Como cada 19 de marzo, se celebra el Día del Padre, una fecha muy especial para muchos hogares, sobre un papel que, en muchas ocasiones, no se tiene demasiado en cuenta en las historias de ficción. Con una sociedad dominada por el machismo y el patriarcado, en ocasiones se ha subestimado e incluso ignorado, por desgracia, dicho papel en el seno de la familia y lo que este conlleva, algo que también se ha ido reflejando en la ficción con el paso del tiempo.
Con la realidad como inspiración, no resulta complicado reparar en el hecho de que, aunque en España hay series que han plasmado el papel de padres de ciertos personajes masculinos e incluso los han tenido como epicentro de la historia, lo cierto es que el peso de las relaciones con los hijos ha recaído principalmente en las madres. Dicha tendencia ha ido cambiando con los años, abriéndose a nuevas situaciones que se han recogido en la pequeña pantalla. Por eso, en FormulaTV hacemos un repaso, con ayuda de algunas de las ficciones contemporáneas más destacadas de su época y sus respectivos personajes, de cómo ha ido evolucionando la figura paterna en las series españolas.
Los primeros años de la tele: el padre como cabeza de familia
Ismael Merlo y Lola Herrera, actores protagonistas de 'El señor Villanueva y su gente'
Desde que en 1956 comenzara la emisión regular de la televisión en nuestro país, las dos primeras décadas de la pequeña pantalla estuvieron marcadas por la toma de decisiones bajo la dictadura franquista. Con ese marco histórico, se desarrollaron ficciones que, aunque familiares, no exploraban tanto la paternidad, sino que recogían la realidad de los padres con un enfoque más dirigido hacia su faceta como "cabeza de familia" o de marido.
De esa forma, se emitían series en las que el padre era más bien el encargado de que todo estuviera en orden, en lugar de establecer relaciones paterno-filiales más próximas al cuidado que a la disciplina. Así, en los primeros años podemos encontrar producciones como 'Los Tele-Rodríguez' (1957-1958), toda una pionera de las sitcoms en España y, de hecho, una de las primeras series españolas, que contaba cómo afectó la llegada de la televisión al día a día de la familia Rodríguez y su convivencia.
El costumbrismo era, de hecho, uno de los ingredientes predilectos de la época, con series cuyo pilar era que la familia tradicional era sagrada, pero con padres más implicados en mantener a sus familias que en las relaciones interpersonales. Con ese contexto, nacieron series como 'Escenas de la vida vulgar', emitida a finales de los 50, a la que siguieron también títulos como 'La casa de los Martínez' (1966-1970) o 'La caída' (1975).
No obstante, también se podían encontrar ficciones en las que el papel de padre tenía algo más de peso, como 'Los maniáticos' (1974), sobre un padre viudo cuya vida en paz con su criada se veía perturbada por la vuelta a casa de su hija Lola (María José Alfonso) y su familia, nietos incluidos.
Caso parecido fue 'El señor Villanueva y su gente', emitida cinco años después, en la que se narraba el día a día de una familia acomodada liderada por Nicolás (Ismael Merlo) quien, aunque declarado abogado y "liberal", se mostraba tan inflexible y firme con sus hijos como se esperaba que fueran los progenitores de la época, al igual que se exploraba más a fondo la relación con su mujer, interpretada por Lola Herrera.
El "olvido" de la familia en los años 80
Algunos de los padres de los protagonistas de 'Verano azul'
En 1981 se estrenaba una producción que marcó a generaciones enteras y que no se desligaba mucho de sus predecesoras: 'Verano azul'. La serie mostraba distintas situaciones familiares en torno a sus pequeños protagonistas cuyas aventuras, aunque copaban gran parte de la trama, también dejaban ver diferentes formas de ejercer la paternidad: desde progenitores implicados en la relación con sus hijos de una forma amable y sana, frente a otros más inflexibles, padres ausentes, o aquellos que, aunque presentes, estaban "desconectados" con respecto a sus hijos.
Más allá de esa emblemática serie, la televisión de los 80 no se caracteriza por contar con producciones en las que la familia, o en este caso, los padres, tuvieran un papel destacado. El thriller o el género policíaco irrumpían con fuerza, dando paso a series icónicas como 'Brigada central' (1989), en la que Imanol Arias daba vida a Manuel Flores, un agente con tres hijas, cuyo cuidado quedaba sobre todo en manos de su esposa Julia (Assumpta Serna), mientras su faceta profesional como agente de policía tenía el mayor peso en la trama.
Previamente, ficciones como 'La huella del crimen' (1985), 'Turno de oficio' (1986) o 'Las aventuras de Pepe Carvalho' (1986) ya trataron temas policiales, de crímenes o judiciales en una década en la que el costumbrismo y la familia pasaron a un segundo plano. Con ello, se olvidó el recoger tanto como antes los papeles dentro del seno familiar, incluyendo el que ejercían los padres de la época, en medio de un profundo cambio en una sociedad española que estaba catando la democracia por primera vez en décadas.
