Los viajes a bordo del Slice of Life nos enseñaron que era posible congeniar con un asesino en serie. 'Dexter' trazó una telaraña psicológica a la que se han enganchado multitud de series con el paso de los años, conscientes de que el punto de vista del perpetrador del crimen puede alcanzar una profundidad abismal. A ese precedente hay que sumar el crecimiento exponencial de las plataformas de pago, que han tumbado las barreras de lo recatado y lo pulcro para exponer la obsesión por el morbo, esa necesidad de mirar a la vía del tren cuando sabes que ha caído alguien, como retrataba Amenábar en "Tesis". Por eso es imprescindible hacer acopio de las ficciones que mejor han seguido la estela de Dexter Morgan o que, incluso, han logrado marcar su propia huella sobre las tierras movedizas de la pequeña pantalla.
Cameron Britton y Jodie Comer brillan en 'Mindhunter' y 'Killing Eve'
Las dos series que mejor han retratado esa fascinación lasciva a lo largo de la última década han sido 'Mindhunter' y 'Killing Eve'. Cada una hace gala de una personalidad diferente, pero ambas toman el pulso a las corrientes neuronales de unos criminales sumamente carismáticos, electrocutándonos con un placer adictivo. Las emociones a flor de piel de Eve Polastri (Sandra Oh) y Holden Ford (Jonathan Groff) atraviesan por ósmosis la pantalla para contagiar a un espectador que, a pesar de los perversos actos de los que es testigo o cómplice, no puede apartar la mirada.
La gran virtud de 'Mindhunter' es la serenidad cimentada en hechos reales, que paradójicamente no deteriora la necesidad de consumirla compulsivamente. La académica comprensión del thriller psicológico que atesora David Fincher ("Seven", "Zodiac") ha permitido que la serie de Netflix sea una meticulosa disección de los impulsos criminales, un plan a largo plazo en una plataforma con déficit de atención. Las entrevistas comandadas por Ford y Tench a asesinos reales, como Edmund Kemper, Charles Manson o Richard Speck, componen testimonios imprevisibles, que en la segunda temporada traspasan la frontera entre la teoría y la práctica para aplicar el apasionante estudio de perfiles psicológicos a la resolución de crímenes. Con ese salto, 'Mindhunter' se convierte en una serie redonda, imprescindible y, lo que es mejor, con potencial para seguir creciendo.
Por su parte, 'Killing Eve' está impulsada por otro huracán creativo con nombre y apellidos: Phoebe Waller-Bridge. La creadora de 'Fleabag' saltaba en 2018 al thriller con esta adaptación de la obra de Luke Jennings. Sin embargo, el cambio de género no resultaba tan drástico debido a la preservación del característico sentido del humor de la guionista, que pasaba de estar encerrado en la errática dueña de una cafetería temática de cobayas a tener rienda suelta sobre los lomos de una despiadada asesina a sueldo. El disfrute que proporciona conocer a un personaje tan excitante como Villanelle, exaltado por una Jodie Comer en estado de gracia, es todo lo que se le puede pedir a una serie, pero no se queda ahí y entrelaza su perturbadora personalidad con la insatisfacción vital de Eve, apelando así a cualquier demanda del público.
Mads Mikkelsen completa su transformación en 'Hannibal'
Sin miedo a la oscuridad
Antes de que viéramos esas dos joyas, fue precisamente una serie de network la que reactivó el género en 2013. La reimaginación de un personaje tan seminal del thriller psicológico como Hannibal Lecter consiguió quebrantar las restricciones temáticas y formales de las cadenas generalistas, aunque NBC terminaría por cancelar la serie de Bryan Fuller tras su tercera temporada. Durante ese plazo, el creador de 'Pushing Daisies' aunó la elaboración de profundos perfiles psicológicos con la fascinación recíproca entre un asesino en serie y un agente al que entendía como un igual. Esa perturbadora simbiosis entre Lecter y su atormentado paciente, el inspector Will Graham (Hugh Dancy), hacía de 'Hannibal' un entretenimiento hipnótico, acrecentado por la exquisita interpretación de Mads Mikkelsen del concienzudo caníbal. No obstante, Fuller, al igual que Will, pagó el precio de su imaginación, pero, aún a día de hoy, resulta osado dar por muerta a una serie que nunca ha cerrado la puerta a un posible regreso.
Sin escapar de los márgenes del thriller psicológico, los crímenes imposibles de 'The Sinner' también han sentado cátedra. En una década marcada por la invasión absoluta del true crime -en podcasts, literatura, docuseries...-, la serie de USA Network bebe de la adictiva gestión de la intriga que define al género, al mismo tiempo que cuestiona y trastoca los juicios del espectador constantemente. Apoyada sobre el traumático bagaje emocional del inspector Harry Ambrose (Bill Pullman), que en cada temporada explora un crimen sin justificación aparente, 'The Sinner' se las arregla para encapsular misterios irresistibles en entornos tan espeluznantes como humanos. Y si hablamos de atmósferas memorables, hay que cruzar el umbral del terror para caer en los claroscuros de 'Penny Dreadful' y 'La maldición de Hill House', dos obras que han comprendido el lenguaje del género magistralmente.
John Turturro y Riz Ahmed en el episodio final de 'The Night Of'
El reverso de la investigación
Al igual que las visiones de Eve Polastri, Harry Ambrose, Will Graham y Holden Ford son tan o más relevantes que las de sus sujetos de estudio, otras series han convertido el análisis psicológico de sus investigadores protagonistas en todo un arte. Unidas por el pánico occidental a las culturas orientales, 'The Night Of' y 'Homeland' sirvieron para indagar en la complejidad de quien se dedica profesionalmente a prevenir o resolver crímenes, empapándose a diario de imágenes de crueldad humana e injusticia social. La miniserie de HBO, perfecto reflejo de las peligrosas incoherencias de un sistema penitenciario capaz de forjar criminales en vez de reformarlos, nos atrapó con un primer episodio colosal, que no era más que el anticipo de la gran labor de Riz Ahmed y John Turturro, marcados por las heridas y las pústulas provocadas por un mundo hostil. En cuanto a la serie de Showtime, es imposible olvidar aquel prodigioso arranque que enfrentó a una eterna Claire Danes con un ambiguo Damian Lewis, que culminó con una apoteósica catarsis. Además, a 'Homeland' siempre le deberemos haber sido la plataforma de lanzamiento de Timothée Chalamet.
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Cada una de estas series hace de la ambivalencia su fuerte, cavando grutas psicológicas que, a pesar de sus destructivos protagonistas, nos permiten adentrarnos con gusto en mentes más enmarañadas que las nuestras. A lo largo de la década del 2010, el thriller ha sido uno de los géneros que más y mejor han participado en la perpetuación del antihéroe como fracturado espejo de nuestra sociedad, ante el que nos quedamos absortos aunque no nos favorezca.