A sabiendas de que el casting es uno de los principales reclamos de 'Días de Navidad', Pau Freixas no oculta que la elección de Ángela Molina, Charo López, Verónica Forqué y Victoria Abril jugó un importante papel a la hora de escribir los cuatro papeles protagonistas de la miniserie de Netflix. El director y guionista vuelve a tomar a la familia como eje central de su historia, algo que ha hecho antes en ficciones como 'Sé quién eres' o 'Benvinguts a la família', y profundiza en esta ocasión en cómo condiciona la personalidad de cada uno.
Sin embargo, el punto de partida de esta serie de tres episodios fue un homenaje a mujeres como su abuela a lo largo de un siglo. Tres episodios que muestran diferentes puntos de la vida de estas cuatro protagonistas, cuyo rodaje ha dejado historias tan apasionantes como la propia trama. Pau Freixas desvela sus entresijos en esta entrevista para FormulaTV, en la que además explica cómo construyó los personajes y cómo fue trabajar también con Nerea Barros, Elena Anaya, Anna Moliner y Verónica Echegui y las pequeñas Carla Tous, Berta Castañé, Mariona Pagès y Mar Ayala.
Pau Freixas y algunas de las protagonistas de 'Días de Navidad'
¿Cómo surge la inspiración para crear 'Días de Navidad'?
La inspiración fue mi abuela. La intención era contar un retrato emocional de alguien a quien tú ves como una persona mayor pero cuando te cuenta sus aventurillas... hostia. Época de posguerra, yendo al pueblo vecino en bicicleta, escondiendo a su primo vistiéndolo de chica, llevándolo al tren para que huyera... Y tú ves ahí a tu abuela y dices "¿y esta mujer del moño?". De alguna forma empecé desde ahí, hace ya años. A medida que fui dándole vueltas encontré el formato de tres capítulos, tres días de Navidad y cuatro hermanas a lo largo del tiempo que primero son niñas, luego madres y luego abuelas. La serie se me fue yendo a un retrato más psicológico de la familia e imagino que empezaron a motivarme más mis intereses personales que la idea del homenaje a la abuela o la mujer.
Vuelves a aproximarte a la familia, un elemento recurrente en tus trabajos. ¿Qué querías explorar esta vez?
El elemento emocional siempre está ahí porque al final gira en torno a la Navidad y la familia, pero también es un nido de conflictos y de secretos y de cosas no dichas. La serie fue evolucionando para hablar de la transferencia, de cómo nos educan nuestros padres, cómo nos condicionan en lo bueno, en lo malo, en la forma de ser, en los mecanismos de defensa y todo ese viaje de esas cuatro niñas a lo largo de las tres etapas de su vida. Al final es un retrato de una familia, de cómo se construye con un acontecimiento que pasa en el capítulo uno. Y, a partir de ahí, cómo reaccionan a eso, quién lo encaja desde la culpabilidad, quién desde el sentimiento de deuda, quién desde el disociar y desconectar de las cosas emocionales y quién desde rebelarse contra las estructuras familiares. Cada una de estas personas representa un trocito de nosotros mismos y de todas las mujeres a lo largo de tres etapas de la vida.
También el tono de la serie va evolucionando a medida que crecen las hermanas.
Hay tres tonos porque el capítulo uno es más naif, las niñas creen en la vida perfecta, en la familia maravillosa y en la idealización de los padres. En el dos hay más autoconciencia de los problemas y, en el tres, más tragicomedia.
Charo López, Verónica Forqué, Ángela Molina y Victoria Abril
En el tercer episodio las protagonistas se han convertido un poco en sus padres pero también viven cierta regresión a la infancia en algunas de sus actitudes.
Sí, hay una infantilización de los personajes. Por ejemplo, cuando se asoman por el cobertizo en el primer episodio también ocurre en el tercero, las tres señoras mayores mirando como si fueran niñas. Cuando sobreproteges mucho, que es la voluntad que tiene el padre de esas cuatro niñas al aislarlas en una casa para que el mundo no les afecte, hay una buena fe, ¿no? No les cuenta cosas para protegerlas, pero al final no dejas de construir personas con unas dificultades para solucionar según qué conflictos y, por tanto, con cierta infantilización.
Y lo evidenciáis con unos recursos visuales, sobre todo en el tercer episodio.
Es verdad que usamos unos recursos visuales para contarlo, pero también hay algo en las pequeñas escenas que a mí me gusta. En el segundo episodio hay dos hermanas persiguiéndose por un papel y toda una forma de relacionarse que me gustaba que estuviese ahí, en pequeñito.
