Miquel Valls cumple este verano seis años ligado a 'El programa de Ana Rosa'. En ese tiempo se ha prestado a todo tanto dentro como fuera de plató, aunque es en la calle donde se siente más cómodo. Y eso que muchas veces no ha tenido fácil realizar su trabajo. Sufrió agresiones durante las protestas en Barcelona por el juicio del procés y fue justo allí, mientras cubría el juicio a Janet Jumillas, cuando estalló la crisis del coronavirus.
Desde entonces, tres meses confinado sin vuelta a Madrid, acompañado únicamente del operador de cámara y viviendo, en primera línea, los estragos de una pandemia que se ha cobrado más de 27.000 víctimas en nuestro país. En su entrevista a FormulaTV, Valls desgrana cómo ha cambiado el reporterismo de calle con las medidas de protección que implica la presencia del covid-19 y, sobre todo, pone en valor el trabajo de los sanitarios, los "auténticos héroes" de esta dura travesía.
Miquel Valls, reportero de 'El programa de Ana Rosa'
Micros plastificados, mascarillas... ¿Cómo es el día a día de un reportero, a pie de calle, durante la pandemia del coronavirus? ¿Qué precauciones guardáis a la hora de abordar testimonios?
El reporterismo de calle ha cambiado por completo. Ahora exige mucha más preparación y tienes que extremar todas las precauciones posibles por seguridad de todos. Durante los tres últimos meses he trabajado con el mismo cámara. Me fui a Barcelona a cubrir uno de los juicios de actualidad más importantes del año y de repente me quedé ahí confinado sin vuelta a Madrid. Únicamente he tenido contacto con el mismo operador de cámara. Cada día desinfectamos los micros y ponemos una protección de plástico que cambiamos después de cada entrevista. Siempre utilizamos mascarillas y guantes. Mantenemos las distancias de seguridad aunque parezca que, a veces, por el tiro de cámara estemos más cerca pero siempre alargo el brazo todo lo que puedo. Las medidas de seguridad hace que tengas que concentrarte más en el discurso o el ritmo del directo.
¿Con qué dificultades os habéis encontrado estos últimos meses? La semana pasada vimos a José Antonio León, reportero de Sálvame, indignado y entre lágrimas porque la gente se acercaba demasiado durante su conexión. ¿Has sentido miedo por tu salud? ¿Qué precauciones has tomado en tu vida personal al estar tan expuesto día a día?
Las primeras semanas viví una paranoia constante. Me afectó al sueño y sufrí ansiedad. Cada vez que se actualizaban las cifras tenía que quitarme el retorno porque era incapaz de seguir escuchando. Ver las calles vacías, los hospitales de campaña, el ejército desplegado por las calles... Nada comparado con lo que han luchado los sanitarios, por supuesto. Ellos son los auténticos héroes de la pandemia. Ellos, las víctimas del Covid y los familiares se merecen toda mi comprensión y respeto. Tenía más miedo por lo que le pudiera pasar a mi familia o a mi entorno. Perdí a una persona muy cercana con 36 años. Soy bastante ordenado en mi vida y como el resto de los españoles he tomado las precauciones posibles.
Valls, pegado a la actualidad durante la crisis del covid-19
¿Qué testimonio o reportaje te ha impactado más durante esta pandemia? ¿Cómo ha sido el contacto con los sanitarios? ¿Crees que la gente es consciente de la importancia de su trabajo?
Uno de los que más me emocionó fue Antonio. Una enfermera que trabajaba por las mañanas en el Hospital de Sant Pau y por las tardes era voluntario en las principales residencias del país. Cuando estaba en el los geriátricos se dedicaba a dar la mano a los enfermos y escuchar sus últimas palabras antes de morir. Sus últimas historias, las de toda una generación que desgraciadamente hemos perdido. No tengo palabras de agradecimiento para los sanitarios que tras las duras jornadas laborales, encima, se dedicaban a atender a los medios para contar sus vivencias o denunciar las situaciones que estaban viviendo. Espero que la gente recuerde durante mucho tiempo todo lo que han trabajado. Mi admiración y respeto siempre.
Como en el caso de los sanitarios, ¿la parte más reconfortante de tu trabajo es el apoyo y los ánimos de la gente durante las coberturas? ¿Os llegan esos gestos de cariño? ¿Cómo se viven?
