DECLARACIÓN JUDICIAL

Un extrabajador de 'El Chiringuito' denuncia el "maltrato" de Josep Pedrerol: "Era el absoluto infierno"

El periodista Pablo Espinosa ha declarado como testigo en la vista judicial propiciada por la demanda de Josep Pedrerol a Siro López.

Por Redacción El 13 de Abril 2024 | 15:01

El martes 9 de abril se abrió la caja de pandora del periodismo deportivo cuando Siro López desveló que Josep Pedrerol le había interpuesto una demanda por competencia desleal, reclamándole una indemnización de 370.000 euros. En directo en su canal de Twitch, explicaba que se enteró de esa medida legal el 21 de marzo, tras lo cual tuvo un escaso plazo para prepararse de cara a las medidas cautelares.

"Delante de un juez ha habido testigos que han confirmado que lo que digo no es un invento. No va a conseguir silenciarme", aseveraba López, cuya enemistad con Pedrerol viene de largo y es públicamente conocida. Tan solo un mes antes, a mediados de febrero, la tensión entre ambos estalló cuando López acusó a Pedrerol de boicotearle y dejó entrever que había "cosas que denunciar" con respecto al responsable de 'El Chiringuito de Jugones' que "pueden ser hasta motivo de cárcel".

Tras esa escalada de tensión y, con motivo de la denuncia, se celebró una vista ante el juez previa al juicio contra Siro López y uno de los testigos presentados por la parte demandada, Pablo Espinosa, expuso cómo fue su experiencia como trabajador del programa de Mega. El propio Espinosa, que fue becario de 'El Chiringuito' entre junio y agosto de 2021 y editor del programa desde septiembre de ese mismo año hasta su dimisión en febrero de 2022, ha compartido a través de X el fragmento de la vista que contiene su declaración, a lo largo de la cual denuncia "el trato vejatorio que constantemente recibía como trabajador de Josep Pedrerol".

Pablo Espinosa

"Esas vejaciones, ese mal ambiente o ese maltrato generalizado eran tanto en persona como online. Mi puesto era el de editor, que en un medio de comunicación normal es como el jefe de redacción, y en 'El Chiringuito' hacía de jefe de redacción, preparaba las escaletas y además hablaba durante el programa con él, pero verdaderamente yo estaba ahí para parar golpes. No había día en el que no te echase la bronca con frases como 'No vales', 'Ya hablaremos en el futuro'... como amenazas de, 'Ya hablaremos, porque te voy a echar', pero nunca te echaba. No conozco a nadie al que haya echado. Todo el mundo dimitió", arrancaba el joven periodista.

"Frases como 'Eres un inútil', 'No te enteras', 'Te están pintando la cara'... Me decía siempre que el editor de 'Jugones', que es una persona que verdaderamente era editor y que tenía cuarenta años y mucha experiencia, me pintaba constantemente la cara y que era mucho mejor que yo. Lógicamente lo era, llevaba veinte años de experiencia. Me decía, 'Me estás jodiendo el programa', 'Te has cargado el programa', 'Voy a llamar a Felipe del Campo (que es un presentador de un programa que se emite a la misma hora) para darte las gracias'... Eso era el día a día", añadía.

"Todo esto conllevó que, a pesar de que el trabajo estaba muy bien remunerado y que yo con 24 años cobraba 3.300 euros netos, que en el periodismo deportivo es una cantidad nada desdeñable, me hacía ir con miedo y terror al trabajo", apuntaba Espinosa, que acabó tomando la decisión, al igual que otros compañeros, de marcharse de manera voluntaria. "En la misma semana dimitieron tres personas: Fermín Canas, Manolo Salvanés y Borja Velasco. (...) Al final de esa temporada también dimitieron dos personas más y seis meses antes que yo dimitió una persona que antes tenía mi puesto, a la que se le llegó a decir, que lo escuché por el pinganillo, 'No contestas nunca Borja, pareces autista'".

La silla eléctrica

"Es un puesto que es básicamente tu sentencia de muerte", explicaba Espinosa al ahondar en las particularidades del rol de editor. "Cuando subí algunos compañeros me decían, 'Con lo majo que eras, es una pena que ya hayas muerto'. Por el grupo se ponía 'Pablo, RIP'. A ese puesto se le conoce como la silla eléctrica. Creo que el récord en once años de programa está en dos años, nadie dura muchos meses".

En respuesta a las preguntas del abogado de la parte demandada, el declarante llegó a describir cómo era una jornada laboral en 'El Chiringuito' cuando se acercaba la emisión nocturna del programa. "Él solía llegar a las 20:45. Era cuando tenía que bajar junto al resto, sentarme al lado de él y contarle el programa que habíamos pensado. Ese momento para mí era el absoluto infierno, porque era el momento en el que de forma directa y delante de tus compañeros te iba a humillar. Recuerdo miedo, temor, pavor... Y eso aún se agrandaba más a las 23:30".

"El programa empieza a las 00:00 y cuando él volvía de cenar tenía una reunión con él que muchas veces sucedía en su camerino mientras se maquillaba. Ese momento para mí era el absoluto infierno. Recuerdo a las 23:20 cuando ya veía que me iban a avisar de que iba a llegar, mirar con temor el móvil o querer apagarlo porque el mensaje de 'Pablo, baja' significaba que los próximos quince minutos iban a ser de ganas de vomitar", remataba Espinosa.

Siro López en su canal de Twitch

Jornadas eternas

Además de alegar ese "maltrato" a la hora de explicar por qué dimitió y de razonar que no demandó "porque con 24 años solo tenía ganas de salir de ahí y miedo", Espinosa también aseguró que las jornadas de trabajo jugaron un papel clave en su decisión, ya que a su labor en la televisión, que podía alargarse entre las 17:30 hasta las 3:30 o 4:00 de la madrugada siguiente, se sumaban a veces conexiones de tres horas por la mañana en Twitch. Sin embargo, el actual componente de La Media Inglesa reconoció que "con un buen trato habría aguantado más tiempo esas horas".

Pablo Espinosa en el plató de La Media Inglesa

Palo tras palo

Preguntado por el propio juez acerca de si todo podía ser un problema de la gestión de la exigencia impuesta por un superior, Espinosa comparó con sus otras experiencias laborales: "Exigente es mi jefe de ahora o era mi jefe del As. A mí nunca me costó la exigencia, lo que me costó era que pasara las rayas. Que me llamase inútil, que me dijera que no valía, que me pintaban la cara, que era mal compañero...".