Siguiendo el espíritu de '¿Dónde estabas entonces?' (laSexta), À Punt viaja al pasado para repasar aquellos hechos que marcaron a la sociedad valenciana en las últimas décadas y que permanecen en la memoria colectiva. El programa recupera imágenes de archivo históricas y entrevista a los testigos principales de cada suceso, algunos de ellos inéditos hasta la fecha.
Mireia Llinares se pone al frente de 'Dejavú' en el prime time de la televisión autonómica valenciana. Cada capítulo nos transporta a un año concreto de nuestra historia reciente por medio de las cinco noticias más relevantes. Pero también a través de las canciones, los anuncios, los programas de televisión, las películas y las modas que definieron una época.FormulaTV ha hablado con la periodista que salta de los reportajes de 'En el punto de mira' a estar a los mandos de su propio espacio. Con ella analizamos los temas más destacados que se abordan en esta temporada, como el accidente de Metro de Valencia o el caso Alcàsser, que se emite este jueves 30 de mayo en À Punt. Además, recuerda el berlanguiano cierre de Canal 9 y hace autocrítica sobre el tratamiento de ciertos temas.
Mireia Llinares
¿Qué es 'Dejavú'?
'Dejavú', ante todo, es un programa de entretenimiento. Lo que hacemos nosotros es echar la mirada atrás y analizar nueve años, en este caso, y los acontecimientos que nos han definido y nos han traído hasta lo que somos hoy. Lo que intentamos es provocar esa sensación de dejavú, por eso el nombre. Hay muchísimas cosas que han pasado a lo largo de nuestra historia que conectan muy bien con cosas de nuestra historia reciente. Es hacer una mirada atrás, a quienes hemos sido, al tipo de cosas que nos han pasado e intentamos analizar acontecimientos, no solo de la Comunidad Valenciana, también globales.
Hay acontecimientos que son innegables, que tienen que estar. Por ejemplo, el atentado de las torres gemelas. Ese es el hecho que marca el inicio del siglo XXI, así que evidentemente tiene que estar. ¿Cómo lo tratamos? Con protagonistas valencianos que estaban allí y se vieron envueltos en el mayor atentado que ha sufrido occidente. Luego tenemos también pequeñas cotidianidades. Por ejemplo, analizamos la entrada en vigor de la ley antitabaco. Parece algo muy simple, pero ¿cómo nos ha cambiado la vida eso? ¿cómo vivíamos antes? ¿cómo era salir de marcha antes de esa ley y volver a casa con ese pestazo? ¿cómo hubo esa reacción de toda la sociedad o de parte de la sociedad, sobre todo del sector de la hostelería en contra? Y luego, con la perspectiva de los años, nos damos cuenta de que ha sido una ley beneficiosa para todos, nos hemos acostumbrado y aquí no ha pasado nada.
Como sociedad no estuvimos a la altura del accidente de Metro de Valencia
A pesar de ser un programa de entretenimiento, también se abordan algunos hechos especialmente duros, como puede ser el que tenéis dedicado al accidente de Metro de Valencia. ¿Cómo ha sido tratar este caso?
Innegablemente nuestra historia está llena de heridas, está llena de buenos momentos y está llena de sucesos, no solo este. Este es muy duro porque yo creo que nos retrata un poco a la sociedad valenciana, que, en ese momento, no estuvimos a la altura. Nadie lo estuvo. De hecho, a las víctimas del accidente del metro se las estuvo ignorando durante muchísimos años cuando reclamaban algo innegable como es justicia. Yo creo que todos tenemos que hacer un autoanálisis y una autocrítica. Es lo que intentamos hacer en este 'Dejavú'. Quizás hay que poner el foco en que las cosas se hicieron mal sin tampoco entrar mucho en hurgar en esa herida y en esa llaga, porque han pasado casi veinte años y, sí, las heridas nunca estarán curadas, pero el tiempo sedimenta un poco el dolor y, sobre todo, la culpa. Es un tema muy difícil, que nos pone contra el espejo, y lo contamos con sus propios protagonistas.
