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Cuando era pequeña, mi madre solía poner las noches de sábado una peli western. Una de sus favoritas era "La venganza de Ulzana", un filme de Robert Aldrich protagonizada por Burt Lancaster que muestra la violencia entre indios y colonos americanos de una forma sin igual. Había una escena en particular que mi madre siempre me impedía que viera. Una en la que un hombre es arrasado por Ulzana y sus seguidores y dejan su cadáver de una manera completamente salvaje, con un pene cortado metido en la boca. No sé exactamente porqué me vino esta escena a la cabeza mientras veía 'Lorena', pero creo que va en línea de contrastar el horror que me provocaba, a la risa que causó en la realidad un hecho tan violento, como es castrar a una persona, y lo que desencadenó ese suceso: una historia de maltrato.
Poniendo en antecedentes a los que desconozcan a John y Lorena Bobbitt, su historia siempre se ha resumido como la de la mujer que le cortó el pene a su marido y lo tiró por la ventanilla de su coche. En 1993, ambos se hicieron mundialmente famosos por este episodio, pero la pena es que no trascendió todo lo que había detrás: el historial de maltrato físico y psicológico que arrastraba Lorena desde que se casara con John en 1989. El juicio por castración se mediatizó de manera masificada, incluso se vendía merchandising sobre el tema. Los medios de comunicación acampaban a las puertas de los juzgados y el proceso copó las portadas de los diarios día sí y día también.Lorena y John Bobbitt
El agobio, lo sensacionalista, lo carroñero es algo que el documental de Amazon, 'Lorena', transmite a la perfección y manda un mensaje potente para hacernos ver cómo somos capaces de convertir en un circo los sucesos más atroces. Gracias a la serie, comprobamos como hermanos, padres, vecinos o amigos de la pareja se pasearon por los platós de televisión en busca de su trozo de pastel, uno que se habían encargado de cocinar los medios de comunicación. En España, no somos muy ajenos a estos casos. Hace poco pudimos ver como ocurría algo similar con el caso de Julen. Si retrocedemos unos años más atrás, tenemos las niñas de Alcàsser. Y no, no decimos que no haya que informar. Una cosa es informar y otra muy distinta es poner a los funambulistas a trabajar. 'Lorena' es, supongo, un ejemplo más de que vemos antes la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
Hipersexualización del miembro viril
Y mira que en este caso había "carnaza" para despellejar. Alcoholismo, machismo, violaciones, maltrato... Pero no, eso no interesaba para la televisión. Interesaba que un hombre había sido castrado, que un macho alfa había perdido su pene, y ahí entra la reflexión del documental sobre la hipersexualización del miembro viril. ¿Qué hubiera pasado si él le hubiera cortado un pecho? "Un hombre le corta un pecho a su mujer y lo tira por la ventanilla de su coche". ¿Habría pasado este titular de una página de sucesos de un medio local?
Lorena Bobbitt, el día que fue absuelta
Aquí la historia era que un marine americano había perdido aquello que más quería y nada importó que Lorena hubiese olvidado su integridad como mujer por culpa de los continuos abusos de los que era víctima. En vez de focalizar que una mujer había simbolizado el dolor que sentía en un pene y había decidido terminar con él, se vislumbró el hecho de que John había perdido otro símbolo, el que la sociedad achaca a la masculinidad. "Hizo algo peor que matarle", rezaba el titular de uno de los periódicos que incluye la serie. Y eso, además, debe ser que daba mucha, pero que mucha, risa.
Una historia sobre feminismo
Gracias a (inserte nombre de divinidad aquí), viendo todo lo sucedido en 'Lorena', no hay sitio para la mofa. Lo hay para la vergüenza, y es que parece que la ficción sabe tratar mucho mejor el drama que la propia realidad. 'Lorena' es "La venganza de Ulzana", te mete escenas complicadas de olvidar, como las entrevistas incómodas que tuvo que soportar la joven en programas de televisión o los titulares machistas de algunos periódicos: "La mujer latina de sangre caliente". Toma topicazo. Afortunadamente, el director del documental, Jordan Peele, es un experto en eso de desmontar falsos mitos y luchar en pro de los grupos marginados societariamente, como demostró de forma magistral en su ópera prima como director "Déjame salir".
John Bobbitt, durante el juicio
El mundo olvidó la parte de la violencia machista y la mayoría de la población también. No obstante, sí que hubo un sector que supo ver en la rebelión de Lorena el despertar del empoderamiento, el valor de una mujer que dio el paso de sentarse en un juzgado y detallar todos los abusos que había sufrido. La castración fue el inicio de la catarsis de la joven, fue el principio -nada loable, las cosas como son- del empoderamiento de una mujer, en unos años en los que en Estados Unidos se registraron 100.000 casos de violación cuando se estima que fueron un millón. En el documental escuchamos como las mujeres entonaban a las puertas del juzgado el famoso "si tocan a una, nos tocan a todas" y es de agradecer que, después de tantos relatos sobre un pene, alguien se digne por fin a convertirlo en una historia de feminismo.
Dos caminos muy distintos
Alabanzas sobre el tratamiento del tema aparte, si tuviera que poner alguna pega es la necesidad innecesaria -valga la redundancia- de hacer los relatos largos. La historia de los Bobbitt es profunda y compleja, pero, sinceramente, no necesita de cuatro capítulos de más de una hora para tratar el tema. Además, nos topamos con el problema del montaje, algo lógico, por otra parte, en los documentales testimoniales. Siempre acaban recurriendo al "pato, pato. Patata, patata", es decir: te hablo de pato y te enseño un pato. Te cuento sobre patata y te enseño una patata. Es complicado no aburrir al espectador con un plano medio de una entrevista, pero alguien como Peele podría haber encontrado la forma de hacerlo. También es cierto que, cuando el director ha tenido acceso a material de archivo de los sucesos, la cosa cambia y se ameniza mucho más.
Lorena Bobbitt. El antes y el después
Desde el punto de vista periodístico, es magistral el uso de fuentes a las que han tenido acceso. Han contado con el testimonio de Lorena, de John, de los médicos que le atendieron esa noche, periodistas, abogados, el jurado -que alguien me explique cómo se llega al jurado, si eso debería ser confidencial, ¿no?- incluso han dado con el hombre que encontró el pene en una gasolinera y lo llevó corriendo al hospital. Porque bueno, spoiler que no es spoiler, John recuperó su pene, se hizo estrella porno, se sometió a otra operación para hacerse el pene más grande, acabó en la cárcel por malos tratos -a otra mujer- y ahora vive retirado escribiendo cartas de amor a Lorena. Ella, por su parte, fundó una asociación para ayudar a víctimas de maltrato. Pero si se quiere saber más sobre la vida de ambos, mejor ver 'Lorena', el mejor relato, hasta la fecha, de la verdadera historia de los Bobbitt. Al César, lo que es del César.