ha ido menguando con el paso de las temporadas. Sin embargo, la mente creativa detrás de aquella excitante serie, Sam Esmail, se ha mantenido fiel a su estilo, definido por una estética un tanto incómoda y una intrigante y opresiva narrativa. Con el final de su primera gran obra ya encarrilado, Esmail ha centrado sus esfuerzos en 'Homecoming', una ficción con la que ha querido ir más allá a la hora de desmenuzar la esencia del drama televisivo, para ensamblarlo después a su manera.
Heidi (Julia Roberts) y Walter (Stephan James) durante una de sus sesiones
La lograda ambientación de ese centro de "bienvenida" es vital para sumergir al espectador en su atmósfera, que combina elementos de terror, thriller y drama. Una suerte de "Johnny cogió su fusil" versionada libremente por el Paul Thomas Anderson de "El hilo invisible", ya que Esmail plasma un relato de fondo antibelicista en un entorno que combina lo hostil con lo acogedor de forma tenebrosa. Y no solo eso, ya que la reflexión sobre la futilidad de la guerra no es la única que se extrae de la serie. Los guionistas Micah Bloomberg y Eli Horowitz exploran también el impune abuso de las grandes corporaciones a miembros vulnerables de la sociedad, entre los que no solo se encuentran los exmilitares, sino la propia Heidi.
Evolución estilística
Como es habitual en la obra de Esmail, ese interesante fondo narrativo queda envuelto en una forma que poco tiene que ver con lo que estamos acostumbrados a ver en el panorama televisivo. El rasgo más evidente es el uso de diversos formatos según la época temporal mostrada: el pasado es analizado en horizontal, mientras que el presente se concentra en un rectángulo vertical. Por lo tanto, los continuos saltos entre la investigación que acontece en el tiempo presente, encabezada por Shea Whigham, y los hechos acontecidos en el centro se asimilan de forma orgánica e instantánea. De la misma manera que cuando al leer un cómic nos encontramos con un marco negro y sabemos que nos hemos trasladado al pasado, sin necesidad de añadir relleno que ligue ambos tiempos.
Porque en 'Homecoming' el tiempo es vital. La principal sorpresa con la que se topa uno al introducirse en la serie es la duración de sus episodios, de tan solo media hora, rompiendo así el estándar actual de 50 minutos para acercarse más al de las comedias. A pesar de esa reducción, no se intuye una falta de contenido, ya que los acontecimientos tienen espacio para desplegarse y los personajes para desarrollar sus conflictos. Y es que el gran mérito de Esmail como director es su habilidad para expresar los elementos esenciales de forma certera, aunque a veces se recree en la elaboración formal. El realizador compone una estructura temporal francamente inmersiva, plagada de sus tics estilísticos, a los que ya nos acostumbramos con 'Mr. Robot'.
El actor Bobby Cannavale junto a Sam Esmail durante el rodaje
Una pieza más
Más allá del atractivo estilo visual de Esmail y la intrigante narrativa, el principal reclamo comercial de 'Homecoming' es la participación de Julia Roberts. La estrella cinematográfica salta a la pequeña pantalla con un papel que no ha sido diseñado para su lucimiento exclusivo, ya que se integra en una historia mucho más amplia que ella misma. De hecho, a la serie le beneficia que Roberts no siempre este en el campo de visión de la cámara, como habría cabido esperar al tratarse de una actriz con un atractivo tan masivo, porque permite descubrir los rincones oscuros de una historia que destaca por su arriesgada y rompedora puesta en escena.
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