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La fiebre turca comenzó a propagarse por España con la llegada de distintas producciones capaces de atrapar a un gran número de espectadores; de hecho, llegó el momento en el que rara vez se les escapaba el liderazgo desde las cadenas generalistas en abierto. Ante esta realidad, la pregunta es clara: ¿Por qué no poner en marcha una nueva serie creada por profesionales del país de Medio Oriente con actores y actrices españoles? Netflix, al margen de otras compañías, también quiso dar respuesta con el inicio de la producción de 'Si lo hubiera sabido'.
Antes de entrar a valorar tanto la fotografía como el grueso de las tramas, es necesario destacar la presencia de Ece Yörenç ('Fatmagül') en el proceso de creación. Ella misma se mostraba ilusionada porque "su bebé" viese finalmente la luz tal y como estaba plasmado en el papel, sin ningún tipo de censura o modificaciones impuestas. De hecho, la idea original era desarrollar este producto en Turquía, pero la presencia de una pareja homosexual se convirtió en la rotunda negativa de un país que sigue obviando, ya no una realidad, sino la libertad de sus ciudadanos.Megan Montaner, como Emma en 'Si lo hubiera sabido'
La ficción llegó a España de la mano del gigante de entretenimiento aunando fuerzas con Boomerang TV. Emma (Megan Montaner) es el hilo conductor de una historia que ejemplifica algo que todos hemos pensado en algún momentos de nuestras vidas: "No lo habría hecho si hubiera sabido todo esto". A lo largo de ocho capítulos, podemos ver que una mujer, como por arte de magia, retrocede en el tiempo para regresar a ese momento en el que tomó una decisión trascendental: casarse con Nando (Miquel Fernández). La "luna de sangre" se convierte en ese vehículo que le permite pedir un deseo y regresar al 23 de agosto de 2008.
Una vida completamente monótona y plagada de frustraciones a consecuencia de las actitudes de su marido llega a su fin. Emma decide no ponerse el anillo y, como era de esperar, todo cambia. Y cuando decimos "todo" es absolutamente cada ápice de lo más importante de su vida. La protagonista ha viajado en la línea temporal y ya no es madre, por lo que se propone un agitado vaivén entre lo que quiere como mujer y la necesidad de recuperar a sus hijos. Esta dicotomía argumental puede con ella en muchas ocasiones.
'Si lo hubiera sabido'
'Si lo hubiera sabido' no supone un auténtico bombazo en cuanto a la premisa de partida, pero sí consigue divertir al espectador con Emma desdoblada en dos horizontes temporales: lo que ocurrió y lo que está construyendo de nuevo. Volver a ser protagonista del camino que ya se anduvo en el pasado no solo te permite dar los pasos con mayor firmeza, sino entender por qué muchas cosas. En el caso de regresar a todos esos días, ¿quién no intentaría recordar algún número de lotería premiado? Pues algo así es lo que termina por suceder, pero no se ha utilizado un recurso tan obvio, más bien lo contrario.
La estructura de la ficción de Boomerang TV combina a correctamente las claves del éxito de la ficción turca y la española. Esa confluencia de estilos queda patente en cada entrega de 'Si lo hubiera sabido' por la manera en la que se suceden las tramas, el hilo conductor centrado en una protagonista a la que la vida le cambia radicalmente por un hecho inesperado, pero también por la expectativa creada alrededor de cada acontecimiento y los giros que se dan en torno a los derroteros del caprichoso destino.
La fotografía, el mayor acierto
Por otro lado, la fotografía se convierte en uno de los grandes puntos fuertes de la serie. Todas las aventuras de los protagonistas, más bien desventuras, se desarrollan en la ciudad de Sevilla, bebiendo directamente del éxito de otros productos patrios como ocurrió con 'Allí abajo'. Esa imagen, muy cuidada ducho sea de paso, permite crear cierta familiaridad con el espectador y no sentir que estamos ante algo completamente ajeno a la Marca España.
'Si lo hubiera sabido' no ha venido a reinventar el género ni introduce elementos imposibles de comprender, sino que se torna como un contenido solvente para desconectar y, en definitiva, dejar a un lado el estrés de cada jornada. También es un acierto el haber introducido tramas muy pegadas a lo que sucede en nuestro día a día respecto a las relaciones de pareja, pero no centrándose en llantos y lágrimas, sino en una curiosa vorágine de crispación y calma a partes iguales capaz de provocar sonrisas.