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A lo largo de la década de 2010, el fenómeno de 'The Walking Dead' inició una moda de lo zombi en la cultura popular que parecía imparable. A mediados de esa década, 'Narcos' establecía otro subgénero como tendencia, en este caso el criminal centrado en el narcotráfico. En pleno 2021, ambas modas parecen estar algo cuestionadas. Aunque ha generado todo un universo de spin-offs, el filón de 'The Walking Dead' va a llegar a su final tras 11 temporadas y 'Narcos: México', secuela del éxito de Netflix, no ha tenido el impacto de su predecesora. Así las cosas, 'SOZ: Soldados o Zombies' pretende cabalgar lo que podría ser el final de estas dos olas a la vez, sin innovar en ninguno de sus géneros pero sin tampoco fallar a la hora de replicar sus aciertos, al menos en lo estético.
Sergio Peris-Mencheta es el narco Alonso Marroquín en 'SOZ'
Ni mucho soldado, ni mucho zombi
Un ataque zombi se desata en 'SOZ'
A pesar de la disyuntiva que plantea el título de la serie, lo cierto es que ni las tácticas militares ni el hambre caníbal de los no muertos protagonizan la mayoría del metraje. En su mayor parte, ésta es una serie de narcos, con varias subtramas que giran en torno a Marroquín, sus conflictos con otros cárteles, con la policía, con la sociedad y con su misma familia. Desde el primer momento, los experimentos del excéntrico Dr. Snowman (Toby Schmitz) presagian la llegada de los zombis, pero el viraje hacia el subgénero de terror es muy progresivo, siendo que sólo al final, en su octavo y último capítulo, es el predominante.
Al no ser tanto una mezcla de géneros como una serie de un género que comienza a darse la vuelta hacia otro, las tramas acaban por no casar demasiado. Todos los planteamientos interesantes de la historia de narcos inicial son atropellados y difuminados por la amenaza posterior de los muertos que caminan. Esto se percibe de forma muy notoria con el errático arco de Lucas, el hijo de Marroquín, encarnado por la inspirada y sorprendente interpretación infantil de Nery Arredondo. El personaje comienza teniendo unos conflictos con su padre que van en múltiples direcciones, pero que se enraizan en cuestionar sus actividades ilegales y las consecuencias que han tenido para su familia. Sin embargo, al final acaba asumiendo el rol típico del listillo que alerta sobre la amenaza zombi y no se le hace demasiado caso hasta que es demasiado tarde, sin abordar esas inquietudes iniciales que, por como finaliza la historia, no parece que tuvieran importancia ni en una hipotética segunda temporada.
Carlos Valencia como el desaforado Romeo en 'SOZ'
Como en ese ejemplo, se construyen un gran número de personajes con tramas pequeñas que sirven a mayor beneficio de una gran apoteosis final de acción muy divertida en la que hay múltiples bandos, pero que en muchos casos suponen un desperdicio de premisas interesantes. Los mayores afectados de esto son los personajes femeninos, de entre los que únicamente importan algo la soldado Valencia (Vico Ortiz) y la periodista Lilia (Fátima Molina), pero que apenas cuentan con desarrollo. También es flagrante el ninguneo a la inusual pareja formada por Taft y Romeo, un agente federal estadounidense al que le gusta ser un lobo solitario y un antiguo narco con rencillas personales con Marroquín, a los que sus actores, Steve Wilcox y Carlos Valencia, saben dar un carisma espectacular que no se hace justicia con su papel menor para la historia.
Menos mal que los zombis hablan poco
Fátima Molina interpreta a Lilia, la voz de la conciencia de 'SOZ'
La intención declarada del productor y principal impulsor de esta serie, el argentino Nicolás Entel, era lanzar su mensaje sobre lo que ha aprendido en torno al problema del narcotráfico en la frontera entre México y Estados Unidos. Eso y, por supuesto, crear una entretenida ficción de género con tintes de serie Z. Lo segundo lo ha conseguido, merced de la dirección del realizador mexicano experto en gore Rigoberto Castañeda. Lo primero está menos claro, ya que el tratamiento de la realidad del narco no parece el mejor para alejarla de estereotipos y del desvergonzado blanqueamiento de su figura que en muchas ocasiones se hace en el entretenimiento.
Y es que algunas líneas en el discurso de Marroquín parecen una reivindicación de México frente a las influencias estadounidenses, y el hecho de que el virus zombi comience en Estados Unidos podría bien ser una prefiguración sobre la influencia nociva del imperio sobre la independencia mexicana. No obstante, que el rol de defensor de esta independencia recaiga sobre un narcotraficante, que además es el personaje sobre el que más se profundiza a un nivel sentimental y el que toma el manto de héroe, resulta, como poco, problemático.
Y de segundo... ¿más zombis?
Uno de los muertos vivientes de 'Soldados o Zombies'
De todas formas, no es ésta una serie para la reflexión, precisamente. Sus ocho episodios de en torno a media hora apenas dan para ello, especialmente con tanto personaje aguardando su momento. Sobre todo, esta es una serie para disfrutar con la acción de los zombis que, aunque tarda algo en llegar, puede resultar muy satisfactoria para los fans de estos monstruos. Es verdad que el CGI en muchas ocasiones roza lo aceptable para la credibilidad, pero sí que están muy logradas las caracterizaciones de los muertos vivientes y su planteamiento, que logran construir una amenaza a un tiempo terrorífica y fascinante.
Una amenaza que sigue viva, o más bien no muerta, al final de esta temporada, allanando el terreno para una posible segunda temporada en la que, ahora sí, podrían explorar más profundamente el género zombi. Además, apenas se ha arañado la superficie en algunas tramas relativas a los cárteles rivales de Marroquín, por lo que la fusión de géneros que no ha acabado de cuajar aquí podría llegar en el futuro. Aunque 'SOZ' ha desperdiciado muchas oportunidades de introducir esos elementos en esta presentación, así como de desarrollar adecuadamente muchos de sus personajes, todavía podría alcanzar un mayor nivel en esa posible continuación, sumando algo a la correcta y entretenida ejecución que ya han demostrado poder efectuar.