Las cocinas de la octava edición de 'MasterChef' abrieron sus puertas a 16 concursantes tras la expulsión de Sito. Sin embargo, y por sorpresa, solo quedaron 14 tras el final de la emisión. Un fallo garrafal llevó a Adrienne a verse obligada a colgar su delantal, mientras que un plato no digno del talent show supuso el mismo destino para Mónica.
Adrienne y Mónica, expulsadas de 'MasterChef'
Pero la expulsión no la decidió la elección de Alberto, sino el despiste de Adrienne. La belga no cogió el producto principal pese a la insistencia de Samantha de que no se le olvidara, y es que se excusó en que no entendió las palabras de su compañera Mónica. Al no haber producto principal, su trabajo estaba condenado, pero Adrienne lo intentó realizando otro plato. Sin embargo, este tampoco se llevó el favor del jurado. Por su parte, el de Mónica era incomestible; es más, Samantha llegó a escupirlo en una servilleta. Los fallos de ambas fueron los que provocaron que el jurado decidiera realizar una doble eliminación.
Rebelión en las cocinas
Esta generación de aspirantes se ha mostrado ya en el segundo programa como la más rebelde de la historia del formato. El jurado repartió al equipo azul el delantal negro sin pestañear, asegurando que su menú no había estado a la altura. Mónica se mostraba de acuerdo con la valoración de Jordi Cruz, quien aseguraba que el equipo se había "pasado por el forro" las órdenes de Adrienne.
Cruz, además, remarcaba la actitud de Iván, tachándolo de prepotente por querer abarcar con todo. "Creo que tampoco es tan malo como lo que acabas de decir", se defendía el aspirante. La jueza criticaba su actitud y aseguraba que nadie había realizado un comentario positivo a los platos del equipo azul. "Me gustaría que los comensales me dijeran eso a la cara", reprochaba Iván. "A lo mejor tú eres muy pijo y tienes el paladar muy repulido", soltaba Saray a Jordi Cruz, pues, al igual que Alberto, tampoco estaba de acuerdo con los comentarios de los chef.