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La legalización de la prostitución es un discurso que lleva mucho tiempo sobre la mesa. Sin embargo, en los últimos meses, pasó a ser un tema de conversación recurrente, ya que el ejecutivo de Sánchez aprobó un sindicato de trabajadoras y trabajadores sexuales, OTRAS. La noticia llegó por sorpresa, ya que el nuevo gobierno socialista está marcado por un fuerte carácter abolicionista de la prostitución, y generó tal revuelo que terminó por saldarse con una dimisión.
Elisa Beni y Conxa Borrel en 'laSexta Noche'
Y así es. La legalización de la prostitución admite numerosos puntos de vista, todos ellos igualmente de respetables y merecedores de ser sopesados. Sin embargo, en la noche del 17 de noviembre, asistimos en 'laSexta Noche' a un espectáculo que podríamos calificar de aberrante. El programa había organizado una mesa redonda con distintos expertos e implicados, entre ellos Elisa Beni, periodista y colaboradora habitual, y Conxa Borrel, directora de la Asociación de Profesionales del Sexo (Aprosex). Beni fue la primera en tomar la palabra. Su postura está con los abolicionistas, pero su discurso quedó muy, pero que muy, lejos de ayudarles en su tarea.
Un discurso sin argumentación
"Lengua anal, todo sin goma, jugar con mierda y con esperma, sexo con dos mujeres o doble penetración, lamiendo las pelotas, puño metido totalmente, mamada sin goma, mamada con tragada de esperma, el hombre caga en la mujer, eyacular en la cara, una mujer entre dos hombres...". Con esta enumeración empezaba su perórata, en un intento bajo de tocar al oyente donde más duele. "Esto es una lista que en Alemania, que está legalizada la prostitución, dan en las cervecerías cuando te tomas una cerveza. Para que lo hagas con una tía", proseguía. Hasta ahí, el discurso tenía un pase. Quizás el recurso no era el más acertado, pero si hubiera quedado ahí y hubiera pasado a un razonamiento lógico, el programa habría ido por otros derroteros.
Conxa Borrel toma la palabra, mientras Elisa Beni mira tu teléfono
"Esto no es un trabajo. Que te penetren diez tíos por todos los agujeros todos los días no es un trabajo. Estamos hablando de hombres que pagan para meterla por todos los agujeros de una mujer todas las veces que quieran y pretenden que diga que esto es un trabajo. esto no es un trabajo", proseguía, con Borrel sentada al frente. ¿De verdad era necesario utilizar ejemplos y descripciones tan humillantes? Sí, la palabra es humillar, porque con ese discurso lo que haces es humillar a todas las personas que por gusto disgusto, bien, mal, te guste o no, se dedican a ello.
Interrupciones constantes más descalificativos
Pero la cosa no quedó ahí, no. "Tú participas en la formación de mujeres para que sean prostitutas. A mi esto me parece tan aberrante, me da tanta vergüenza que no puedo soportarlo. Vamos a decirles a las niñas en EGB -por cierto, que ya no existe la EGB- que una de sus salidas profesionales es la prostitución. ¿Vamos a darles clases para que se hagan putas?", espetó directamente a Borrel, que sólo respondió: "Yo no doy clases a las niñas, eso que acabas de decir es muy grave" y, además, pidió la rectificación del comentario: "Pero qué voy a retirar, tonta", contestó Beni. Y, así, sin quererlo ni pretenderlo, con su actitud y el descalificativo lo que hacía era dar la razón a la parte de Borrel o, por lo menos, que el espectador empatizara más con ella.
Uno de los momentos más acalorados de la discusión
Además, que de debate tuvo poco la cosa, ya que la periodista se dedicó a interrumpir toda la intervención de la líder de Aprosex. De hecho, cuando el presentador le pidió que se callara, algo que hizo en numerosas ocasiones, Beni contestó, de nuevo, humillando: "No, no me puedes poner al mismo nivel de una mujer que dice estas cosas".
Es lícito que tengas un discurso abolicionista. Es lícito que estés en favor y es lícito que no sepas qué pensar sobre el tema. Está claro que nadie tiene la verdad absoluta y que es un problema que necesita mucha reflexión y tiempo de estudio. Lo que no se puede hacer es hacer una defensa tan baja, humillar con la palabra o creerse moralmente superior a nadie. Si el debate sobre la prostitución requiere una reflexión muy complicada, esta es una muy sencilla: respeto. Siempre.
