Màxim Huerta, el ministro más breve de la democracia, vuelve a los focos tras un tiempo de reflexión y dispuesto a pasar página. No obstante, todavía tiene que cerrar algunos asuntos y ha querido hablar sin tapujos sobre su paso por el gobierno porque "no pasa nada por hablar, no es para tanto. El silencio es la peor censura que tenemos, y yo me la he impuesto", asegura el periodista y escritor en una entrevista a El País.
Màxim Huerta
Su vida dio un cambio radical cuando recibió la llamada de Pedro Sánchez para formar parte del gobierno y quería una respuesta inmediata. Como ya sabemos, dijo que sí y en el momento que se hizo oficial su nombramiento, Huerta asegura que empezó a notar los prejuicios, pues "desde las televisiones que van de progresistas y maestras del periodismo trataron mi nombramiento con un fondo de burla. Y no tan fondo. Me di cuenta de que para algunos era un intruso", asegura.
Y no solo él se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo: "Mi madre también fue consciente. No soy gilipollas, soy mayor y tengo años, y hubo recochineo. Puedo asegurarte que en aquel momento sentí la pérdida de la inocencia". "Si algo me quedaba del adolescente de pueblo, se rompió no el día que dimití, sino el que anunciaron mi nombramiento", asegura un sincero Huerta, que lamentaba "sentir que preferían a Wert, mi antecesor en el cargo".
Su trayectoria cayó en el olvido
Mucha gente opinaba de su nombramiento pero parecía que únicamente le recordaban por algo: "para casi todo el mundo no era otro sitio que el sofá de Ana Rosa, del que me siento muy orgulloso y en el que aprendí muchísimo". No obstante, siente que "nadie destacaba los años de informativos en Canal 9, cuando salté a presentar las ediciones nocturna y matinal de Telecinco o la cobertura del 11-S".
Huerta reconoce que si la gente hubiera contado toda su trayectoria, se habría generado un punto de vista distinto respecto a su fichaje, pero si no se hizo es porque "eso hubiera estropeado el personaje que algunos estaban construyendo", confiesa. "Yo era fácil de ridiculizar, por maricón, por venir de la tele, por asuntos varios, como mis tuits cogidos con pinzas donde se interpretó que odiaba el deporte". Hasta que saltó la noticia que le llevaría a la dimisión.
"Con apoyo del Gobierno, me habría quedado"
Conocer que Màxim Huerta había usado una empresa para defraudar a Hacienda 256.778 euros diez años atrás sería el principio de su dimisión. Ahora, el escritor ha querido confesar cómo se sitió y asegura que "estaba tan pagado, sufrido y saldado que ni lo recordaba hasta que volvió a aparecer. Y reitero: sanción administrativa, no fraude".
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Confiesa que esa mañana no tenía tan clara la decisión de dimitir del cargo: "Al principio me rebelé, no quería irme". Además. reconoce que "con un poco de apoyo por parte del Gobierno me habría quedado, pero unos años atrás Pedro Sánchez ya dijo que no tendría a nadie con sociedades en su Gobierno". Así, asegura que la gran ilusión que le llevó hasta ese puesto, se convirtió en "una hostia gigantesca".