Me han llegado muchísimas muestras de afecto que agradezco. Cada día cuando llegaba a casa me dedicaba a leer todos los mensajes de cariño y por la calle también han aplaudido el trabajo de los periodistas. Nosotros no somos héroes ni ejemplo de nada, simplemente somos unos meros transmisores de historias, vivencias e información.
Por otro lado, hay anécdotas como la de Paqui, la mujer que te "reprendió" por acercarle "demasiado" el micro en la Barceloneta. Supongo que es comprensible el miedo o respeto a la situación.
Claro que entiendo a Paqui. Antes de esta conexión caminé con ella durante 20 minutos. Era el primer día que salía a la calle y con toda la razón del mundo la mujer quería extremar todas las precauciones. Empezamos a caminar durante el directo, mi brazo estaba alejado pero ella sintió que tenía el micro demasiado cerca y lo dijo. Yo aplaudo a la gente que dice lo que piensa en cada momento, claro que sí. Mi respuesta fue un "no se preocupe" porque sabía las medidas de seguridad que habíamos tomado antes. Luego seguimos caminando y hasta me pidió el número de teléfono por el buen trato recibido. De todos modos, hay que aprender de los errores y a mí me cuesta muy poco pedir perdón o dar las gracias.
¿Qué supone trabajar con Ana Rosa Quintana y Joaquín Prat? ¿Cómo se gestó tu fichaje por Telecinco en 2015 y qué balance haces de estos cinco años?
Hay veces que me siento como el niño adolescente y con barba ya del binomio. Ana saca mi parte más racional y emocional. Joaquín mi lado más canalla. Hay una excelente relación con los dos y una química que traspasa la pantalla. No es buscada, pactada ni trabajada. Así se ha dado desde el primer día. Se cuando ellos tienen un buen día y ellos cuando yo tengo un día de perros. En verano cumpliré seis años con ellos. Me parecen una eternidad. Yo solo quería estar tres meses en Madrid y aquí me quedé. En el programa he hecho de todo, dentro y fuera del plató. El balance es positivo.
Has trabajado en Los 40 Principales, la Cadena SER... ¿Echas de menos en algún momento la "tranquilidad" de los programas musicales y magacines culturales?
Mucho la verdad. Cada temporada es más intensa. Los últimos años han sido complicados: el proceso independentista, la sentencia del procés, el coronavirus, elecciones y toda la actualidad del día a día. Me encantaría hacer más cosas, claro que sí y poder organizar un poco más mi vida. Me gusta mucho la música y soy un amante cultural nato. Tengo ganas de contar y escuchar historias alegres y sacar mi lado más canalla. Estoy abierto a todo lo que pueda ilusionarme.
Valls fue rociado con gas pimienta en La Jonquera
El año pasado se hizo viral tu imagen después de ser alcanzado por el gas pimienta lanzado por la policía francesa para disolver la concentración en La Jonquera. ¿Cómo recuerdas aquel episodio?
Desagradable, la verdad. Fue todo muy rápido. Yo pensaba que ni llegaba a la conexión. Conducimos cuatro horas hasta Francia, conseguimos aparcar, escalamos por una pequeña montaña para encontrar la autopista, subimos señal de cámara rápido y justo en la primera frase del arranque empiezo a notar que me costaba respirar. No podía hablar y me lloraban los ojos. Ese día le dije a mi directora que no me sentía seguro para poder continuar.
Otra de tus conexiones en las protestas del procés se vio alterada por los gritos de los manifestantes. Como catalán y extrabajador de TV3, ¿entiendes los gritos de "prensa española manipuladora"? ¿Y a quienes, al contrario, critican el supuesto adoctrinamiento de la televisión pública catalana?
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Aplaudo la libertad de expresión siempre que no impida a la de la persona que tengas al lado. En un directo cuando narras lo que ves no puedes manipular ni tramar nada porque el espectador es más listo que todos nosotros y sus ojos ven si lo que cuentas es verdad o no. Hay que ser honesto con uno mismo y con la gente que te sigue. A mí me gusta introducir la información con preguntas para que el propio espectador pueda buscar sus respuestas o conclusiones. Nunca he entendido los gritos pero sí que los he aguantado y respetado. Yo he trabajado durante años en informativos y programas en TV3. Entré con 22 años. Yo no sufrí censura ni adoctrinamiento alguno. Trabajé con profesionales maravillosos y era tan libre como lo soy ahora.