Duro mazazo el que ha sufrido el reconocido actor Miguel Ángel Silvestre. Este martes 11 de diciembre murió su padre, Miguel Ángel Silvestre Vara a los 65 años de edad. El protagonista de ficciones como 'Sense8' o la mítica 'Sin tetas no hay paraíso' vive el que sin duda es el peor momento de su vida, tal y como ha informado el Periódico el Mediterráneo. Vara ha muerto tras no poder superar una larga enfermedad con la que ya llevaba un tiempo viviendo.
Miguel Ángel Silvestre junto a su padre
Aunque en todo momento el padre de Silvestre no ha formado parte del mundo del espectáculo como su hijo, sí que era un rostro muy reconocido en su sector ya que durante mucho tiempo fue uno de los fisioterapeutas más reconocidos de nuestro país. En Castellón, la ciudad en la que se residía tenía una clínica a la que habitualmente acudían los mejores deportistas de la zona y fue precisamente por ello que su hijo quiso entrar en el mundo de su padre aunque finalmente este le llevó a la interpretación, su verdadera pasión. Por su parte, la hermana de este María sí que ha estado mucho tiempo trabajando junto a su hijo en dicha clínica.
Muy unidos
Es innegable que relación de Silvestre con su padre ha sido siempre excepcional. El actor ha manifestado en infinidad de ocasiones el cariño que ambos se tenían y además, siempre ha recalcado que si él es uno de los actores más reconocidos del país a día de hoy es gracias a él. Semanas atrás, en sus redes sociales lo dejaba claro, confesando que había reflexionado ya con su padre sobre ello, a quien le decía que "si estoy aquí es porque me pusiste un colchón y me dijiste 'si quieres ser actor, sueña'. No veía el precipicio, estaba mi padre ahí, que decía 'tú tira' y yo 'pero es que estoy estudiando fisioterapia' (...) , si hoy me dedico a una profesión que me da alegrías y que además me da mucha felicidad es gracias a mi padre".
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Otra de las publicaciones más emotivas de Silvestre sobre su padre la publicó el pasado verano. Acompañando una bonita imagen junto a este, publicó un emotivo texto: "Me acuerdo muchas veces de las siestas que hacía de pequeño después de comer apoyado en el pecho de mi padre, con sus manos tocándome la cara. Luego al despertarme me tomaba un helado y a jugar por ahí... un vida sin preocupaciones... Gracias papá por hacerme confiar en que a pesar de las adversidades, no había nada de que preocuparse".