El boom de las series familiares en los 90
Una reunión familiar del reparto principal de 'Médico de familia'
Situación parecida presentaba 'Todos los hombres sois iguales', en 1996, con tres amigos interpretados por Josema Yuste, Tito Valverde o Luis Fernando Alvés que, tras separarse de sus respectivas mujeres, se centran sobre todo en su vida personal, a pesar de tener hijos. Estos, de hecho, acababan intercambiando a veces su papel con ellos, al mostrar un lado más responsable que sus propios progenitores.
Posteriormente, llegaron series corales como 'Al salir de clase' (1997) o 'Compañeros' (1998) que marcaron a toda una generación con sus tramas de instituto, las cuales no olvidaban el papel de los padres. Aunque en general eran personajes secundarios, sus vidas y sus comportamientos influían en los protagonistas, tanto para mal como para bien, a través de separaciones o nuevas relaciones, padres demasiado absorbentes o demasiado ausentes, entre otras muchas situaciones, en un abanico tan amplio de posibilidades como lo era el número de sus personajes.
Los años 90 también fueron la década 'Médico de familia' vio la luz, concretamente en 1995, con un médico llamado Nacho (Emilio Aragón) como centro la historia, en la que su relación con sus tres hijos contaba con un enorme peso, dado que era viudo. De ese modo, encontrábamos uno de los primeros papeles destacados en los que el padre ejercía como tal en todos los sentidos, más allá de ser una mera figura de autoridad, con el apoyo de su propio progenitor y su asistenta.
Un año después, El Fary llegaba con 'Menudo es mi padre', serie centrada en su personaje, Juan Carrasco, y cómo incorporaba a su nueva hija secreta a su núcleo familiar, ya con tres retoños, a los que se sumaban otros dos de su nueva pareja tras enviudar. Una serie en la que también se ponía el foco en la relación del protagonista con sus hijos, aunque quizás en una menor medida que en el caso de Nacho y su predecesora, algo más "moderna" en ese sentido.
Los años 2000 arrancaron con el debut de una serie que aún a día de hoy tiene pendiente su final: 'Cuéntame cómo pasó'. Con las relaciones intrafamiliares como eje principal de su historia y, aunque enmarcada en un principio en una época anterior, la ficción otorgó un considerable protagonismo a Antonio Alcántara (Imanol Arias), personaje que ha ido desarrollando su relación con sus hijos acorde al paso del tiempo y los momentos vividos con ellos. Algo similar ocurría con Fernando (Roberto Álvarez) en 'Ana y los siete' (2002): pasaba de ser un viudo volcado en su vida laboral y apartado un tanto de sus hijos, a ser un padre implicado a muchos niveles en su vida, con una mejor y más estrecha relación.
Lo mismo ocurría en 2007 con su sucesora, 'La que se avecina', donde se podía ver un padre conservador, uno más caótico y amante de sus hijos u otro más volcado en la crianza de sus "pequeños" como Enrique Pastor (José Luis Gil). Un perfil que bien podría recordar a otros personajes de la década como Chema (Pepe Viyuela), de 'Aída', quien sí tenía la suerte de estar muy unido a su hijo Fidel (Eduardo Casanova).
Es en esta época, quizás, donde nos topamos a uno de los padres más icónicos de la ficción española de lo que va de siglo: Diego Serrano (Antonio Resines), de 'Los Serrano' (2003). Su historia, de hecho, se centra en gran parte en lidiar con los quebraderos de cabeza que le causan sus hijos o que incluso le provocan sus propios temores sobre ellos. En esos intentos de protección, se generaban situaciones de lo más cómicas en las que el personaje de Resines terminaba creciendo en muchas ocasiones a nivel personal y como padre.
Ya cerca del final de la década, 'El internado: Laguna negra' (2007) mostraba dos figuras paternas inolvidables: Héctor (Luis Merlo) y Jacques (Carlos Leal). Aunque ninguno de los dos era padre biológico de los chicos a su cargo, ambos ostentaban dicho papel de formas totalmente opuestas: el primero enfocaba la relación con amor y comprensión; el segundo, lo hacía a través del temor y, en ciertas ocasiones, hasta con la violencia. Se empezaba a entrever así otras posibilidades para los progenitores, que no tenían por qué tener relación de sangre, al igual que también podían tener un papel más siniestro en las series.
Padres más "imperfectos" en la década del 2010
Berto Romero consus hijos en 'Mira lo que has hecho'
Así ocurría con los personajes de José Coronado en 'Gigantes' (2018) o 'Vivir sin permiso' (2018), donde el contexto no favorecía precisamente a que Abraham o Nemo fueran padres afables o "al uso" como en las producciones que venían dándose hasta entonces. Incluso 'Élite', estrenada en 2018, ha mostrado padres que han cruzado límites con sus propios vástagos, como ocurría, por ejemplo, con el padre de Iván (André Lamoglia), que se entrometía en exceso en la vida de su propio hijo al liarse con el novio de este.
