Rara es la foto de Omar Montes en redes sociales en las que no aparezca con ropa de marca y amigos a su alrededor en grandes fiestas. Eso es un hecho. Pero la vida de este cantante no siempre ha sido así. De hecho, de pequeño, el madrileño no se podía permitir siquiera ir al kiosco con sus amigos y esto, sumado a su imagen, generó todo tipo de burlas entre sus compañeros de clase que hicieron mella en su corazón.
Omar Montes en 'Planeta Calleja'
"Sufrí muchísimo bullying, un rechazo terrible, me llamaban 'moro', 'moro de mierda', 'gordo'... Yo era de hueso ancho y todos los niños se metían conmigo en el cole, me decían: 'Gordo de mierda, que pareces una pelota", relataba el intérprete de Pan Bendito a Jesús Calleja en 'Planeta Calleja', afirmando que estos años no fueron nada fáciles para él por el trato que recibía de sus compañeros.
Pero todo en la vida cambia, y ahora las canciones de Montes acumulan millones de reproducciones en las distintas plataformas musicales. De hecho, él mismo confiesa que llega a ganar cifras de más de seis números. Este éxito ha llamado la atención de muchas personas, incluso de aquellos que, en la niñez, se dedicaban a menospreciarle. "Ahora se han convertido en fans. Vienen a mis conciertos y esperan que les pase gratis. Son los mismos que me pegaban, se piensan que soy gilipollas y no me acuerdo", compartía el artista.
Sin embargo, lejos de lo que pueda pensarse, Montes no acumula ira ni desprecio hacia quienes que le hicieron sufrir. De hecho, afirma que "los seres de luz no odiamos" y entonces sí les invita a los conciertos, olvidando todo lo sucedido en el pasado. "No es bueno guardar rencor a las personas, porque así les haces cambiar", comentaba el cantante para perplejidad de Calleja.
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Su abuela, gran referente en su vida
El dinero no da la felicidad, esta es una de las frases que más repite Montes. Y es que el artista siempre tiene presente que él viene de orígenes humildes, de hecho, uno de los episodios de su infancia que más le marcó fue ver a su abuela luchando por darle todo lo que quisiera su nieto. "En el colegio los niños llevaban su dinerito para comprarse un bollo en el recreo. Mi abuela, la pobre, no podía darme dinero, porque no había aquel entonces. Entonces me metía un poco de pan o algo para que yo comiera". En ese momento, el artista le reprochaba que ella no le diera nada, pero ahora admira la gran pelea de esta por intentar que nunca le faltara de nada.