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El final está cada vez más cerca. Tras la apoteósica batalla entre vivos y muertos de Invernalia, las fichas del 'Juego de Tronos' prometen marchar hacia el sur para reunirse, y enfrentarse por fin, en la Última Guerra. Cersei, bien pertrechada con la Compañía Dorada y la flota de su "amado" Euron Greyjoy, aguarda ya la llegada de Daenerys, Jon, Sansa, Tyrion y su "amado" (más que nunca con comillas), Jaime. ¿Será Desembarco del Rey la tumba de la leona Lannister? Lo que está claro es que 'Juego de Tronos' no puede bajar el telón sin que los espectadores lloren alguna muerte verdaderamente dolorosa; en paz descansen héroes como Theon, Jorah o Lyanna Mormont, pero todos sabemos que no es lo mismo y que lo peor, cuando solo restan tres capítulos, está por llegar.
El destino de Daenerys Targaryen, a juicio
En contra
La senda que lleva al Trono de Hierro está llena de curvas, baches y, sobre todo, de sangre. Esto lo sabe bien Daenerys Targaryen, cuya aspiración en la vida siempre ha sido sentarse en el frío acero del trono. Desde que fue vendida a los Dothraki por su hermano, otro aspirante al trono cuyo camino se truncó pronto, no lo ha tenido nada fácil. Cuando la vimos por primera vez tan solo era una exiliada al otro lado del Mar Angosto, cuya única posesión era un apellido ilustre y nada más. Poco a poco fue añadiendo títulos detrás de su apellido que daban constancia de todo lo conseguido: Kaleeshi, la que no arde, rompedora de cadenas, madre de dragones... De todos los aspirantes, está claro que ella es la más cualificada.
Daenerys en su imperial regreso a Rocadragón
Pero no nos engañemos, una vez superado al Rey de la Noche, nos tenemos que centrar en quién se sentará finalmente en el Trono de Hierro. Ese es el auténtico final de 'Juego de Tronos'. A lo largo de ocho temporadas hemos acompañado el ascenso de Daenerys, todo construido hacia el gran clímax de la ficción medieval. Desde el principio los guionistas la han querido posicionar del lado del espectador, para que empaticemos con ella, compartamos sus aspiraciones y queramos gritarle "¡Dracarys!" a todos los enemigos que se interpongan en su camino.
Daenerys Targaryen tiene que jugar un papel fundamental en el final de la serie y debe sobrevivir hasta llegar a él, para finalmente sentarse en el preciado trono. Cuando suceda y echemos la vista atrás, veremos una clara intencionalidad en sus creadores. Cambiar el destino de Poniente con un dirigente que por fin traiga prosperidad y paz a una tierra marcada por las traiciones y los juegos de poder. Seguramente no tendrá el camino fácil, todavía tiene que resolver una cuestión peliaguda con un familiar inesperado. Pero el enfrentamiento final, el gran clímax que se merece una serie de estas proporciones, es el enfrentamiento entre los dos personajes más fuertes de todo Poniente: Cersei Lannister y Daenerys de la Tormenta. No sabemos quién sobrevivirá a ese enfrentamiento, quién se sentará finalmente en el preciado Trono. Pero mi apuesta es por Daenerys, la niña exiliada que no tenía nada y que finalmente termina siendo la reina de Poniente.
A favor
De acuerdo, lo normal es que Daenerys acabe sentada en el Trono de Hierro. Lo es por tantas razones como habrá expuesto mi compañero aquí arriba: ella podría ser la reina justa y generosa que por fin pacifique los convulsos Siete Reinos, además de haber demostrado un afán incomparable (¿he oído avaricia y ansia de poder?) por recuperar el lugar que un día le fue arrebatado a su padre, por muy Rey Loco que fuese. A base de fe en sí misma (quemarse viva con tres huevos confiando en salir indemne es un buen ejemplo), la Madre de Dragones ha superado todo tipo de obstáculos, varios intentos de asesinato incluidos. Precisamente por eso, y porque esto es 'Juego de Tronos', la crueldad convertida en serie de televisión, creo que ha llegado su hora.
Daenerys con el pelo al viento
En contra de lo esperado, la batalla de Invernalia no se llevó por delante a ninguno de los personajes principales (sí a Ser Jorah, quien por desgracia no podrá proteger nunca más a su reina), por lo que el final de la serie promete un drama sin precedentes. No lo digo yo, sino la propia Emilia Clarke. "Cuando leí los guiones de la octava temporada me quedé tan aturdida que cogí mis llaves y salí de casa. Regresé tres horas después y todavía no lo había asumido. No sé si alguien estará preparado para esto. No sé si la televisión estará preparada para algo así", reveló en el programa 'Access Hollywood'. "Habrá gente que gritará y dirá: 'Es exactamente lo que quería', y otros se quedarán diciendo: '¿Qué?', como mi madre, por ejemplo", agregó en una entrevista a The Herald Sun.
Con las palabras de Emilia resonando en mi cabeza, tengo claro que Daenerys no sobrevivirá a la Última Guerra. Por una parte, nos queda el debate de la legitimidad al Trono. Esa conversación pendiente con Jon que promete emociones fuertes y quién sabe si un desenlace inesperado. Algunas teorías sostienen que Dany invocará el "Dracarys" para comprobar si Jon tiene realmente sangre Targaryen y, por tanto, le corresponde a él regir sobre los Siete Reinos. El hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark sobreviviría a la prueba (literal) de fuego, pero Daenerys, presa del arrepentimiento por sus actos y la desazón de no poder ocupar el Trono, se quitaría la vida. Otras teorías apuntan a que Dany pagaría con su muerte la supervivencia de otra persona querida. El beneficiado podría ser el propio Jon (aka Aegon Targaryen). Como le dijo la maegi Mirri Maz Duur en la primera temporada tras llevarse por delante al hijo nonato que esperaba con Khal Drogo, "solo la muerte paga por la vida". Y bastantes vidas han caído ya por ella.
Por último, el adiós más cruel e inimaginable: Cersei proclamándose vencedora y asestando un golpe mortal a la Targaryen y a millones de espectadores. Ya me imagino a la gente tirando sus televisores por la ventana y los vídeos de reacciones haciéndose virales de aquí al otro lado del mar Angosto. ¿Que eso no es posible? Han pasado ocho años desde que Ned Stark perdiera la cabeza y yo todavía me estoy recuperando. Tiempo al tiempo.