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'The Handmaid's Tale' tiene un gran problema: la normalización de la violencia y la crueldad. Nos hemos acostumbrado a engullir las desgracias que nos rodean sin apenas procesarlas, abrumados por el constante flujo de desastres que se suceden y atropellan entre sí. La primera temporada de la serie de Hulu destacó por despertarnos de ese ensimismamiento, con una batería de escenas tan inolvidables como difíciles de digerir. Sin embargo, la segunda entrega fue perdiendo paulatinamente ese efecto de choque, para culminar con la controvertida decisión de su protagonista de permanecer en Gilead cuando podía tocar la libertad con la punta de los dedos. Por lo tanto, los nuevos episodios se enfrentan a un desafío doble: recuperar el poderío narrativo de sus comienzos y combatir el entumecimiento ante las atrocidades.
June se disfraza de Martha en la tercera temporada
Al atestiguar la realidad de este mundo a través de los ojos de June, el espectador tiene que adaptarse a una nueva tesitura, ya que el sentimiento de opresión se suaviza para brindar más espacio de maniobra a la protagonista. Así, tanto June como 'The Handmaid's Tale' se adentran en territorio inexplorado, en un viraje que puede dar pie a un prometedor cierre definitivo en esta tercera temporada, que se antoja más revolucionaria y arriesgada que la anterior. A pesar de lo llamativo de la propuesta, este revulsivo puede tener sus inconvenientes, ya que la omnipresente daga de Gilead pierde filo, y a largo plazo la mayor libertad de acción de June puede restar impacto a una insurgencia femenina a gran escala, que sería el culmen del mensaje de la serie.
Serena sufre una crisis en el inicio de la tercera temporada
La importancia de establecer alianzas
La segunda temporada prestó mucha atención al despertar ideológico de Serena (Yvonne Strahovski), cuya importancia será capital a lo largo de la nueva tanda de episodios. Tras facilitar la escapada de Nichole, demostró que cada vez estaba más alineada con la causa de June, sobre todo tras haber perdido un dedo por querer construir un mundo mejor para su hija. Esa bofetada de realidad ha dejado marcada a la mujer de Fred Waterford (Joseph Fiennes), que se encuentra ahora inmersa en una crisis existencial, cada vez más consciente de que no quiere formar parte del bando que ha mutilado su libertad y la de su género.
Un conflicto que moldea al personaje más contradictorio e interesante de la serie, más incluso que June, que con cada giro de guion ha ido perdiendo efecto. Por su parte, Nick (Max Minghella) vive su particular cambio de ambiente, enfocado a subrayar la potencia militar de Gilead; y los integrantes de la trama de Canadá ven incrementado su protagonismo en la temporada en la que finalmente pueden jugar un papel decisivo, más allá de encuentros tangenciales y flashbacks emotivos, en el hundimiento de la dictadura vecina. Por último, hay que resaltar al personaje revelación de este inicio. Tras jugar un papel fundamental en la fuga de Emily (Alexis Bledel), el insondable y volátil comandante Joseph Lawrence gana protagonismo, sobre todo con los tensos duelos interpretativos entre su intérprete, Bradley Whitford, y Elisabeth Moss, que mantienen viva la llama de la intriga.
June reta al espectador
Camino a la destrucción
A lo largo de este arranque, 'The Handmaid's Tale' expone un interesante juego de cartas, que sigue sin presumir de la garra de la primera temporada, pero que tiene el suficiente potencial como para recuperar la esperanza tras la irregularidad exhibida por la segunda. Sin embargo, todo dependerá de lo que se pretenda alargar la serie, que tras mostrar síntomas de agotamiento en su anterior entrega, no debería extender la necesaria historia de June hasta la extenuación. De caer en esa tentación, la ficción de Hulu vería su relevancia diluida y se convertiría en otro producto incapaz de concentrar su mensaje de manera efectiva. Así que esperamos que estos sólidos primeros pasos de la tercera temporada no se queden en una simple declaración de intenciones, y que June llegue hasta el final de su subrepticia lucha sin apartar la mirada de los actos más denunciables por el camino.