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La televisión ha cambiado para siempre. Con la aparición de nuevos competidores y el precedente sentado por 'Juego de Tronos', las grandes plataformas han tenido que crecer en ambición, lo cual ha promovido las coproducciones entre referentes del entretenimiento como HBO y BBC, que vuelven a colaborar con 'La materia oscura'. Esta adaptación de la saga homónima de Philip Pullman trata de echar tierra sobre el estrepitoso fracaso de la versión cinematográfica, incapaz de atraer al público necesario para convertirse en una franquicia rentable. Doce años después, el primer episodio de esta nueva aventura saca partido del mayor espacio para expandirse que ofrece la televisión, demostrando que la pequeña pantalla se ha convertido en el mejor hogar para las grandes historias.
Lyra y Pantalaimon en 'La materia oscura'
Al observar este oscuro mundo a través del inocente prisma de Lyra, los asuntos más escabrosos se muestran con una cierta ligereza, que evidencia que la serie está pensada para un público amplio, por lo que tiene que balancear constantemente entre lo superficial y lo profundo sin perder el equilibrio. A lo largo del primer episodio podemos comprobar que esa tarea no va a ser nada sencilla, pero a su favor juega un ritmo que huye de lo apresurado, además de la excepcional interpretación de Dafne Keen, que vuelve a sacar a relucir el carisma innato con el que nos conquistó en "Logan". Y la actriz nacida en Madrid no está sola a la hora de irradiar talento ante la cámara, ya que en el elenco protagonista nos encontramos también con McAvoy, Ruth Wilson, Clarke Peters y Lin-Manuel Miranda, acompañados por sus respectivos daimonions, parlantes animales que contienen un alma humana.
James McAvoy interpreta al vehemente Lord Asriel en 'La materia oscura'
Hasta el norte y más allá
'La materia oscura' parece desentenderse de la dictadura de los giros argumentales constantes, ya que, a pesar de apoyarse en necesarias revelaciones dramáticas, este arranque sirve ante todo para atisbar un plan a largo plazo. Tanto es así que en el primer episodio no se llega a ver al personaje de Miranda, uno de los grandes atractivos de la serie, evitando prender y desgastar toda la pólvora en una hora para dosificarla de cara al futuro. De hecho, la segunda temporada ya está en pleno rodaje, por lo que la apuesta por este universo es absoluta, y eso se traduce en el sosegado ritmo con el que se presenta la aventura de Lyra.
Ese margen para respirar tiene sus pros y sus contras, ya que desemboca en una carta de presentación menos impactante de lo que cabría esperar, por lo que el público más impaciente podría rendirse antes de lo debido, pero resulta refrescante ver cómo una serie se puede permitir tener tal confianza en sí misma como para invitar a la gente a habitar en su mundo sin presumir desde el primer momento todas sus virtudes. Para salir a flote con esa arriesgada apuesta, HBO y BBC han contado con la experiencia de Tom Hooper, el oscarizado director de "Los miserables" y "El discurso del rey", que aplica su gusto por la grandilocuencia reflexiva a los guiones escritos por Jack Thorne, curtido en el exigente ámbito de la fantasía con "Harry Potter y el legado maldito".
Clarke Peters en el doctor Carne en 'La materia oscura'
Mucho que ofrecer y mucho que demostrar
A grandes rasgos, la historia de 'La materia oscura' no supone una gran revolución dentro del género de aventuras épicas protagonizadas por héroes predestinados, desconocedores de su auténtica naturaleza, la cual van descubriendo al mismo tiempo que el espectador. A pesar de ser una fórmula ampliamente extendida, la serie hace un notorio esfuerzo para que los recién llegados a la franquicia comprendan sus elementos más básicos. Y es que se trata de una producción que pretende atraer a la máxima cantidad de gente a su enrevesado universo, y que, debido a esa ambición, tiene mucho más que demostrar que la mayoría de series que invaden nuestras vidas a diario.
Por lo tanto, el primer paso del viaje de Lyra parece ser la base de algo mucho más grande, pero tendremos que esperar un poco más para comprobar la dimensión de esa prometedora travesía hacia una oscuridad que no nos queda demasiado lejos.