Hay que hacer autoanálisis y una autocrítica como sociedad. Eso es que intentamos hacer en 'Dejavú'
Tenemos a Beatriz Garrote, presidenta de la Asociación de Víctimas del Metro de Valencia, que es la cara visible de aquel momento y de aquella lucha. Esas personas estuvieron nueve años yendo cada día 3 a la Plaza de la Virgen, en Valencia, para exigir que se les escuchara. La sociedad valenciana les dio la espalda, los medios de comunicación, los políticos, todos les dimos la espalda y tuvo que venir un reportaje de la televisión nacional para ponernos delante del espejo y darnos esa bofetada de realidad. Fue a partir de ahí cuando la sociedad reaccionó y, al final, se consiguió justicia. Es un programa difícil porque que te saquen las miserias no es sencillo y, como sociedad, yo creo que esa es una herida. En la siguiente entrega nos hacemos eco también de la desaparición y muerte de las niñas de Alcàsser. Es innegable al hablar de la Comunidad Valenciana y de un año como 1993, ese año está marcado por ese suceso. Y no solo ese año. Hay una generación entera a la que le marcó, a mí, por ejemplo. Yo tenía trece años y ese suceso, para mí, significó que el mundo dejó de ser un lugar seguro. Antes, sobre todo en los pueblos, las puertas estaban abiertas, en las fiestas de los pueblos tenías ese aire de libertad que no se tiene en las ciudades y, a partir de ese momento, el mundo dejó de ser un lugar seguro. Marcó un antes y un después, y el estigma está ahí. Nosotros intentamos contarlo, pero no recrearnos en lo que pasó y no pasó, porque ahí ya ha habido mucha tinta y mucha literatura, y está casi todo contado. Queremos analizarlo como hecho sociológico. ¿Por quié es tan difícil hablar de Alcàsser? ¿Cuáles fueron las consecuencias de aquel suceso? Hablamos de cosas alegres y de cosas que nos han marcado.
Tras el caso Alcácer, el mundo dejó de ser un lugar seguro
Hablas de autocrítica como sociedad. No sé si también te refieres al modo en que Canal 9 (RTVV) abordó el caso de Alcàsser de forma sensacionalista o de la cuestionable forma de tratar el accidente de Metro de Valencia.
Cuando hablo de autocrítica, hablo de autocrítica en cuanto a la sociedad valenciana. Creo, sinceramente, que la sociedad valenciana, con las víctimas del metro, no estuvo a la altura y eso es un hecho innegable. Nosotros hemos tenido la oportunidad de revisar la cobertura informativa que se hizo en ese momento, desde el minuto cero, y yo tengo que decir que la cobertura es impecable. Eso es así. Es cierto que el momento fue perverso, porque estábamos preparados para el acontecimiento que nos iba a devolver ese agravio que teníamos como ciudad de sentirnos una ciudad de segunda. A la sociedad no nos venía bien esta tragedia. Es una opinión personal. Creo que los errores se cometieron después. Ese día, bajo mi opinión, a posteriori y habiendo revisado toda la cobertura, fue impecable. Es cierto que después no lo hicimos bien.
El caso de Alcàsser
Los trabajadores de Canal 9 no lo hicimos bien con el accidente de Metro de Valencia, pero cada uno sabrá el grado de responsabilidad
Los trabajadores de Radiotelevisió Valenciana, y esto es importante aunque cada uno sabrá el grado de responsabilidad que tenía en ese momento, no lo hicimos bien. Creo que también, quizá de una manera un poco atropellada, fuera de lugar y muy mal, le pedimos disculpas públicamente tanto a Beatriz Garrote como al resto de víctimas del accidente de metro en ese berlanguiano programa final de cierre de Canal 9. Le pedimos disculpas y fueron unas disculpas sinceras.
Creo que el cierre berlanguiano de Canal 9 debería estar en 'Dejavú'
Ese cierre berlanguiano de Canal 9 también daría para un 'Dejavú'.
Fue un programa de más de doce horas de duración, totalmente improvisado, en el que nosotros mismos nos íbamos autorregulando. No le dieron el Ondas, pero yo creo que se lo merecería. Yo creo que no va a haber un programa igual en la vida. No está en esta edición de 'Dejavú' porque no hemos llegado hasta 2013, pero si hacemos una segunda temporada, nunca se sabe, yo creo que debería estar.
Si tuvieses que elegir un acontecimiento valenciano que te marcase a ti personalmente, al que le quisieses dedicar un programa, ¿cuál sería?
