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La apuesta de Netflix por producir series originales alrededor del mundo ha demostrado dar grandes sorpresas que quiebran la hegemonía habitual de la ficción en inglés, particularmente la estadounidense, alrededor del mundo. El fulgurante éxito de 'La Casa de Papel' en la plataforma ya supuso toda una revelación de la ficción en español alrededor del mundo, y ahora es la mexicana '¿Quién mató a Sara?' la que recoge el testigo como una de las puntas de lanza de entre lo más visto en lo que va de abril, según el portal de estadísticas FlixPatrol. El triunfo de esta serie, disponible a través del gigante de streaming desde el 24 de marzo, supone el afianzamiento de algunas de las características más recurrentes de todo lo que ha funcionado en Netflix, como son el misterio, el sexo y el ritmo, aunque usados de una forma poco imaginativa.
Sara, interpretada por Ximena Lamadrid, es el personaje que da pie al misterio en '¿Quién mató a Sara?'
La caricatura de un culebrón
No es de extrañar que el creador de esta serie sea el escritor chileno José Ignacio Valenzuela, que ha trabajado en telenovelas como 'La hija pródiga', 'Santa Diabla' o 'Dama y obrero', ya que todo en la trama rezuma del espíritu melodramático propio de un culebrón. Alex es un personaje obsesionado con la venganza como hemos visto mil veces antes, con la particularidad de que es un improbable hacker que ha aprendido sus habilidades leyendo libros en prisión sin tocar un solo teclado. Las relaciones establecidas entre los personajes principales y su comportamiento siguen el manual de todos los tópicos que podríamos imaginarnos sobre ellos tras su primera aparición, por lo que deparan pocas sorpresas.
Ginés García Millán es César Lazcano, el villano '¿Quién mató a Sara?'
En este aspecto destaca la representación española en la serie, Ginés García Millán, que interpreta al patriarca César Lazcano y que resulta decididamente unidimensional. El rol parece diseñado para llevar hasta el extremo el concepto de villano de telenovela, derivando en un peligroso sociópata sin atisbo de sentimientos que sorprende que haya pasado tanto tiempo fuera de la cárcel. Por otra parte, su acento español es algo desconcertante combinado con la soltura con la que utiliza expresiones típicamente mexicanas. La idea es que ha pasado mucho tiempo en México y ha criado a su familia allí, pero precisamente por eso choca que no se le haya pegado nada la forma de hablar y sí completamente el léxico.
Lo mejor, en los márgenes
Por encima de esa caricaturización que afecta a los protagonistas, otros personajes, curiosamente los que pertenecen a estamentos más bajos respecto a los adinerados principales, resultan más interesantes y mejor construidos. Es el caso de Elroy, a quien interpreta Héctor Jiménez, que muestra tener un pasado complejo más allá de su papel en la historia principal, aunque algo parecido se podría decir de Clara (Fátima Molina), Sergio (Juan Carlos Remolina) o Marifer (Litzy).
Manolo Cardona protagoniza como Alex la serie '¿Quién mató a Sara?'
De hecho, cuando estos personajes menores y de extracción humilde entran en la trama principal, a partir de la segunda mitad de la serie, ésta se vuelve más compleja y el misterio toma algunas ramificaciones que, aunque no resultan excesivamente sorprendentes, sí se alejan de los simples clichés que se habían mostrado hasta el momento. Además, el impacto causado por las acciones varios de estos personajes da lugar al capítulo 6, que acaba por ser el más atrapante y mejor planteado desde el thriller de entre los 10 que tiene la serie.
Y es que, aunque la realización es típicamente telenovelesca, mejora respecto a lo típico de estas producciones en su mayor ritmo y en la calidad visual, que nos muestra algunos paisajes destacables y ciertas escenas de acción que merecen la pena. Por lo demás, no hay grandes alardes y se dedica de forma poco sutil a remarcar con énfasis especial los momentos dramáticos. A ello también contribuye el uso de la música, que se esfuerza demasiado en ese subrayado y se vuelve por momentos histriónica, logrando más bien desubicar al espectador.
Mucho sexo, cero sentimientos
Rodolfo, interpretado por Alejandro Nones, pasa un mal rato en '¿Quién mató a Sara?'
Una de las constantes en todos los capítulos es la presencia de secuencias sexuales frecuentes, muchas veces usadas con el solo propósito de realizar una transición entre escenas. Más allá de esta forma de aprovechar el atractivo de los intérpretes como reclamo explícito, el sexo también acaba por ser la respuesta a muchos de los misterios secundarios y giros planteados en la trama. Con demasiada frecuencia y con poca o nula justificación argumental, se revela que dos personajes comparten una aventura sexual, dando lugar a una sobreexplotación agotadora.
Si bien no es sorprendente en esta clase de ficción el uso y abuso de lo erótico, sí que llama la atención que, habiendo tanto sexo, haya tan poco romanticismo. Esto se ejemplifica muy bien en la pareja protagonista, la formada por Alex y Elisa (Carolina Miranda), que adolece de una obvia falta de química mientras se nos trata de hacer ver con algunas escenas forzadas que lo suyo es algo más que algunos revolcones esporádicos, que es lo que parece. Sólo el noviazgo de Chema (Eugenio Siller) y Lorenzo (Luis Roberto Guzmán) muestra en pantalla una complicidad genuina por momentos, aunque luego su amor se devalúe debido a la poca coherencia de su trama, que lo pone a prueba con obstáculos nimios, y que además supone una defensa férrea de algo tan polémico como los vientres de alquiler.
Familia unida y desestructurada
arolina Miranda como Elisa confronta a su hermano en '¿Quién mató a Sara?'
Aparte de lo sexual, otro de los grandes ejes que domina la ficción es la familia, especialmente al indagar en los secretos de los Lazcano y poner a prueba su lealtad. Todos los miembros de esa rica familia, a excepción de César, tienen de alguna forma el conflicto entre mantener la cohesión de esa tóxica unión de sangre y vivir lejos de ella de forma más libre y conforme a sus principios. Un conflicto que está tan llevado al extremo que es difícil empatizar con él si no se le otorgan a los vínculos familiares la categoría de piedra angular de la sociedad, a un nivel que incluso es difícil de digerir en la sociedad mexicana.
Con estos mimbres, se llega finalmente a un desenlace que resuelve la pregunta que da nombre a la ficción de forma tan predecible que se había apuntado a ello desde el segundo capítulo. No obstante, se deja en el aire otra pregunta, la de "¿quién fue realmente Sara?", que se ha estado obviando responder más o menos hábilmente en los flashbacks de toda esta primera temporada. La ya confirmada siguiente tanda de capítulos podría solventar esta otra cuestión de forma que dé sentido a muchos de los flecos que ahora parecen ilógicos en un argumento sin mucha preocupación por la verosimilitud, aunque esperar para verlo es pedir mucha fidelidad al espectador al que esto le suponga un problema.