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La corrupción moral es un dilema inherente a las historias de superhéroes. Aun así, y a pesar de su largo recorrido, el Universo Cinematográfico de Marvel quizá no había excavado hasta llegar a las profundidades más interesantes de ese conflicto, pero el salto a la televisión le ha servido para poder expandir sus miras. Con 'Falcon y el Soldado de Invierno', la franquicia de Disney está alcanzando unas cotas de madurez inesperadas, hasta llegar al punto de sumir el desenlace de su cuarto episodio en unas sombras más reminiscentes de DC o 'The Boys' que del UCM.
John Walker toma una decisión irreversible
En medio de esa encrucijada se encuentran Sam y Bucky que, al igual que el espectador, pueden comprender las motivaciones de todos ellos, aunque no estén de acuerdo con los medios a los que recurren para sublimarlas. De hecho, en el cuarto episodio Sam ha acercado posturas con Karli, reconociendo la sintonía que siente por su causa, pero el estallido entre todas las partes era inevitable. Después de interrumpir la reunión entre Falcon y la líder de los anarquistas, Walker ha sacado a relucir todas sus inseguridades. El escudo de Steve Rogers pesa cada vez más, y el nuevo Capitán América no cuenta ni con la fortaleza física ni moral de su predecesor, así que ha terminado por sucumbir a la tentación de adquirir un poder mayor para un fin cuestionable.
Walker con el escudo ensangrentado
De la justicia a la venganza
No había que ser un lince para darse cuenta de que el ninguneo constante a Walker iba a acabar mal. El personaje de Wyatt Russell carga con demasiados traumas y con una responsabilidad que siempre está a punto de doblegarle. No obstante, hasta ahora se ha mantenido dentro de unos parámetros comprensibles, ayudado por Lemar, pero la bomba de relojería ha acabado estallando cuando, tras inocularse el último suero de supersoldado, ha visto morir a su compañero a manos de Karli.
Movido totalmente por el ansia de venganza, Walker ha ejecutado públicamente a uno de los globalistas en una plaza ante la perpleja mirada de cientos de civiles, y de las cámaras de sus móviles. Ya no hay vuelta atrás para él, que, como decía Lemar, ha llevado al máximo su propia personalidad al adquirir una fuerza sobrehumana. Desgraciadamente, el resultado ha sido mucho más sangriento de lo que nadie habría imaginado.
¿Extermina este acto el legado del Capitán América? A 'Falcon y el Soldado de Invierno' le restan dos episodios para encontrar un heredero a la altura de los ideales de Rogers, aunque primero habrá que arrancar el escudo de vibranium de las viciadas manos de Walker.