No sé si el mensaje de todo esto es que las reuniones familiares y las Navidades destruyen las familias.
Yo espero que no (risas). Hay un personaje que al final, por un lado, cuenta toda la verdad, pero por otro le dice a su padre que le encanta el mundo que ha construido para ellas porque nunca ha dejado de intentar que fuera bonito. Ella lo agradece, la lucha para que el mundo sea bonito es una cosa digna. Que luego escondes cosas porque te da miedo hacer daño... es por la voluntad de cuidar, ¿no? Hay algo ahí que yo pienso que te deja un poso de nostalgia, de la vida pasada, de lo que no tiene arreglo, lo que estamos haciendo, cómo nos relacionamos con nuestras familias... pero, al mismo tiempo, también hay algo de buen mensaje, de buen corazón, de la buena voluntad de los personajes y de las incapacidades que tenemos. No sé, espero que el mensaje no sea la destrucción de la familia, confío en que no (risas). No es lo que quería contar.
¿Has construido los personajes desde la edad más adulta y las actrices que teníais para ese episodio?
Los personajes no tanto, porque los guiones han ido desde el primer episodio hacia adelante, pero hay algo de eso porque todavía no tenía el guion del tercer capítulo cuando hice el casting. Sin embargo, elegí primero a las actrices de ese episodio, y cuando coges un personaje y le colocas el alma de una actriz descomunal como Veronica Forqué, de repente es como que lo engulle y tienes que encontrar a alguien para el capítulo dos que le represente. Son tan potentes Forqué, Victoria Abril, Charo López y Ángela Molina que cada una es casi un género. La búsqueda de las demás actrices estaba condicionada y es verdad que los personajes inevitablemente se han construido de arriba para abajo no tanto desde el guion, sino de los matices de la personalidad. Estas actrices aportan tanto, son tan potentes, que te condicionaban completamente.
Mariona Pagès, Anna Moliner y Verónica Forqué son Adela
¿Había mucho espacio a la improvisación durante el rodaje?
A nivel de texto, no. Sí que es cierto que yo me he enfrentado a esta serie con la voluntad de que quepa "la suciedad". Darle una coreografía y una estética a las escenas y que estén bien cuidadas pero que, a la hora de interpretar, la energía de lo que pase esté por encima de mi voluntad de control. Yo a veces intento controlar cada frase, cada intención, y en esta serie quería más dirigir la escena en su conjunto. A partir de ahí es verdad que a veces teníamos un plano desde fuera de la casa con ellas hablando en la cocina y yo les pedía que lo alargasen para pillar las sensaciones del momento. Elena Anaya tuvo un par de estos marrones. Pero en general eran escenas muy concretas, construidas en el conflicto y muy puntuadas, con diálogos picados. Lo que sí ocurrió fue algo muy bonito, y es que ellas se hicieron suyo el texto y crearon una energía auténtica. Había una especie de verdad que yo creo que era bonita y funcionaba.
Además, durante el rodaje convivió cada generación de actrices, todas juntas.
Sí, sí (risas). Aparte ellas, especialmente las del segundo capítulo, han hecho una piña de hermanas. Se ha generado un vínculo entre ellas bestial. Las del primero y las del tercero también, pero es que las del segundo entraron en el espíritu navideño como locas y fue muy divertido.
¿Cómo moldeas a unas niñas tan pequeñas como las del primer episodio, con la perspectiva de que haya algo de Verónica Forqué o de Victoria Abril en ellas?
El 80% de curro está en el casting. Tienes a Verónica Forqué y a Mariona Pagès y esa limpieza en los ojos, el espíritu, la sonrisa, ese brillo... ya está en ella, ¿no? Luego, a la hora de dirigirla, es acabarla de afinar, pero si aciertas en el casting ya está en ella una pequeña Forqué. Normalmente con las niñas no haces un trabajo tan psicológico de construcción de personaje, sino que funcionas más desde lo conductual. Le dices "aquí estás contenta porque tal" o "enfádate un poco más". Con los actores más adultos normalmente hablas mucho más de los motores que mueven a los personajes y lo conductual sale por inercia, en función de si han entendido lo que ha pasado.
¿Qué otros proyectos tienes en el horizonte?
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Me encuentro escribiendo guiones de los que todavía no puedo hablar. Estoy intentando hacer algo en el futuro con Netflix porque la experiencia ha sido buenísima y nos gustaría continuar.