No muy lejos de este enfoque "retorcido" de la figura paterna, esta década también ha dejado tras de sí series con padres imperfectos, a veces incluso un tanto desastrosos, desde una perspectiva puramente cómica, como ocurría con Tino (Paco Tous) o Ángel (Raúl Fernández) en 'Con el culo al aire' (2012), o con personajes de 'El pueblo' (2019) como Juanjo (Carlos Areces) o Rafael (Santi Millán), con formas de enfocar su papel de padres muy opuestas entre sí.
Con un toque más dramático, pero sin renunciar al humor, los 2010 también trajeron consigo padres un tanto perdidos pero dispuestos a todo por estar con sus hijos, como Ignatius Farray en 'El fin de la comedia' (2014) o Sergio (Carlos Santos) en 'Ella es tu padre'. Además, con ese mismo enfoque, 'Mira lo que has hecho' (2018) mostró una faceta poco plasmada en series, como es la del padre primerizo, a través del personaje de Berto Romero.
En estos años, también surgen nuevas figuras paternas, alejadas del lazo de la sangre, tan frecuente en las producciones españolas. Así, nos topamos con personajes como Mario (Antonio Garrido), Benito (Andreu Benito) o Merlí (Francesc Orella), de las series 'Los protegidos' (2010), 'Polseres vermelles' (2011) y 'Merlí' (2015), quienes se situaban como referentes paternos, más allá de ejercerlo correctamente o no con sus propios hijos, desde distintos caracteres, comenzando por las inseguridades del primero, pasando por la sabiduría del segundo, hasta las excentricidades del tercero.
A ellos merece la pena añadir también que, en 2019, 'Vida perfecta' trajo consigo un padre fuera de lo común y, por desgracia, con un perfil nada habitual hasta la fecha en las ficciones españolas: Gari, encarnado por Enric Auquer, amigo de María (Leticia Dolera) con una discapacidad intelectual, que ha de enfrentarse con ella al reto de ser padre, al mismo tiempo que lidiaba con los prejuicios de la sociedad. Toda una lista, más o menos representativa, que evidencia algo muy importante: en mayor o menor medida, se empiezan a plasmar también las debilidades propias de la paternidad.
Actualidad: una paternidad con mucho por explorar
Santi y su hija Álex en 'Machos alfa'
Con poco recorrido de la década del 2020, las tramas sobre la paternidad, sobre todo en un primer plano, no parecen ser las predilectas de esta década, al menos de momento. No obstante, se continúa en la línea mostrar las flaquezas de las figuras paternas, como ocurre a un nivel especialmente notable en 'Días mejores' (2022). En ella, a través de personajes tan distintos como Luis (Francesc Orella) y Pardo (Erick Elías), se plantean las dudas y temores de dos padres que, con ayuda de la terapia, han de enfrentarse al reto de conectar con sus respectivos hijos en sus complicadas situaciones.
Asimismo, podemos encontrar series como 'HIT' que, como ya hicieran ficciones de instituto ya mencionadas, no se centra únicamente en la familia y, en consecuencia, en la figura del padre. No obstante, sí muestran distintas realidades a través de sus tramas y sus variados personajes, por lo que es una prueba de cuánto ha evolucionado la ficción española, al mismo tiempo que arroja luz sobre asuntos serios que afectan a los jóvenes y sus progenitores en la actualidad. Asimismo, está el hecho de que incluso enfoca el papel de padre desde una perspectiva enfocada en la educación de los hijos, algo que no se suele tratar con frecuencia en la ficción española.
Series como 'Caronte' o 'Perdida', por su parte, abordan esa faceta de padres dispuestos a todo por sus hijos, desde una perspectiva más violenta y oscura que otras ficciones anteriormente mencionadas. Mientras, 'Machos Alfa' (2022) retoma ese tono de humor que caracteriza algunos de los trabajos más destacados de los hermanos Caballero, en el que podemos encontrar al personaje de Santi (Gorka Otxoa), cuya relación con su hija llega hasta el punto de que ella misma gestiona su cuenta de Tinder mientras busca el amor.
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Un nivel de confianza tal, de hecho, no suele ser muy común entre padres e hijos que se muestran en las ficciones españolas y debería seguir avanzando en pos de unas relaciones más estrechas y sanas entre ambas partes. Además, aunque se haya avanzado a la hora de dar visibilidad a figuras paternas más variadas, lo cierto es que quedan muchos terrenos por explorar y explotar, ya sea con padres del colectivo LGTBI+, personas racializadas o con discapacidad, entre otros muchos posibles espejos de la sociedad que merece la pena que sean plasmados.