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Amazon Prime Video estrenó el 28 de octubre la segunda temporada de 'Historias para no dormir'. Dentro de los cuatro episodios que la componen se encuentra "El televisor", el cual está dirigido por Jaume Balagueró y protagonizado por Manuela Vellés y Pablo Derqui. En esta entrevista, el director y la actriz nos dan su punto de vista sobre la reinvención de la historia, que navega a la actualidad con una obsesión por la vigilancia y el miedo infundido desde los medios de comunicación.
Manuela Vellés y Pablo Derqui en "El televisor", de 'Historias para no dormir'
Jaume Balagueró: La idea es adaptar un capítulo original y yo escogí "El televisor" porque era un capítulo maravilloso. Muy moderno en cuanto a puesta en escena y en cuanto a concepto, pero la historia en sí no era tan moderna porque era la historia de la obsesión de un padre de familia por conseguir tener un televisor en color y la caída de la locura a partir de eso. Esto no funcionaba o no funcionaría de la misma manera hoy en día con todos los avances que estamos viviendo y entonces tuvimos que reconstruir un poco toda la trama y enseguida encontramos que todo ese mundo de las cámaras de seguridad y de la obsesión por proteger a tu familia de unos peligros casi abstractos de los que todo el mundo te está hablando y que son una amenaza me parecía muy interesante.
Hay una crítica a todos esos magazines que bombardean sobre la okupación para infundir el miedo en la audiencia. ¿Hasta dónde creéis vosotros que puede llegar el poder de los medios en la actualidad?
J. B.: Es el gran poder del mundo. La única verdad con la que nosotros vamos a convivir es la verdad de los medios de comunicación. Es lo único que nosotros vamos a recibir. No hay una verdad, hay muchas verdades, pero hay una que es la que se va a asentar en los medios de comunicación. Todos vivimos y somos vulnerables a los medios de comunicación, son el gran poder del mundo
Manuela Vellés: El tema de la seguridad influye un montón, que tengamos miedo de nuestra propia seguridad. Eso hace que haya más control y creemos que el control es por nosotros, que es lo que queremos, pero en el fondo lo que hay es un control sobre nosotros de todo. Bueno, ya lo hay, por ejemplo, en lo que comemos. De eso también puede ser la lectura del guion de esta película.
Me recordó bastante a la premisa que tiene 'Express', donde también hablan de que infundir el miedo en la sociedad es ahora mismo el gran poder porque de esa manera consigues manejar a la gente.
M. V.: Eso ha sido la religión toda la vida. El miedo es la forma del control total, sí.
Todos vivimos y somos vulnerables a los medios de comunicación, son el gran poder del mundo
¿Qué influencia ejerce este televisor en la familia?
J. B.: Hay una cierta diferencia con el capítulo original donde sí que el televisor se erige en el omnipresente Dios de una familia. En este caso, al haber cambiado un poco el acercamiento a la trama, hay algo distinto, pero el televisor sigue siendo el centro neurálgico de esa vigilancia. Nuestro personaje, obsesionado con esa seguridad y con proteger a su familia del peligro de esa amenaza abstracta, lo que hace es conectar todo el sistema de seguridad a un televisor, lo convierte en el tótem de esa obsesión. Hemos jugado a eso, a que el televisor acaba siendo el gran ojo que vigila al tiempo que protege.
¿De dónde pensáis que nace esa necesidad de controlarlo todo y por qué el personaje de Manuela no se ve tan sometido a ese bombardeo de que les van a ocupar la casa que sí afecta a su marido?
M. V.: Son los roles y lo que funciona en la historia, eso es como lo más básico, pero hay distintas personalidades y formas de tomarse las cosas. Yo me identificaba con ella porque en general no me preocupo mucho y soy bastante confiada, pero eso va en la personalidad o las cosas que te hayan pasado. Tampoco he tenido nunca un robo en mi casa, si lo tengo, espero que no, me convertiría a lo mejor en alguien que tiene más miedos en ese aspecto.
