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María Casado, en imágenes 10 fotos
Marta Sánchez, Vicky Martín Berrocal y Kike Sarasola han sido los invitados del programa 'Las tres puertas', presentado por María Casado. Al inicio, los tres se sorprendían por la coincidencia, ya que eran muy amigos entre ellos. Uno por uno se sentaron junto con la periodista para repasar su vida personal, sus carreras y sus proyectos. En el turno de la diseñadora, la catalana lanzó una pregunta que contenía un dato erróneo sobre su trayectoria profesional.
La andaluza le estaba contando la inminente apertura de su tienda en Málaga y Casado se mostró sorprendida por la cantidad de trabajos que había realizado su invitada. "Libro, tienda, ahora muy metida con el tema de la mujer, pero yo no sabía que tú antes habías sido representante de toreros", le comentó. Enseguida, la expareja de Manuel Díaz El Cordobés saltaba. "¡No! Eso no. Yo fui mujer. Ha habido confusión con eso siempre. ¿Cómo voy yo a representar a un torero?", la corrigió.María Casado y Vicky Martín Berrocal en 'Las tres puertas'
"Yo te veo con hechura", bromeó la periodista, para tratar de salir del paso. La diseñadora le aclaraba que ella fue cercana al mundo del toreo debido a su padre. "Era ganadero, empresario y después llevó a toreros. Pero no, a mí me bastó con mi marido", zanjó. Entonces, la entrevistadora cambió de tema para preguntarle por su padre y lo que él le había enseñado. "A vivir. Es el hombre más importante de mi vida. Era un tío genial, listo, que le gustaba exprimir la vida, pero también muy currante", recordó, con emoción.
Sobre su obesidad
"Yo he estado batallando con el peso y con mis inseguridades mucho tiempo. Me he mirado al espejo y he llorado mucho", confesó Martín Berrocal en la entrevista. Y es que la empresaria también ha revelado cómo vivió ella su etapa con sobrepeso. "Yo vivía con veintitantos kilos en una mochila. No es una cuestión estética, la mente es la que puede con todo. Yo he llorado con una talla 46, pero también con una 40", rememoró la onubense, dejando claro que lo que le hacía infeliz no era la talla, sino "la vida".