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'Justo antes de Cristo', en imágenes 16 fotos
¿Se reirían los antiguos romanos como nosotros? Seguramente sí, aunque con un deje más latino. Basándose en la universalidad de la carcajada, Montero y Maidagán ('Camera café', "Los del túnel") han trasladado su nueva comedia, 'Justo antes de Cristo', a una legión de la República Romana, cuyos habitantes viven en el absurdo constante, no muy distante a nuestra realidad actual.
Xosé Touriñán y Julián López son esclavo y amo en 'Justo antes de Cristo'
A su alrededor gravitan personajes mucho más caricaturizados, desde el dócil líder de la legión al espontáneo centurión que recibe a Manio. Todos ellos comparten un tono ligero, en línea con el de la serie, que contrasta con el juego de conspiraciones, poderes enfrentados y sentido del honor propios de la época y, sobre todo, de ese belicoso ambiente. En la trastienda donde se mueven los hilos se desenvuelven mejor Valeria (Cecilia Freire) y Ática (Priscilla Delgado), que aportan algo de frescor a una atmósfera predominantemente masculina, en la que la épica típica de las producciones ambientadas en esta época es sustituida por una representación mucho más prosaica y costumbrista.
Cecilia Freire y Priscilla Delgado manejan los hilos en 'Justo antes de Cristo'
Naturalismo del absurdo
La apuesta por el costumbrismo hace que referencias como "Astérix y Obélix" y los Monty Python queden invalidadas en gran medida, ya que realmente la idolatría se profesa al brillante Rafael Azcona. 'Justo antes de Cristo' es demasiado irregular como para alcanzar la lucidez del guionista logroñés, pero bebe de su fórmula de apoyar la comedia en el drama, para apelar más directamente al espectador. En lo que sí se acerca más al conglomerado británico de "La vida de Brian" es en la relevancia del absurdo, de las estampas surrealistas tratadas con un realismo muy efectivo, como la hilarante escena de la serie en la que Javier Botet extiende sus últimas palabras hasta la extenuación.
Al sumergir a los personajes en ese realismo situacional, los excesos de algunos secundarios se mueven constantemente en la fina línea entre el ridículo y el absurdo, del gag que entra o no. Por lo tanto, aquel que no sea fan de una comedia más física y gestual no va a encontrar aquí chispeantes verborreas que le mantengan atento en todo momento, sino que la serie se nutre más de intercambios concisos de palabras cuyo ingenio aterriza mejor en unas ocasiones que en otras. En ese sentido, 'Justo antes de Cristo' baila entre su gran ambición, como inusual comedia de época con un sentido de humor más de nicho, y un resultado quizá demasiado liviano, aunque disfrutable.
Julián López y Manolo Solo comparten aperitivo y vino en 'Justo antes de Cristo'
Un capítulo, una aventura
En cada episodio, Montero y Maidagán ponen a Manio en un brete diferente, normalmente motivado por su ineptitud y principalmente por las instigaciones de Agorastocles, a quien le une una relación fraternal barnizada con una envidida recíproca. La primera temporada, por lo tanto, consta de seis capítulos autoconclusivos, con un sencillo nexo argumental entre todos ellos. Cada entrega ofrece una experiencia diferente, con un ritmo más o menos conseguido, que funciona como entidad independiente.
Otro denominador común entre los episodios es el humor negro, que cuanto más abunda más cala en el espectador, ya que el trato de forma cotidiana de temas peliagudos como la muerte es uno de los elementos más logrados. Esta es una de las virtudes que convierte a 'Justo antes de Cristo' en una interesante incorporación al catálogo de Movistar+, aunque seguramente podría haber ido un paso más allá para cumplir con todo su potencial y componer un tono más excitante.