¡Qué difícil! Acontecimientos valencianos como tal hay poquitos. Yo creo que me quedo con matices de cada cosa, de acontecimientos que nos han pasado y, sobre todo, de momentos. Personalmente, creo que son importantes todos los pequeños acontecimientos o batallas que consiguen las mujeres. Por ejemplo, cuando las mujeres consiguieron que se viese reconocido su derecho de pesca en la Albufera de Valencia. Me parece un triunfo enorme como colectivo. Cuando consiguieron desfilar como miembros de pleno derecho en las fiestas de Moros y Cristianos de Cocentaina y eso nos arrastra hasta día de hoy, porque todavía no hemos visto una fila de mujeres en las fiestas de Alcoy, que son las más emblemáticas. Cuando se aprobó la ley del divorcio, el caso Juan Maeso... Hay acontecimientos así que a mí me tocan y me pellizcan. Cuando se aprobó la ley de violencia de género...
Lo que hace 'Dejavú', y a mí me encanta compararlo, es lo que haces cuando vas a casa de un familiar mayor y rebuscas en los cajones y encuentras recuerdos. En este programa pasa, porque tenemos a los protagonistas de aquel momento hablando a cámara y los volvemos a tener ahora 10, 20 o 30 años después.
Mireia Llinares
Nosotros no hemos tenido ninguna injerencia, ni siquiera sugerir temas o que otros no se traten
Tú que viviste aquella época más oscura de Canal 9, ¿ahora con 'Dejavú' hay algún tipo de presiones con ciertos temas o hay total libertad?
Nosotros no lo hemos notado, en absoluto. Y hemos tratado temas difíciles, como el accidente del metro, la visita del papa, que acabó con una condena del director general de RTVV y de algunos dirigentes del Partido Popular... Nosotros no hemos tenido ninguna injerencia, ni siquiera sugerir temas o que otros no se traten. Si lo ha habido, a mí no me ha llegado. Hemos trabajado en total libertad.
¿Cómo valoras la trayectoria de À Punt?
À Punt siempre ha sido una cadena difícil, nunca ha tenido una trayectoria fácil, pero es una cadena que siempre sale a flote. Para los valencianos y valencianas es muy importante poder tener una televisión en su propio idioma. De hecho, esos años de sombra han sido verdaderamente oscuros para la sociedad valenciana porque suponía no poder tener una voz que te cuente la vida en tu idioma. Yo le auguro muy buen futuro. Al final, los medios de comunicación públicos son una herramienta imprescindible para el sistema democrático. Se hablan de cosas que en los medios privados nunca te van a contar y confío en su buena salud.
¿Cómo estás viviendo este salto de reportera de 'En el punto de mira' a conductora de tu propio programa? ¿Y el cambio de una nacional a una autonómica?
Es cierto que las productoras en la Comunidad Valenciana son muy competitivas y le pueden hablar de tú a tú a cualquier productora en la que yo haya trabajado, y he estado en las mejores. En ese sentido, me siento muy arropada y muy cuidada. Tiene una calidad absoluta. Lo que más he notado es el cambio de registro porque vengo del mundo de la investigación, donde vas buscando siempre la oscuridad, y se agradece cambiar a contenidos un poquito más blancos. Es cierto que trabajar en Mediaset España es divertidísimo, pasear por los pasillos de Telecinco, ir a Ana Rosa Quintana a vender tu programa... No tiene nada que ver con À Punt, que quizás es un poco más modesto. Los pasillos de Telecinco son maravillosos con sus cuadros, como experimento sociológico es una maravilla.
En À Punt tenéis una zona de oficinas prefabricadas que llamáis Guantánamo...
Es un nombre que no les gusta mucho, es una broma entre compañeros... Nosotros cariñosamente lo llamamos así y creo que hay una gente maravillosa allí.
Más allá de 'Dejavú', ¿qué te gustaría hacer ahora en À Punt?
A mí me gustaría estar, continuar con mi profesión. Yo me considero reportera, siempre lo consideraré. Un programa de calle se parece mucho al reporterismo, porque al final vives rodando en la calle y eso es la esencia del periodismo. Es cierto que yo nunca había presentado un programa como tal. Siempre que hacíamos presentaciones en 'En el punto de mira' era un programa muy coral y se hacía entre los que estábamos esa temporada. Sentir que este programa lo llevaba yo sola me hizo sentir el peso de la responsabilidad y daba mucho vértigo pensar si no iba a funcionar. Ahora me gustaría seguir trabajando en la tele, que me apasiona, ya sea delante o detrás. Asumo que los años pasan y que llegará un momento en el que la pantalla no te quiera y creo que estoy preparada para hacer cosas detrás. Pero si sigo delante, estoy encantada y tengo cuerda para rato.