J. B.: A lo que estamos jugando aquí es a un personaje más sano entre comillas, que sería el personaje de Manuela, frente a otro personaje mucho más obsesivo-compulsivo que ya desde el principio, antes de que empiece la trama, lo vemos que es un friki que está obsesionado con esto y con lo otro. Ya vemos incluso en cómo enseña a jugar a tenis a su hija que tiene ese punto obsesivo. Y eso es perfecto para que acabe obsesionándose y generando todo ese proceso de locura.
Pablo Derqui frente al televisor de 'Historias para no dormir'
A la hija la recriminan por no ejercer ese control sobre su hermano e incluso en algún momento hasta se la llega a culpar de la posibilidad de que al hermano le pase algo. Es muy interesante cómo los padres intentan también traspasar ese sobrecontrol a la niña.
J. B.: Eso es una sutileza, pero tiene mucho más que ver con un retrato del mundo familiar moderno en el que tendemos siempre a que los pequeños conflictos que surgen los esquivamos de nuestra responsabilidad. Al principio, cuando los niños están viendo una película muy violenta y llega la madre, le dice a su marido que si no se da cuenta de lo que están viendo los niños y enseguida el padre tiende a culpar a la hija. Esto tiene mucho más que ver con un retrato familiar, de cómo son las familias, porque hemos intentado jugar mucho con nuestras propias experiencias para crear este entorno familiar. Es verdad que todo el mundo aquí intenta ejercer un control y a veces a la niña se le está atribuyendo un control mayor de su hermano del que debería tener.
Tras la mudanza de los personajes, colocan un televisor antiguo en una esquina del salón. ¿Por qué decidiste dejarlo ahí?
J.B.: Me pareció que tenía cierta gracia como homenaje. Y además nos permitía jugar con ese cameo de Alejandro Ibáñez, que es uno de los productores y el hijo de Chicho Ibáñez Serrador y el nieto de Narciso Ibáñez Menta, que era el protagonista en el capítulo original. Cuando coge el televisor, él hace de operario de mudanzas, pregunta: "¿Qué hacemos con este?". Le dicen que lo deje por ahí y responde: "Este es como el que tenía mi abuelo". Eso es muy gracioso porque efectivamente es ese homenaje. Nos parecía muy interesante hacer ese link entre este nuevo televisor más tecnológico y conectado a montones de cámaras con ese otro televisor, y cómo esos dos televisores de alguna forma desataron o van a desatar la locura en estos años.
El televisor acaba siendo el gran ojo que vigila al tiempo que protege
Jaume, ¿tras este capítulo te ha picado el gusanillo para seguir haciendo más cosas en televisión?
J. B.: Fíjate que cuando tú haces una película no eres muy consciente tampoco si es una película o va para televisión. He tenido la experiencia de hacer una película que va a acabar en televisión, y además es un formato muy parecido al del cine aunque es más corto, pero al final es como una película. Yo no tengo todavía la experiencia de haber hecho una serie, ahí sí que te podría decir que me ha picado el gusanillo porque la serie sí que es una experiencia distinta seguramente, es otro formato, tiene otras intenciones... Pero hasta ahora no. Se ha quedado algún proyecto en mente y en marcha, yo todavía no he trabajado nunca una serie, pero me interesa mucho el mundo de la televisión.
Manuela, tú estás trabajando en 'Memento Mori', también con Amazon Prime Video. ¿Qué me puedes contar de este nuevo trabajo?
M. V.: Estaba pensando según hablaba Jaume de la diferencia entre cine y televisión. Yo estoy muy contenta con este proyecto de 'Memento Mori', que es televisión, porque son capítulos que ya están cerrados al estar basados en una novela. Sé dónde empieza el personaje y dónde termina. Quizá a mí lo que me descoloca más de la televisión es ir haciendo capítulos sin saber a dónde vas y lo que me gusta el cine es trabajar algo muy concreto que tú ya sabes. Abarcas y entiendes el desarrollo y si en una serie consigues eso, que son series de seis capítulos, lo mismo: saber un poco a dónde vas y tener el control ya de de toda la información para trabajar sobre eso. Me parece más difícil y más dura la televisión cuando empieza a ser eso y vas más perdida. Está basada en la novela del mismo nombre, que es también un thriller, una novela negra, y la aproximación poco a poco, queda bastante todavía y muy buena pinta, con mucha ilusión.