"Habla como un hombre", son palabras que todavía resuenan en la memoria del experto y experimentado bailarín Nacho Duato. Tras su liberador discurso en la final del pasado 27 de abril de 'Prodigios', el talent de disciplinas artísticas clásicas de La1, Duato se ha convertido, para muchos, en la voz de un colectivo menospreciado y silenciado durante años por su diferente orientación o identidad sexual.
Nacho Duato, en 'Prodigios'
El valenciano ha concedido recientemente una entrevista a El País, abordando todos los temas que tocó durante su reflexión en el último programa del formato. "Yo no quería hablar de mi homosexualidad. Quería hablar de mi niñez", es lo primero que quiere aclarar Duato, el cual se pasó todo el programa pensado en "la pena" de todo lo que se había perdido tras pasar la infancia "avergonzado de lo que era".
"Lo peor es que tu padre se avergüence de ti", afirma el artista, aunque no le culpa ni a él ni a su familia: "Culpo a la dictadura y a aquella España". Duato recuerda a su padre "afable y simpático", pero " era presidente de Acción Católica, fue gobernador civil, venía de una familia conservadora" y el "tener un hijo que quería ser bailarín" y además al que ya veía con aquel "ramalazo" provocaron el distanciamiento entre ambos.
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Un largo y duro proceso
"Era la España que era. Y yo era diferente, sí, a esa edad yo no sabía si era gay o no. Era de otra forma", continúa el bailaor, que se pagó la escuela vendiendo "calentadores y mallas para los bailarines" después de que su madre y hermanas le enseñaran a hacer calceta. Una vez pasaron los años fue de los primeros hombres en salir del armario allá por 1990. Entonces le "tiraban huevos" por la calle, pero gracias a una frase de Nietzsche que consiguió mantener siempre la compostura: "Si existe Dios seguro que es bailarín".