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El despido de Kevin Spacey tras su escándalo sexual ha sido la losa que ha terminado por hundir a 'House of Cards'. La serie ya venía acusando un notable desgaste durante sus últimas temporadas, y la desaparición repentina de su principal protagonista ha terminado por sentenciarla de forma irremediable. Sin embargo, la pionera ficción de Netflix había allanado el terreno para que Robin Wright tomara el control, aunque la sombra de Francis Underwood sea indeleble.
Claire toma el relevo de Francis en la última temporada de 'House of Cards'
A rey muerto
En ese sentido, la transición del mandato de Francis al de Claire no ha sido tan traumática, porque ya se nos había prevenido en la quinta temporada. Por eso, al ver los tres primeros episodios de la entrega final, el anunciado fallecimiento del personaje de Spacey se asume de manera orgánica. Es evidente que la salida forzada ha afectado al desarrollo de la serie, que quiere que nos olvidemos de su personaje más relevante con la llegada de nuevos y maquiavélicos rivales. Desgraciadamente, las incorporaciones no cubren la inmensa vacante dejada por Frank, cuyo recuerdo se trata de desmitificar al mismo tiempo que se utiliza como hilo conductor.Esos nuevos personajes son los Sheperd. Una adinerada e influyente familia que tratará de poner contra las cuerdas a Claire durante su mandato presidencial. Los hermanos Annette (Diane Lane) y Bill (Greg Kinnear) Sheperd personifican el salto a una nueva etapa impregnada por las memorias previas, ya que quieren obligar a la presidenta a cumplir con las promesas de su fallecido marido. Para ello recurren a todo tipo de malas artes, un aspecto en el que la propia Claire es experta. Además, también se anticipa la relevancia del personaje de Cody Fern, Duncan Sheperd, que simboliza la omnímoda y terrorífica influencia de los conglomerados mediáticos y de los atentados contra la privacidad en la sociedad contemporánea.
Annette y Claire escenifican su impostada unión en 'House of Cards'
Amenaza constante
La historia regresa cien días después del juramento que convertía a Claire Underwood en la primera presidenta de los Estados Unidos. Al respecto de ese hito, la serie reflexiona mucho sobre la diferencia de trato, desde el grado de exigencia al rebajamiento de su trascendencia con la expresión "Madame President", que saca de quicio al personaje de Robin Wright. Pero dejando de lado las cuestiones de género, en las que seguro que se profundiza mucho más a lo largo de la temporada, el carácter implacable de Claire se mantiene en la línea de lo que ya conocíamos. Por eso no sorprende que su actitud se mantenga inmutable frente a las abundantes amenazas de muerte recibidas tras sus primeros meses de mandato. Como hemos podido ver a lo largo de la serie, Claire no piensa rendirse ante las adversidades, aunque alguna vez tenga que hincar la rodilla para ganar la guerra en última instancia.
En los episodios iniciales de la temporada se saca a colación la trama de ICO que fue central en la anterior entrega, al mismo tiempo que siguen dando coletazos los asesinatos de Zoey Barnes y Tom Yates y el ridículo "accidente" de Catherine Durant. No obstante, el foco está más centrado en las complicaciones que presentan los Sheperd que en las tramas ya obsoletas, aunque se muestre vocación por resolver los segmentos narrativos que todavía no han sido sentenciados, y que ya resultan algo cansinos. Por supuesto, las circunstancias que rodean a la muerte de Frank también son algunas de las incógnitas a despejar, ya que ese tema no se despacha en el primer episodio como algo anecdótico, sino que tiene gran peso para determinar el desarrollo de Claire durante la temporada.
La familia Sheperd, responsable de los quebraderos de cabeza de Claire en 'House of Cards'
Despedida agridulce
Desde el preciso instante en el que Frank empujó a Zoe a las vías del tren en la segunda temporada, 'House of Cards' empapó su sobriedad característica de unos excesos que no han parado de crecer con el paso de los años. En aquel momento se vivió como un suceso chocante que definía la personalidad de Underwood, pero cuando lo vemos con perspectiva, se observa que dio paso a unas licencias terminaron por adulterar la serie. Sobre todo tras la marcha de su creador y showrunner inicial, Beau Willimon, se notó una alteración del tono de la ficción, que a pesar de mantener su impecable estilo visual y un valor de producción sobresaliente, no paraba de enfangar la progresión de sus protagonistas.
En lo que respecta al arranque de su temporada final, cabe resaltar que el carácter más sereno ha vuelto a tomar las riendas por el momento. Sin embargo, la ausencia del personaje que nos introdujo a 'House of Cards' con aquella definitoria e impactante secuencia inicial le resta carisma a una serie que fue un hito en su momento, y empaña una despedida que se antoja menos relevante de lo debido. Robin Wright desempeña un trabajo encomiable al sacar adelante una temporada muy complicada, pero el fantasma de su marido en la ficción no se esfuma en ningún momento.