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Entre encierro y encierro, 'La Casa de Papel' se ha convertido, irónicamente, en un canto a la libertad. Aunque sus protagonistas se pasen la mayor parte del tiempo atrapados en complejos atracos, de sus actos emana la voluntad de vivir al límite. El sueño del golpe a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre dio sentido a la existencia de El Profesor mientras se encontraba postrado en una cama durante su infancia. Y, años después, el asalto al Banco de España se acometió para arrancar a Río de las garras de Sierra y, de paso, embarcar a los espectadores en otro festival de balas, adrenalina y giros argumentales. Una absoluta liberación a base de gritos a pleno pulmón e interrogantes presentes y pasados, los cuales deberían resolverse en una quinta entrega que está a la vuelta de la esquina.
Denver, Manila y Tokio, bien armados en 'La Casa de Papel'
Una vez pagado el rescate de aquella tanda, hemos podido disfrutar de los dos primeros episodios de la última temporada, que prometen elevar a nuevos niveles la estilizada acción que tanto caracteriza a la serie. La captura de El Profesor por parte de Sierra lo ha puesto todo patas arriba, empujando a la banda a improvisar justo después de haber sufrido un revés irreparable (la muerte de Nairobi) y una victoria sin paliativos (la escapada de Lisboa). En el reverso de la moneda está el operativo apostado ante el Banco de España, que también está contra las cuerdas tras sufrir un ridículo histórico, así que todo está listo para desatar un conflicto bélico que dinamite el corazón de Madrid y sacuda a la audiencia global.
Sierra apunta a El Profesor en 'La Casa de Papel'
¿Sin plan B?
Cuando arranca la quinta parte de 'La Casa de Papel' han pasado 100 horas desde el inicio del atraco. A lo largo de esos poco más de cuatro días se han producido incorporaciones y bajas en ambos bandos, pero el verdadero enfrentamiento es el que está por venir. La mecha de la banda y de las fuerzas del orden está a punto de consumir para prender la pólvora, y eso se traduce en un impulsivo arranque de temporada en el que, por si hiciera falta más explosivo plástico, irrumpe el ejército. De ahí que estemos hablando de una guerra con todas las de la ley y no de un choque más entre polis y cacos. La cosa se pone seria y ahora parece tener más peso la munición armamentística que la intelectual.
La relativa ausencia de El Profesor -de la que no os podemos decir nada- debilita enormemente las posibilidades de Tokio, Denver y el resto de la banda de salir airosos del Banco de España, pero también priva a la serie de esa hoja de ruta repleta de planes alternativos que aporta el personaje de Álvaro Morte. En sustitución de ese frágil orden aparece una dominante acción muy bien plasmada, que sumerge a la ficción en el género bélico con grandilocuencia y una factura de gran producción. Porque 'La Casa de Papel' es eso, un blockbuster palomitero que, sin avergonzarse de sus excesos, afronta una recta final en la que la única trinchera no está en la reserva del oro, ya que al mismo tiempo y en diferentes épocas se hilvana un misterio en el que tienen mucho que decir los enigmáticos nuevos personajes.
Por lo que hemos podido ver, sobre todo en el primer episodio, quien puede tener el as bajo la manga es Rafael, el apocado hijo de Berlín interpretado por Patrick Criado. Su presentación le posiciona en contraposición a su padre, quien pretende imbuirle su hedonismo y su comprensión de la figura del atracador como un ser libre, que no se doblega ante nada ni nadie. Todo eso sucede, evidentemente, en el pasado, por lo que la más que posible incidencia en el presente de este ingeniero informático de nombre renacentista se mantiene como un enigma, pero su progresión puede ser muy interesante de seguir y es sin duda uno de los atractivos de la temporada.
Berlín se reúne con su hijo Rafael en 'La Casa de Papel'
Quien tiene una incidencia más anecdótica, al menos en el arranque, es René, el antiguo novio y apasionado compañero de crímenes de Tokio. El personaje de Miguel Ángel Silvestre aparece en escasas secuencias y, al igual que sucede con Rafael, todavía está por ver si realmente juega un papel relevante en la trama actual o si es más bien un fantasma del pasado que nos pueda ayudar a pasear por el mundo interior de la narradora de la serie. Y ya por último, pero no por ello menos importante, hay que destacar el debut de José Manuel Seda como cabecilla del destacamento militar que pretende adentrarse en el Banco de España sin importar los daños colaterales que eso pueda suponer. Este es el personaje más directo, que puede llevar al extremo el violento desmantelamiento iniciado por Gandía.
Jarana de la buena
Curiosamente, la irrupción de René y Rafael conecta con el inicio de la serie, ya que la existencia de ambos reflejaba la faceta más personal e íntima de Tokio y Berlín, y esta conexión con los orígenes no es baladí. A lo largo de los últimos años, 'La Casa de Papel' ha construido un imaginario muy poderoso, que puede alcanzar una nueva profundidad conectando el pasado de los protagonistas, incluso antes de su primer golpe juntos, con un presente muy delicado, en el que cualquier aliado será bien recibido.
De hecho, esa vuelta a las raíces va de la mano de unos cuantos instantes -que no vamos a destripar- muy similares a los de la segunda parte del golpe a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Sin embargo, ahora que 'La Casa de Papel' se ha inyectado los anabolizantes financieros de Netflix, el valor de producción es mucho más vistoso, permitiendo que la perspectiva sea más épica, internacional y ambiciosa en este regreso, que, a falta de comprobar si alcanza su potencial pleno, no nos ha dado tregua, pero sí esperanzas de un cierre a la altura.